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Quackity caminaba a altas horas de la noche por las oscuras calles de la ciudad que eran levementes iluminadas por la luz de la luna y las altas farolas.

Caminaba gente a su lado, este las evitaba y esquivaba, gente sin ningún tipo de importancia en su vida.

Se alejó de la calle principal y entró a uno de los callejones más oscuros que había.

Era un callejón oscuro vacío de gente. 

La basura estaba tirada por los suelos, el mal olor se apoderaba del lugar y la humedad hacia el callejón asqueroso.

El callejón no tenía salida, aquel sitio parecía un fallo de la ciudad.

Quackity tenía un cigarro en su boca. 

Tragó el humo y lo sacó por la nariz.

Iba vestido con una camisa blanca, una corbata mal atada roja como el vino y unos pantalones largos y anchos de color negros. Sus zapatos eran negros al igual que el pantalón y en su cabeza había un gorro. Siempre llevaba ese tipo de gorros en la cabeza, parecía que nació con ellos o que si se los quitaba moriría. En sus manos morenas habían varios anillos de plata.

Dió la última calada al cigarro y lo tiró al húmedo suelo para luego con uno de sus pies pisarlo y apagarlo.

En aquel callejón había una puerta con encima un cartel de letras de luces neones que tenían escrito "Mytho Bar." 

Entró al lugar.

Segun entró habían unas escaleras que llevaban hacía abajo y estas estaban iluminadas por unas luces led rojas.

Bajó y bajó las escaleras mientras que poco a poco el sonido de la música y el sonido de las personas hablando se hacía más presente.

Llegó al lugar. Cuando bajó el último peldaño entro a lo que de verdad era el bar.

Enfrente de él estaba el amplio local. Enfrente de él habían mesas en forma de círculo y con manteles blancos encima de estas. Delante de las mesas había un enorme escenario en el que se encontraban varios instrumentos. A la izquierda habían algunas puertas, estas eran los baños. A la derecha estaba una enorme barra con un camarero y estanterías largas llenas de botellas de todo tipo. El local estaba iluminado con luces de colores que cambiaban con el tiempo y parpadeaban.

El azabache fue hacía la barra y se sentó en una de las banquetas que estaba enfrente de la larga mesa de madera oscura.

Un hombre alto se acercó hacía él.

Era un hombre vestido de traje blanco y negro con una pajarita negra atada a su cuello. Tenía el pelo castaño tirando a rubio, sus ojos eran verdes y su piel era blanca como el papel. Era alto y en su cara habían unas pecas que adornaban su rostro.

Aquel camarero se llamaba Clay, pero en aquel lugar siempre le llamaban Dream. De tanto visitar el local Quackity llegó a desarrollar un tipo de confianza con el camarero.

— Bienvenido de nuevo, Quackity. — Dijo Clay. — ¿Qué quieres tomar hoy? — Preguntó sonriente el alto.

— Lo de siempre, por favor. — Pidió el azabache con cara seria. 

Lovers Rock - QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora