Capítulo 5: Examen de ingreso a la U.A.

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P.O.V. Narrador.

Los meses pasaron con rapidez y el examen de admisión para entrar en la U.A. se aproximaba. Durante este tiempo, Izuku entrenó más duro que antes. Además de su rutina habitual, tuvo que limpiar la playa que había cerca del vecindario. Esta era un completo basurero, pero limpiarla le sirvió para mejorar su condición física. Tras todo este tiempo, consiguió dominar la quinta cola sin problemas, pero no le gustaba abusar de ella. Pero, por mucho que lo intentó, no consiguió desbloquear su sexta cola. Ya lo esperaba. Durante todo este tiempo, se dio cuenta de que cada vez le costaba más desbloquear una cola. Pero tampoco tenía prisa para conseguirlo.

Al pecoso no le preocupaba la prueba escrita. Tras las clases particulares con Nezu, ese examen era pan comido. Pero en cambio, no estaba tan confiado en la prueba física. Eraser le había explicado que no podía usar ningún arma, por lo que le preocupaba que eso le perjudicara. La verdad, es que estaba acostumbrado a usar armas arrojadizas y cuchillos en vez de la fuerza bruta. Pero, lo que de verdad le preocupaba, era llegar a decepcionar a todas las personas que habían apostado por él. Sabía que era fuerte, ese no era el problema. Pero ¿tiene lo suficiente para ser un héroe? Porque, ¿de qué le sirve ser fuerte si no tiene las cualidades de ser un verdadero héroe? ¿Sería suficiente?

A pesar de todo el tiempo que había pasado en la ciudad, él continuaba siendo un niño que se había criado en el bosque. Un salvaje. Ya no se comportaba de la misma manera, pero aún tenía ciertas manías que no podía quitarse y que lo hacían parecer un animal. Por ejemplo, a veces empezaba a olfatear a una persona que acaba de conocer; o se asusta ante los sonidos fuertes, gruñe cuando se enfada. ¡Si ni siquiera es capaz de llevar zapatillas!

Izuku estaba murmurando en su cama mientras su padre adoptivo lo observaba desde el marco de la puerta. Kaito suspiró y se acercó lentamente para acariciar su pelo, lo cual sacó de la espiral de pensamientos en la que estaba encerrado el pecoso.

- ¿Qué te preocupa, zorro astuto? – preguntó con voz suave mientras enredaba sus dedos entre los rizos del adolescente.

- Tengo miedo de decepcionaros. – admitió Izuku sin mirarlo. – Habéis hecho tanto por mí, que temo no estar a la altura de vuestras expectativas.

- Zorrito. – susurró Kaito enternecido. Había momentos en los que le recordaba a un cachorrito. Izuku no le había contado mucho sobre su vida en el bosque, pero sabía lo suficiente para saber que no había sido fácil. Al licántropo aún le sorprendía que, tras haber vivido un infierno de niño, esa parte infantil e inocente siga viva dentro de su cachorro. – Pase lo que pase mañana, te aseguro que no vas a decepciona a nadie; y mucho menos a mí. – las palabras de Kaito lograron llamar la atención del pecoso. – Aún no logro entender cómo has conseguido adaptarte a este mundo en tan poco tiempo, zorrito. Para mí, verte crecer durante este tiempo ha sido un regalo, y no puedo estar más orgulloso de todo lo que has crecido en tan poco tiempo. – las palabras de su padre adoptivo consiguieron sacarle unas pocas lágrimas al pecoso, aunque no fue el único que estaba llorando. – Además, pase lo que pase, no será tan terrible como el día que tuve que enseñarte a usar el baño.

- ¡Papá! – gritó avergonzado Izuku. – Ambos acordamos que no volveríamos a hablar de ese día.

- Lo sé, pero aún aparece en mis pesadillas. – ambos rieron ligeramente.

Hablar con su padre adoptivo había conseguido eliminar todos los miedos que pudiera tener el pecoso. Izuku miró a Kaito y de un movimiento veloz lo abrazó con todas sus fuerzas.

- Gracias papá. – le susurró el adolescente al licántropo. Kaito intentó no mostrar lo contento que le ponía escuchar a Izuku llamarle así, pero su cola lo delataba.

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