8

194 14 0
                                    

-Jennie, amor. Despierta -la meció su madre por encima de las mantas- debemos ir a la casa de los abuelos.

Jennie estaba semi dormida, pero oír eso simplemente le quitó todo rastro de sueño.

En un movimiento brusco quitó las frazadas

que la cubrían y miró fijamente a su madre. Era sábado. Los sábados eran su día especial. Su día libre. El día en que veía a Lisa ¿Por qué ir a la casa de sus abuelos? Eso sólo lo hacían los días domingo. La miró con el ceño fruncido en espera de una respuesta, aunque ninguna que pudieran darle le agradaría.

-Los abuelos se van de viaje mañana. Por eso haremos el almuerzo familiar el día de hoy.

-No -respondió seria.

-Jennie...

-No iré.

A Karla le agradaba la idea de que su hija hablará más. Pero esta situación simplemente le rompía el corazón. Esos almuerzos se alargaban por horas y volvían muy al atardecer. Si iban era muy probable que Jennie no pudiera ir al centro comercial.

-Debes ir -le dijo afligida.

Ella pudo ver como sus ojos se cristalizaban un poco, su rostro seguía con expresión molesta. Supuso que estaba experimentando demasiada impotencia en esos momentos. Salió rápidamente de la cama y se dirigió al baño, dónde se encerró durante varios minutos. Toda esa situación le resultaba demasiado injusta. No era justo que la privaran de lo que más feliz la hacía en el mundo. Sentía un nudo en su garganta. Tanta práctica en vano. Trataba de calmarse. Luego de pasar largo rato encerrada finalmente salió y fue hasta la sala donde se encontraban sus padres ya cambiados, listos para salir.

Ella simplemente estaba con unos cómodos y viejos pantalones de gimnasia y un sweater de lana que le había tejido su abuela hace algunos años.

- ¿No te cambiarás de ropa, cariño? -preguntó su madre.

Ella negó con su cabeza viéndola de manera fija. Claramente estaba molesta. Muy molesta. Karla sintió como su corazón se oprimía. Jennie había estado respondiendo con palabras y ahora un cambio repentino de planes había arrojado todo por la borda en cuestión de minutos.

-Intentaremos regresar temprano e ir al centro comercial ¿Sí? No puedo prometerte nada. Por favor no te enojes.

Ella sólo la miró fijo y desvió su vista hacia otro lado. Se encaminó hacia el auto y se subió a él. Cuánto más rápido se librará de la reunión familiar, más posibilidades había de verla al menos unos minutos. Incluso segundos.

Una vez llegados a la casa de sus abuelos, Jennie apenas si los saludó a ellos por educación. Estaba claramente enojada y no quería que nadie la molestara. Ni siquiera se molestaba en responder con gestos, sólo hacía oídos sordos a todo lo que le hablaban. La bronca le había quitado incluso gran parte de su apetito. Los demás reían y hablaban entre ellos. Ella sólo miraba fijamente el reloj de la sala. Faltaban tan sólo veinte minutos para las seis de la tarde. El horario en que finalizaba el turno del trabajo de Lisa. Y sus padres no se veían muy interesados en abandonar pronto la plática. No podía soportar la idea de no verla. Ni siquiera podía ir caminando, dado que la casa de sus abuelos estaba en las afueras de la ciudad. Sólo había algo que podía hacer.

-Mamá -la llamó tomándola del brazo.

Ella dejó de reír y prestar atención a la conversación para concentrarse en Jennie. Hacía muchísimo tiempo que no la llamaba así. Sólo lo hacía cuando algo era realmente importante.

-Por favor -la miró con genuinos ojos de súplica. Si había alguna esperanza de llegar a ese lugar a tiempo todo estaba en manos de su madre.

Ella la vio afligida que estaba y luego vio el reloj. Las posibilidades de llegar a tiempo eran realmente pocas, pero lo intentaría.

La chica de los CD'S | jenlisa | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora