No era cierto, el rey seguía vivo, no con sus tropas, pero sí estaba vivo. Tan rápido como en el castillo las personas se enteraron, Lurenia, mando al mensajero real que diera el aviso a la base central para confirmar sí realmente el rey Gris estaba muerto.
La carta llegaría en unos días, cosa que molestaba a Lurenia porque tenía a la reina desesperada, por más que la calmaban ella no daba señales de querer tranquilizarse.
La pregunta era, ¿por qué Lurenia era la encargada de estas cosas si sólo era hija del cazador? Simple, el rey Gris la estimaba aún, para no decir otra cosa y la reina le parecía buena idea tener apoyo.
Sí fuera por ellos, Lurenia fuera parte del ejército y viviría con ellos en el castillo, pero no es posible, debido a que ella misma no quiere ser parte de nada con ellos.
—Y, ¿si nos envías? —propuso Azazel acercándose a su madre, aprovechando que estaba más sola—. Viendo la crisis que hay en este lugar, pienso que sería más rápido que fuéramos, Ayrica y yo.
—No es buen momento. —respondió leyendo una de las tantas cartas que habían llegado desde el oriente—. Recuerda que esto no es una casería con lo que hacemos en casa.
Azazel suspiro y se acercó aún más a su madre, sabía que la decisión era definitiva, pero insistir un poco no estaba de más.
—Mamá. —la miró de perfil, observando sus facciones, le gustaba mirarla, le parecía tan bonita, tan joven e irreal, sin embargo, no entendía porque una mujer tan hermosa como ella podía ser una cazadora. No juzgaba, pero esa duda la tuvo desde siempre.
Cuando era niño, tenía la creencia que ambos era hermosos, debido a la genética que se cargaba Lurenia y eso era cierto.
—No hagas eso, Azazel. —esas técnicas de convencer a su madre de algo, era típico del joven rubio—. No me gusta que te hagas así a verme fijamente, me incomoda.
—Vamos mamá, por favor, sólo vamos a eso y venimos, no es necesario que envíes unos 30 hombres. —los pucheros y la incontrolable forma de como suplicar, era lo que consideraba Lurenia, algo tierno e irritable—. Podemos ir Ayrica, yo y un pequeño grupo de hombres, unos 10 nada más, volvemos en lo que canta un gallo.
Antes de responderle por enésima vez que no, alguien tocó a su puerta. Ella dio permiso de pasar y rápidamente el guardia real hizo su pequeña reverencia.
—Mi lady, la reina la espera. —pronunció y Azazel no pudo evitar rodar los ojos. Quería seguir insistiéndole.
—Enseguida voy. —respondió dejando las cartas. Salió de aquella habitación con pasos seguros, por su mente pasaba la posibilidad de que deberían preparar a el primogénito del rey, o sea, Eryx, el cual estaba más que preparado, pero era sólo una idea, que no tomarían en cuenta.
Azazel prefirió no seguirla y se fue en busca de su hermana, muchos en el castillo hablaban de lo diferentes que eran, sin embargo, eso no le molestaba, se sentía orgulloso de eso.
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Solna
FantasiEn los inicios de la tierra, antes de la fusión del reino elemental y el humano, existía la división en todos los reinos, los monstruos eran visto como escorias, los elementales como fenómenos y los humanos eran los únicos que se consideraban "norma...