De Amigos de Infancia a Amantes (Adriloe)

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Todos tenemos a ese mejor amigo, el inseparable, el que te conoce más de lo que te conoces a tí misma. Ese amigo de mocos que conoces de toda la vida, con el que te daba asco pensar en besarlo cuando eras una niña y comenzabas a entras a la adolescencia. Ese amigo que hace lo que sea por verte bien y feliz. Ese amigo del que cuando empiezas a crecer y madurar te comienzas a enamorar...

Eramos vecinos, ibamos a la misma primaria y prácticamente solíamos vernos a diario. Jugábamos, nos peleábamos y luego nos reconciliábamos. Como todo niño, ¿No?

Él era amable y gentil, siempre lo fue. Pero también era alguien divertido y carismático.

Cuando entramos en la preparatoria las cosas comenzaron a cambiar un poco, después de todo ya no eramos unos niños.

Recuerdo que solía bromearlo con respecto a su físico, si bien, no había nada de malo en él, era algo con lo que me gustaba bromear pues él siempre respondía cosas como:

«No sabes apreciar la belleza y perfección de este chico»

Ese tipo de cosas solían hacerme reír bastante.

En la escuela solían bromearnos diciendo que eramos novios y que nos ibamos a casar, aunque yo me ponía nerviosa y solía intentar explicar que sólo eramos amigos, él solía sonreír y abrazarme por los hombros para luego decir cosas como:

«¿Por qué? Eso te pone celoso»

Yo me sonrojaba a tal punto que mi rostro parecía un tomate muy maduro, mientras él sólo sonreía y luego se carcajeaba burlándose de las caras de quienes nos bromeaban. Nunca entendí cómo podía tomarse ese tipo de cosas tan a la ligera.

¿Es que en realidad ese tipo de cosas no lo ponían para nada nervioso?

Yo no era para nada experta en el amor, no sabía lo que era. Y no lo supe hasta que un baile de la escuela lo vi besándose con ella, Marinette Dupain-Cheng.

Marinette era la clase de chica que todos admiraban, la clase de chica amable y agradable con la que todos querían pasar el tiempo, la clase de chica que siempre se llevaba los halagos y elogios de todo el mundo. La clase de chica que al parecer podía enamorar a cualquiera, incluyéndolo.

Esa noche quise convencerme de que sólo eran celos de amiga, quise convencerme de que mi corazón no estaba roto, quise convencerme de que no me había enamorado de mi mejor amigo.

Los siguientes días fueron bastante duros, pues ya casi no nos veíamos, él pasaba bastante tiempo con ella y parecía que incluso ya se había olvidado de nuestra amistad, lo que claramente, dolía.

Sin embargo, yo era Chloe Bourgeois, jamás demostraría lo destrozada que estaba por eso. Seguí con mi cabeza erguida y así pasaron las siguientes semanas de clases.

No fue hasta que una tarde, Kim Chemliêm, el capitán del equipo de fútbol, se me acercó para invitarme a una cita.

Sinceramente no estaba interesada, pero al notar la mirada de Adrien sobre nosotros, en un estúpido intento de querer hacerle sentir celos, acepté e incluso le coqueteé con descaro.

– ¿Qué haces, Chloe? – preguntó Adrien llegando a mi lado cuando Kim se alejó

– ¿Qué parece que hago? – pregunté esbozando una pequeña sonrisa – acepté una cita

Miss Cliché (Chloe bourgeois)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora