Capítulo 5: Un barco a la deriva

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Boun no tenía muchas ganas de esos días en una casa no conocida, teniendo que terminar su exposición.

Decidió dedicar un tiempo a sus cuadros, a su arte, antes de empezar a ejercer de profesor.  Destapó el lienzo a medias.  Podía parecer una mezcla sin sentido de colores, pero representaba un mar embravecido, el agua azul oscuro, la espuma de las olas abatiendo un pequeño barco que se escoraba en la tormenta.

No le solían gustar los diseños simples pero ese había aparecido en su cabeza y se había visto obligado a darle vida.  Era como una obsesión, un lienzo mayor de lo habitual y un trabajado detalle en ese movimiento.

Y sin embargo llevaba meses con ese cuadro, haciendo, corrigiendo, abandonando y despertando en plena noche presa de una inspiración febril.

Prem entró en el cuarto.  Se acercó en silencio y observó el lienzo.  Parecía que ese mar iba a traspasar la barrera de lo irreal y salpicarlo para arrastrarlo a la tormenta.

-Es muy... bonito.

-Está sin acabar.  No se que le falta exactamente, pero no está acabado.

-¿Es acuarela?

-No -Boun mezcló los pigmentos hábilmente con el pincel -la acuarela es adecuada para cuadros que quieras que sean ligeros, con colores vivos o pálidos.  Esto es óleo sobre lienzo.  Me permite dar más volumen y que el espectador entre en... la... tormenta.

-Quizás eso que buscas es un rayo de sol en ese cielo oscuro.  Un poco de esperanza.

Boun le miró en silencio.  Volvió la vista a su cuadro.

-¿Así que crees entender mi cuarto mejor que yo mismo?

Pero puso pintura amarilla y anaranjada para dibujar un tímido sol entre los nubarrones negros y gris oscuro.

-A veces otros ojos dan otro punto de vista

-Llevo meses trabajando en él.  Sueño con el, en movimiento.  Voy dentro del barco y se mueve con violencia.  Siento que cuando acabe el lienzo dejaré de soñar con ello.

Se hizo un silencio incómodo.  Boun no acostumbraba a abrirse tanto, y Prem no estaba habituado tampoco a eso.

Boun hizo ademán de recoger.  Prem se levantó y se sentó a su lado.

-No quiero estropearlo, pero tengo alguna idea... por favor, guía mi mano.

Boun sostuvo su mano.  Prem sintió un escalofrío extraño.  Su mano era grande y cálida.

-Mira, el sol es demasiado leve... quiero hacer que se abra paso e ilumine el barco.

Boun fue guiándolo. Un rayo solar hacía que el barco en peligro viese un poco de luz.

-En digital usamos un truco... necesito pintura marrón.

-¿Para qué?

-Para la línea del horizonte.  Así el barco verá esperanza al final de la tormenta.

Juntos fueron dibujando las aportaciones de Prem.  Este ni se fijaba en sus dedos sucios, estaba emocionado con lo que empezaba a surgir.  Ya no era un barco abandonado a la deriva, era un barco que alcanzaba a ver tierra y a notar que las últimas olas eran menos agresivas.

Cuando acabó, se quedó mirándolo.

-El barco estará a salvo -murmuró Boun.  El barco era el, siempre lo había sabido.  Un barco perdido en un mundo de soledad profundo, años de soledad, inquietud y miedo.

Y ahora ese chico había dado luz y esperanza al barco.

-¿Puedes dejarme solo un rato, por favor?

-Iré a pedir la comida.  Baja en media hora.

-Toma -Boun le alargó una crema -ayuda a quitar la pintura.

Escuchó la puerta cerrarse, pero sus ojos estaban perdidos en el cuadro.

El Tutor ||BounPrem||Editada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora