10. ¿Quién es la "mudita" ahora?

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Narración del autor:

Pasaron exactamente once años desde la última vez que Lalisa tuvo contacto directo con Kim Jennie en las nostálgicas aulas de la primaria. Todo lo acontecido en años, había permanecido justo allí, sin partir hacia otro rumbo.

Lalisa aún permanecía sonriendo de vez en cuando a cada que el nombre de Kim Jennie se le pasaba por la cabeza. Incluso seguía haciéndose la misma pregunta a cada que se acordaba de ella; ¿Qué será de la vida de la famosa niña caritas?, ¿Engordó?, ¿Será una mami gallina de seis polluelos en la actualidad?, ¿Estudia o trabaja en la bajada del mercado vendiendo cosas de segunda?

Aunque a fin de cuentas, le interesaba obtener respuesta a una sola pregunta en específico...

Para cuando la vuelva a ver, ¿Jennie se encontraría soltera?

Aunque de cierto modo eso no le preocupaba tanto. Se sentía lo suficientemente capaz como para arrebatarle la novia o el novio a cualquiera con un simple chasquido de sus largos dedos. Y mejor aún, con el poder seductor de sus palabras y ese pícaro guiño que desprendían su par de ojos coquetones y juveniles.

—¡Ándate a la puta, Rosseane! —refunfuñaba una cólerica Lalisa de ya unos veinte años, con una apariencia para nada comparada a la Lalisa de los diez.

La de la primaria, solía vestir mucho más femenina y sobre todo, dulce. Con sus vestiditos de colores y peinados entre trencitas y coletas, con aretes de mariposa y pulseras de bolitas.

Pero al día de hoy, todo aquello simplemente, se había esfumado. 

Ahora tenía una apariencia más varonil. Con un gorrito negro que cubría su cabello negro azabache a la altura de sus hombros, y su flequillo con corte al estilo chino. Traía puesto pantalones bolsacheras, blusa de mangas delgadas adherible al cuerpo y corta a la mitad cuyo objetivo era el de mostrar su marcado vientre. Y encima de ella; una chaqueta Jeans de mangas largas. A sus pies no había mucha diferencia respecto a todo lo demás; traía un enorme botín negro ajustable con complicados y extensos pasadores.

—Estoy siendo sincera contigo, pedazo de idiota. ¡Deja de malgastar tu tiempo! —recriminaba Rosseane.

—¡Qué carajos te importa!, ¡Vela por ti y por el desgraciado que se encarga de enterrártela!

Rosé negó con indignación—. Contigo solo se habla en vano. No tienes remedio Lisa —salió de la habitación enfurecida, con los mil demonios domandola.

Al cerciorarse de que ella se había marchado, Lisa tiró estrepitosamente de la puerta para finalmente cerrarla, acabando por empuñarse los cabellos con ambas manos mientras lloraba de amargura en aquella habitación a oscuras.

¿Por qué todo el mundo la tildaba de malgastar mucho su tiempo? A fin de cuentas ella trabajaba por el dinero, las zorras, y la bebida sin llegar a perjudicar a algún miembro de su familia en el acto.

Pero entonces, ¿Por qué eso tenía que enfadar de sobre manera a sus padres e incluso a su hermana?, si a ellos también les daba dinero y no era poco.

Lo cierto era que tenía esa idea que solo de tal modo, encontraría la felicidad. No se percataba aún de que existían personas en su entorno con quienes sí valía la pena gastar tanto el tiempo, como su dinero.

Que ahí estaba la verdadera felicidad, justo en frente de sus narices; al lado de las personas que siempre estaban para ella y la habían visto crecer.

NOW, WHO'S THE MUTE? &lt;JenLisa&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora