Ready For The Mayhem

Extra

Sawada Tsunayoshi tenía veinte años y creía que tenía todo el derecho bajo el sol para beber hasta perder el conocimiento.

No era alcohólico y ciertamente no consumía tanto licor como la mayoría de los hombres italianos que lo rodeaban. De hecho, la mayoría de los días prefería no probar ni una gota de esa cosa amarga.

Hoy no era uno de esos días.

Su primer enamoramiento estaba oficialmente muerto desde hace media hora. No literalmente, por supuesto, solo en sentido figurado. Tsuna había estado enamorado de una chica en su escuela secundaria y este enamoramiento no se desvaneció incluso después de que todos se graduaron y Tsuna se mudó a Italia. Aunque su hermano mayor, Sasagawa Ryohei, se convirtió en el guardián del sol de Vongola Decimo, Sasagawa Kyoko todavía era solo un civil. Ni Ryohei ni Tsuna pensaron que era correcto arrastrar a la chica al lado oscuro del mundo. A Tsuna le había gustado durante tanto tiempo, pero a medida que envejecía y comenzaba a asumir más responsabilidades dentro de Vongola, su amor por ella tuvo que pasar a un segundo plano. Era difícil considerar formar una familia o tener citas en general cuando estaba enterrado bajo el papeleo o peleando en situaciones desagradables.

Él había sido ingenuo. Cuanto más se sumergía en el mundo de la mafia, más se daba cuenta de que Kyoko no debería tener nada que ver con esta vida. No se merecía una vida de peligro y sangre, estar esperando a un marido del que nunca sabría si iba a volver a casa de una pieza todas las noches. No tenía entrenamiento formal en ninguna de las artes marciales y no era un prodigio deportivo. Kyoko creció en Japón, en una época en la que el brillo de All Might superaba cualquier amenaza malvada. La niña pertenecía a una sociedad de paz donde debería estar pensando en qué cenar y no si la matarían en un baile.

Además, Kyoko era una buena persona. Era amable y gentil, con la paciencia de un santo. Sería egoísta por parte de Tsuna cortejarla y traerla a un mundo donde había demasiadas dagas escondidas detrás de sonrisas amistosas. Las esposas de la mafia, incluso las novias, no estaban seguras y tenían sus propias guerras que pelear. Quizás no todos con una espada o pistolas, pero sus palabras ciertamente no dolieron menos. Ellos también eran objetivos. El primero en ser un ejemplo de cuando las rivalidades se calientan o se convierten en daños colaterales ya que a las balas no les importa lo bonito que uno sea.

Tsuna no tenía idea de cómo Katsuki hizo esto. Y mucho menos hacer malabarismos con todas estas políticas de la alta sociedad de la mafia con su trabajo de héroe. Reborn tenía razón cuando dijo que Xanxus era un bastardo afortunado por encontrar a alguien tan perfecto para el papel, cuya compañía también disfrutaba.

Sería cruel por parte de Tsuna exigirle a la persona que amaba tener que desarraigar todo lo que ella conocía y tirar la vida que había construido hasta ahora para aguantar todo esto. Eso no fue amor. Eso fue puro egoísmo.

Si la amaba, necesitaba dejarla ir.

Pero eso no significaba que no le doliera cuando lo hizo.

Tsuna no tenía intención de emborracharse con sus guardianes. Eso sería un desastre ( Hibari borracho fue una catástrofe que Tsuna prohibió que apareciera en la historia de la humanidad nuevamente) y estaba bastante seguro de que Reborn vendría a dispararle o lograría convertirlo en otra oportunidad de enseñanza.

No. Tsuna no estaba dispuesto a aceptar eso. Tampoco beberá con su padre. Iemitsu no había sido un gran padre para él. Por supuesto que tenía problemas con el padre. Iemitsu tuvo suerte de que la madre de Tsuna lo quisiera tanto.

Así que eso lo dejó con una última opción.

"Salud", brindó Tsuna, levantando una botella entera de vodka en dirección a Xanxus. El jefe de Varia estaba sentado cómodamente en el sofá frente a Tsuna, levantando los pies sobre la mesa de café con un brazo colgando perezosamente sobre el respaldo del sofá. Con los años que pasaron, Xanxus ya no tramaba activamente la muerte de Tsuna, al menos, ya no tan abiertamente.