Pasaron días, muchos días, y su situación no era buena. Vivía en aquella jaula de oro. Le vistieron con sedas, aunque estaba casi descubierta, y las estaban "entrenando" para "entretener" a los nobles de ese país, Stella jamás en su vida se había sentido tan humillada. Lo único que la mantenía algo cuerda, era pensar que solamente debía esperar... El día del eclipse que anuncio, que caería sobre Eraklyon destruyéndolo. Eso sí no la dejaban volver a su casa. Solaria necesitaba a su guardiana. Y esa era ella.
- El sol se cubrirá, igual que el resplandor de este reino. Pero este último... No volverá - murmuro riendo por quinta vez ese día.
"Está loca" habían dicho todas las criadas y esclavas, nadie se le acercaba, nadie la ayudaba y solo la tacharon de loca, sin saber lo que se esperaban. Ruinas y sufrimiento era lo que anunciaba.
No le gustaba, tampoco ella quería maldecir una nación así, pero no le daban salida, Solaria la necesitaba y era el escape que las estrellas le ofrecían, aunque fuera cruel e injusto, ellos, los de ese reino también estaban siendo así con ella. Estaba segura que tampoco era algo que el Sol o la Luna quisieran, pero así como Domino tenía el Dragón para protegerlos y su llama, Solaria tenía el sol y su luz, y esa era ella, la elegida de las estrellas, así que no tenía remedio.
- Pequeña Bruja loca- la llamo Lazulli, esa jefa de esclavas, que la había apodado de esa manera.- Arréglate, alguien pidió que lo acompañes hoy- le dijo dándole un conjunto de ropa.
Era un top naranja con escote pronunciado, un par de cadenas para marcar su cintura, y una falda "de muslo" con dos aberturas que cada vez que caminaba se notaban sus largas piernas, y brazaletes de oro, además de una tiara azul que hacia juego con la ropa.
Ya que Stella se había negado a cambiarse y lavarse, Lazulli y Mitzy se encargaron de hacerlo. Terminaron de arreglarla maquillando su rostro llenandola de brillos, tanto el rostro como los brazos.
Se miro al espejo sintiéndose sucia, parecía una verdadera ramera que trabajaba en una taberna.
La guiaron caminando por extensos pasillos hasta llegar a una enorme puerta custodiada por dos guardias.
- Bien pequeña zorra entra- le ordenó Mitzy- solo a ti te he envidiado el trabajo está vez, estarás con un buen hombre, pero no sueñes demasiado: es mío - Declaró señalandola con esa regla metálica que utilizaba para corregir los comportamientos.
- No te preocupes, con gusto te cedo entonces mi lugar, después de todo, creo que te queda mejor el papel de puta que a mí, ¿No te parece? - le dijo Stella con una sonrisa mirando como esa Mitzy apretaba las manos alrededor de la regla.
La empujó dentro de la habitación cayendo de lleno al suelo. Al levantar un poco la vista miro un par de botas negras frente a ella, y al levantar furiosa su mirada, vio al mismo hombre que le había apurado afuera el primer día. Cabello desordenado y pulcro traje color verde, además de esa piel color olivo, y sus ojos marrones con una expresión casi dulce. Casi
- ¡Por Dios!¿Estás bien?- Se arrodilló junto a ella ayudándola a ponerse en pie y luego se quitó el saco del traje que llevaba puesto y lo puso en los hombros de ella.- lo siento por la manera en que te trajeron hasta aca- se disculpó sinceramente.
Era una escena interesante de ver, un hombre de alto rango preocupándose por una ramera, un noble ayudando a esa pobre princesa que lo había perdido todo y apenas le quedaba parte de su orgullo. De lo que había escuchado, el soltero que más mujeres del harem deseaban y la bruja que había maldecido a todo Eraclyon. Casi reía.
-¿Porque me ayudas?- le pregunto ella mirándolo con desconfianza, después de todo, eran enemigos. O así lo miraba ella.
- ¿Porque no lo haría?- le pregunto él - por favor ponte cómoda, no te preocupes por mi, solo te pedí venir para que estés segura - juro él señalando un sofá.
Y algo en su mirada le decía a Stella que podía fiarse de él, pero no quería hacerlo. Se levantó del suelo sin quitarle los ojos de encima al hombre y se sentó al borde del sofá de cuero que adornaba ese lugar, acomodando los trozos de tela que llevaba por falda para cubrir sus rodillas y sus pies descalzos (solo adornados con cintas color azul), y el chico al darse cuenta de esto la cubrió con una pequeña manta, acercando una silla para sentarse frente a ella.
- ¿Porque me pediste venir? Creí que querías divertirte conmigo- le pregunto Stella llendo directo al grano, no le importaba más nada y no quería darle la oportunidad de verla débil.
-Te lo dije: por tu seguridad - le prometió de nuevo- Mi rey te quería en su presencia, y como yo nunca he tenido una mujer le pedí que escogiera a alguien más, puedo decir que me hizo ese favor. Por eso te enviaron aquí - le explicó tranquilamente y le ofreció una taza de lo que parecía ser té - Además yo te lo debía.
Ella se quedó en silencio. Esperaba todo menos eso. ¿Deberle? No recordaba alguien como él.
- ¿Porque? ¿Hice alguna vez algo por ti?- le pregunto aceptando la taza y oliendola.
No estaba envenenada. Le dió un sorbo. Apenas para que se mojaran un poco sus labios.
- Si, hace un tiempo estuve en Solaria. Aún recuerdo que me metí en un par de líos y la princesa me salvó - le explicó y luego le sonrió con melancolía - Y lo siento por qué las cosas se dieran así, pero desde aquel día estás en mi mente.
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LUZ DE PRINCESA
FanfictionDe princesa a esclava... Temida por sus poderes, pero no lo suficiente. Stella fue vendida como esclava. Hablando por el sol, que ese reino caería a sus pies... Pero ese hombre fue el que realmente cayó. O tal vez ya estaba a sus pies antes de tod...