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Conocía el camino, pero no podía ver bien, la visión borrosa y el mareo no la estaban ayudando. Y en cuanto Brandon la miro corrió a ayudarla.

- ¿Estás bien?- pregunto cargándola en sus brazos.

- Solo estoy mareada, puedo caminar - le replicó intentando bajarse.

Pero el ya la tenía, la cargaba al estilo princesa, manteniéndola muy cerca de él para tener mejor agarre.

- ¡Brandon!- el grito de Mitzy se hizo presente en todo el pasillo.

Cuando la miro, ella caminaba también deteniéndose en la pared, y su brazo estaba rojo por una quemadura.

Y no necesito preguntar para saber que había pasado, incluso porque el notaba la mano roja marcada en la mejilla de su princesa rubia.

Sintió coraje, Mitzy siempre era asi, pero está vez había sobrepasado sus límites.

— No te quiero volver a ver cerca de Stella — le advirtió cuando paso a su lado.

El rojo se hizo evidente en las mejillas de la mujer, mientras Stella, si no se sintiera tan mal, podría reír de eso. Porque aquel hombre la estaba protegiendo.

Nunca necesito la protección de nadie, no damas de compañía, no guardias, ni siquiera de sus padres, Stella siempre fue muy independiente, siendo la persona más poderosa de un reino, no podía ser de otra forma, pero allí estaba, siendo cuidada por un hombre.

Que aunque ella no lo admitiría nunca, le gustaba esa sensación, de poder descansar de cuidarse las espaldas a si misma, alguien ya lo hacia.

...

Llegaron a la habitación y le dió un vaso de agua, sentandola en el sofá, cubriéndola, para que no esté incómoda y sentandose frente a ella, cómo ya era rutina.

— Stella, si tú volvieras a casa... ¿Que harías?— le pregunto el de pronto, sorprendiendola por eso.

— Si volviera a casa...— Stella lo había pensado tanto desde que llegó allí que ahora que se lo preguntaban no sabía, es decir, no sabía si quería algo realmente.— no lo sé... Volvería a mis trabajos— contesto hundiéndose de hombros— a mis responsabilidades y... Mi vida.

Pero todo cambiaría, Cassandra ahora sería la esposa de su padre, la reina, y tendría una hermanastra que odiaba con su alma, posiblemente sería un ambiente hostil, pero tendría a sus amigas de nuevo, pero también... Estaría lejos de él.

— Te ayudaré a volver— soltó Brandon de repente, sorprendiendola.

— Te meterás en problemas.— le dijo ella negando con la cabeza, aunque quería creer que existía esa posibilidad de regresar

— No me importa — declaró decidido— Haré lo que sea para regresarte a tu vida.— le prometió tomando las manos de la rubia entre las suyas.

Las manos de Stella eran pequeñas y delgadas, finas y suaves, en contraste a las de él, que eran grandes y ásperas. Brandon no pudo evitar darse cuenta, sonrió inconscientemente, no sabía ni de dónde había salido el pensamiento, pero Stella era tan pequeña que la quería proteger.

— Si tuviera mi anillo, mi cetro... Todo sería más fácil — divagó la chica, ajena a los pensamientos del joven.

— Si lo tenías el día que te capturaron, entonces los mercenarios lo tienen— le aseguro Brandon, quien seguía perdido en sus pensamientos, aunque se obligo a volver a la realidad — Recuperemoslo.

Stella sintió emoción correr por todo su cuerpo, tenía tanto sin sentir esa adrenalina, que le hizo volver a sentir esa chispa, ese recordatorio que estaba viva.

—¿Que haremos?— le pregunto sin poder ocultar una genuina sonrisa, y desde que llegó, era la primera vez que sonreía de esa manera, y le sonreía a él.

— Salgamos mañana del palacio a buscarlos, le pediré a alguien que venga con nosotros, él será una gran ayuda— Dijo él improvisando un plan, ya que no lo había pensado.

— Tengo algo más que pedirte— le dijo ella apretando la mano de Brandon y bajando la vista a sus manos entrelazadas.— Si de verdad logro ir a casa, prométeme que volveremos a vernos — pidió ella mirándolo fijamente a los ojos.

Esos ojos miel, derritieron el corazón de Brandon, haciendole latir desembocado, pero atino a sonreírle de vuelta.

— Librarte de mi será más difícil que eso mi princesa— dijo él en un tono coqueto.

Provocando que ella riera, nunca antes se había reído de alguno de sus chistes, pero él sabía porque ahora, era porque podía volver a sentir su libertad.

— No me rete mi caballero— dijo ella en el mismo tono coqueto, acercándose peligrosamente a él — pero aún no quiero dejar de verlo— dijo muy cerca de su rostro en un tono coqueto, dejando a Brandon sin palabras.

Al ver su reacción, ella se rió de nuevo y se recargo de nuevo en el sofá, alejandose nuevamente de él, con el corazón latiendo desembocado.

Pero Brandon fue quien se acercó a ella está vez, acortando la distancia lo suficiente para que sus alientos se mezclen, cargándose con ambos brazos sobre el sofá donde la rubia estaba, dejándola entre la recargada y su cuerpo.

— Sus comentarios pueden ser mal interpretados Mea principesa — murmuro acercandose más a ella, deteniéndose a milímetros de sus labios

Esos labios que lo habían perseguido en su mente, si tan solo pudiera besarlos...

Stella cerro sus ojos, sentía su corazón latir como nunca, no sabía que ella lo anhelaba tanto.

Con una mano, Brandon acarició la mejilla de la chica, y ella se acercó más a él...

Solo un poco más...

Nuncs en su vida había odiado más el sonido de la puerta. Ambos se alejaron torpemente a la par que la puerta se abría, entrando Sky.

Y Brandon empezaba a considerar cometer un delito matando aquel príncipe amigo suyo. Mientras que, Stella sentía las mejillas ardiendo.

— Lo siento, no quería interrumpir — se disculpo el rubio bajando la mirada para no ver a la mujer.

— ¿Que quieres Sky?— le pregunto Brandon apretando los dientes.

— Tenemos un problema— contesto volviendo la vista a su amigo — Lo siento señorita, necesito a Brandon — se discilpo— te espero afuera.

Sin más, Sky salió de la habitación, dejando al par solos de nuevo, la primera en romper el silencio fue Stella.

— Debes ir, parecía importante— Dijo ella recuperando la compostura.

— Descansa princesa, volveré
más tarde— prometió.

Dejo un beso en el dorso de la mano de la joven y salió tras Sky.
Llevando consigo el corazón de Stella y dejando el suyo con ella.

LUZ DE PRINCESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora