capítulo siete

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capítulo siete;

La semana pasó demasiado rápido para el gusto de Harry, que cada vez estaba más nervioso y menos convencido de que el cortejo extraño fuera a funcionar. Sin embargo, gracias a Merlín, había tenido una semana bastante ocupada y no había tenido tiempo real de desquiciarse.

Primero, porque la segunda tanda de asesinatos había alterado mucho más a la comunidad mágica, para su secreta diversión.

Augustus Rookwood, Inefable conocido por haber sido mortífago, fue encontrado en su casa asesinado por un Avada. Las protecciones no habían sido alteradas y no había pistas. El resto, sin embargo, habían sido en Azkaban; Alecto y Amycus Carrow, Peter Pettergriew en su celda provisional y Fenrir Greyback, el famoso hombre lobo. La gente, con el último, estaba bastante complacida, aún si el miedo a que alguien pudiera entrar y salir de Azkaban a su antojo para perpetuar crímenes se estaba extendiendo como la pólvora.

Harry, a pesar de todo, estaba tranquilo por esa parte. Amelia Bones se aseguraría de que nada lo salpicara a él ni a ninguno de sus protegidos, eso entraba dentro del acuerdo. A cambio, Harry terminaría con Dumbledore y Voldemort sin desencadenar una guerra. Evitaría las máximas muertes posibles, era lo único que Bones le había pedido a cambio: el mínimo derramamiento de sangre inocente, y ella lo cubriría y ayudaría en lo que pudiera. Conocía los entresijos de la guerra y la falta de moral que tenías que tener si querías terminar de ella, por lo que no se había sorprendido demasiado cuando Harry le había expuesto su plan. Al revés, para desconcierto del adolescente, Madame Bones parecía satisfecha con el hilo de los acontecimientos, sobretodo cuando la muerte de Albus Dumbledore había entrado en el plan.

Harry no había tardado mucho en adivinar por qué. El hermano y la cuñada de Bones habían muerto en una de las secretísimas misiones de la Orden del Fénix y los cuerpos no habían sido encontrados hasta tres semanas después de sus muertes. Los habían torturado y asesinado a sangre fría, todo porque Dumbledore había considerado que el auror y su mujer podían ellos solos con veinte mortífagos. Al principio, Bones había estado enfadada con su familia, preguntándose por qué diablos habían sido tan inconscientes, más si tenían en cuenta que una niña de un mes los esperaba en casa. Tiempo después, sin embargo, Moody había terminado con esa pregunta, incapaz de contener la culpa por guardarle el secreto a Dumbledore. Ni el hermano de Bones ni su cuñada sabían en contra de qué iban, siendo mandados, en principio, a detener a dos mortífagos novatos que habían sido avistados por el área.

Dumbledore los había mandado a morir.

Y Amelia estaba bastante contenta de que se hiciera justicia, porque la mujer sabía que Harry no sería tan benevolente con el viejo como lo había sido con los demás. Harry iba a torturar hasta la locura al hombre y luego, si él mismo no había muerto, seguiría torturándolo hasta que sucumbiera.

No estaba negociando nada de eso aquí.

Tras las muertes y el caos posterior, sobretodo porque Rita Skeeter estaba publicando unos artículos un tanto curiosos, Harry había llevado a Sirius y Remus a Potter's Manor, y casi les había obligado a hacer un voto inquebrantable de que no saldrían de toda la propiedad, que incluía los jardines y parte del bosque que la rodeaba, hasta que las cosas no fueran seguras para ellos. Harry no estaba perdiendo la poca familia que le quedaba, aunque a ellos la situación no le hiciera mucha gracias. De todas formas, a pesar de que no estaban muy a favor de la situación, Harry, tirando un poco del chantaje emocional y la manipulación, consiguió que ellos mismos se emocionaran ante la idea de tener la mansión para ellos mismos durante un tiempo indeterminado e hicieran de buena gana el voto inquebrantable.

Siempre gryffindors, en realidad.

Harry se alegró de que no hubiera sido tan difícil. Siempre podía haberlos encerrado en el sótano, sin embargo, prefería estar en buenos términos con ellos. Los quería vivos, aún si lo odiaban. No había venido aquí a hacer amigos, en realidad, si no a salvar sus culos como no había podido hacer en su línea temporal. Pero si podía protegerlos y, a la vez, tener una buena relación con ellos, bueno, uno no se quejaba de las grandes victorias, ¿verdad? Por lo que decidió pasar un par de días, los primeros, allí.

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