capítulo cinco

2K 250 17
                                    


capítulo cinco;

Remus salió casi corriendo de Gringotts, yendo directamente al Ministerio. Temía, a la par que esperaba con ansias, que Sirius realmente fuera inocente. Repasaba en su mente una y otra vez lo que había aprendido de esa noche, una noche en la que él no estaba porque había sido mandando, otra vez, a las manadas de hombres lobo cercanas a Aberdeen. Para cuando la noticia llegó allí, ya había pasado todo un día.

Esa maldita noche en la que lo había perdido todo. A su mejor amiga. A su hermano de todo menos sangre. A su cachorro.

Y a Sirius. Sobretodo le había dolido perder a Sirius.

Porque Remus, inocente o no, nunca había dejado de amar al hombre. Podía haber creído en su culpabilidad, podía haberle traicionado por eso mismo pero nunca había dejado de amarlo. No había podido.

En sus prisas, casi que ignoró a Amelia Bones, pasando de largo por su lado hasta que la mujer, normalmente seria, lo agarró de un brazo con una sonrisa. Se conocían desde Hogwarts y habían tenido una amistad bastante buena a lo largo de los años. Ambos, habiendo perdido tanto por esa Orden del Fénix, se veían de vez en cuando para tratar de apoyarse mutuamente. Amelia sabía todo lo que Sirius había significado para él y explicaría por qué no estaba sorprendida de verlo allí, casi al borde de la histeria.

—Asumo que vienes a ver a Black.

Remus parpadeó un par de veces antes de asentir.

»Asumo también que el culpable de poner patas arriba el ministerio se ha puesto en contacto contigo en las últimas horas para informarte.—Remus se quedó estático pero negó rápidamente con la cabeza. Tenía un nudo en la garganta que le impedía hablar correctamente. Madame Bones le sonrió de nuevo.—En realidad soy muy consciente del perpetrador de todo este caos, Lupin. Estoy trabajando con él.

Por si acaso, Remus se mantuvo de nuevo en silencio, no siendo muy capaz de adivinar si le estaba mintiendo en busca de respuestas o estaba diciéndole la verdad. Madame Bones, sin embargo, parecía más divertida que otra cosa por su actitud y lo acompañó, del brazo, hasta la sala donde Sirius se encontraba.

»No ha dejado de preguntar por ti. —Le confesó la mujer.—Si no venías, yo misma hubiera ido a buscarte.

Remus dejó escapar un suspiro tembloroso, pero sentía una sonrisa formándose en su rostro.

—Gracias, Lia. —Dejó un beso en su mejilla.—Te veré luego.

Cuando Amelia asintió, él entró en la sala preparándose mentalmente para cualquier cosa. No sabía qué se iba a encontrar y estaba preparado, sobretodo, para encontrarse con un Sirius enfadado por no haber confiado en él. No se merecía otra cosa, si debía ser honesto consigo mismo. Sin embargo, una vez esos ojos grises se posaron en los suyos, Sirius se levantó de un salto y corrió hacia él, estrechándolo en sus brazos.

La sorpresa duró una milésima de segundo, siendo reemplazada rápidamente por el sentimiento de alivio más grande que hubiera pensado sentir jamás. Merlín, lo había echado tanto de menos.

Abrazó con cuidado al hombre esquelético, sintiendo las lágrimas tanto suyas como de Sirius mojar sus ropas. No importaba demasiado, en realidad, no cuando estaba allí. No cuando lo tenía con él después de todo.

—Lo siento, lo siento.—Le susurró a Sirius, quién al escucharlo se apartó un poco para mirarlo a la cara. Los ojos grises que tanto había amado, que todavía amaba, estaban llenos de tormento. No quedaba nada de ese brillo malicioso de siempre. Se le retorció algo en las tripas.—Lo siento mucho. Yo no...

just survive somehow;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora