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Me quedé sentado en el sofá, mi vista estaba fija en Jane, me estaba mostrando unos de sus muchos vestidos, veía que movía la boca pero yo realmente no prestaba mucha atención a sus palabras, simplemente me perdí en su hermosura.

- ¡James! ¡Paul! - Gritó mientras me miraba desde el espejo - ¿Cuál debería de usar? -
- Son demasiados, no puedo simplemente elegir uno - Mire a mi alrededor y me dí cuenta de que estaba rodeado de vestidos - Me gusta el negro, aunque también me gusta el de estampado floreado, pero prefiero el rosado -
- Decídete por uno -
- El negro -

...

Esa tarde estábamos viajando rumbo a casa de mi abuela, el viaje no era muy largo, hacíamos 20 minutos hasta donde ella, pero aún así me parecía una eternidad debido a que mis Padres querían viajar en silencio.
Me dedicaba a observar las grandes casas de Liverpool y a mirar los autos que pasaban cerca de nosotros, uno de esos autos me pareció conocido, lo había visto muchas veces, incluso había pintado un retrato de el, lo mire con más atención y era idéntico al auto de McCartney, cuando nos acercamos más al auto pude ver a Jane y Paul, Jane vestía un lindo vestido negro, y Paul llevaba un traje del mismo color.

Conocía muy poco de Jane, ella contaba con la misma edad que yo, ambas teníamos diecisiete, ella tenía una cabellera pelirroja que le llegaba por debajo de los hombros, yo también era pelirroja, la única diferencia entre nosotras era que McCartney le correspondía a Jane.

Extrañamente McCartney conducía a la misma dirección que nosotros, comenzaba a preocuparme ya que aunque no supiera que era yo la chica que le escribía no quería que sus preciosos ojos se cruzarán con los míos, menos con la presencia de Jane.

Baje del auto lo más rápido que pude, toque la puerta esperando que mi abuela abriera, lo que fue una espera de pocos segundos me pareció la espera de horas.
Mientras esperaba veía a Paul y Jane acercarse, mi ritmo cardíaco se intensifico, mi abuela abrió y yo entre lo más rápido que pude.

- No hay un abrazo para tu abuela? - Dijo mi Madre mientras me inspeccionaba.
- Si - Tomé aire y me acerque - Hola abuela - La abracé, su típico olor a canela se impregnó en mi ropa y lleno mis fosas nasales.
- Llegaron justo a tiempo, la comida está lista - 

Mi Madre y yo subimos a lavarnos las manos, mientras que mi Padre se quedó con mi abuela a poner la mesa.

- Adeline, has actuado un poco extraño desde el camino -
- ¿Por qué lo dices? - Mi Madre era esa clase de mujer que conocía a la perfección a sus hijos y sabía cuándo algo andaba mal en ellos.
- No lo sé, pero tuviste un comportamiento bastante inusual en ti, entiendes? Hay algo que me quieras decir?? -
- No, todo bien -
- Está bien, voy a bajar -
- Yo voy a dejar mi abrigo en la habitación de visitas -
- Te espero abajo -
La habitación de visitas tenía una pequeña ventana que tenía vista a la calle, estaba estacionado nuestro auto, y justo atrás el auto de Paul, los había visto entrar a la casa de a un lado.

- ¿¡Adeline!? - Me llamó mi Madre.
- Ya voy!!! - Intenté bajar de la mesita de noche a la que había subido para poder mirar por la ventana, por qué las ventanas eran tan altas?
- ¿Qué estás haciendo Adeline? - Preguntó mi Padre y pude escucharlo subir por las escaleras.
- Nada, ya voy!!! - Cerré la ventana, pero el gorro de mi abrigo se atasco.
- Adeline? -
Opte por saltar de la mesita, mi abrigo se rompió y yo caí sobre mi brazo.
Cuando mis Padres entraron y me vieron sobre el suelo, se miraron el uno al otro, seguramente intentando llegar a alguna conclusión.
- ¿Qué se supone que hacías? - Se acercó mi Madre.
- Nada -
Mi Padre me dió una mano para que pudiera ponerme de pie, al momento en el que quiso jalar de mi mano, me queje.
- ¿Qué te ocurre? - Preguntó esté.
- Creó que me lastimé el brazo - Me senté sobre el piso y mire mi brazo, se veía normal pero me dolía.
- Déjame verlo - Dijo mi abuela, quién me examinó - No parece muy grave -
- Estoy bien - Me force a sonreír - No se preocupen, podemos bajar a comer - Me reincorporé.
Al ver qué actuaba tan bien todos bajaron al comedor.
- ¿Qué le pasó a tu abrigo? - Cuestionó mi Madre.
- Oh, no lo sé - Encogí los hombros.
Mi Madre dejo de prestar importancia a eso y se sentó a la mesa a comer, yo hice igual.

- Terminé - Dije para poder levantarme de la mesa.
- Puedes levantarte - Dijo mi abuela.
Agradecí la comida y levanté los utensilios que había utilizado para comer.

Había pasado un poco más de treinta minutos desde mi caída, pero aún así me seguía teniendo un malestar en el brazo.
Descubrí mi brazo y lo miré, estaba hinchado y algo rojo, comencé a preocuparme.

To Be Continued...

𝘿𝙖𝙧𝙠𝙣𝙚𝙨𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora