CAPÍTULO III

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Ars longa, vita brevis.

El profesor Aguilar era el coordinador del proyecto. Era un hombre sencillo, muy delgado, con labios finos y nariz menuda, y unos ojillos llenos de sabiduría que se escondían detrás de unas gafas redondas y metálicas. Siempre vestía con el clásico pantalón de traje y una camisa de algodón sin corbata, de manga larga o corta según la época del año, una indumentaria que le recordaba a su abuelo.

-¡Pero profesor!... Deberíamos al menos adentrarnos en la cueva para comprobar que se trata de un spiramina fallido, ¡quizás sea algo más que eso!

- Querida Alba, hay multitud de cuevas que utilizaron para investigar el terreno, así como algún que otro respiradero que por causas geológicas no resultaron aptos para el trazado... Además, siendo realistas, no hay fondos para investigar cada agujero que encontremos, la mayoría de la financiación se está destinando a las excavaciones del templo de Trajano. Ya sabes que debemos atenernos al proyecto que tenemos entre manos y centrarnos en localizar el trayecto completo del acueducto y únicamente situar los spiramina sobre el trazado. Tenemos suerte de que nos hayan dejado algunos recursos para el acueducto, y estamos en la obligación de usarlos con criterio.

Alba bajó la mirada con gesto de resignación y cierto abatimiento.

- Lo que debéis realizar con esa entrada es el protocolo de rigor y sellar el lugar con cintas para evitar accidentes – continuó el profesor – . Recordad que sólo nos quedan fondos para dos meses de campaña y vamos justos para cumplir los plazos, debéis centraros en continuar el plano y terminar las tareas que os han encomendado. 

Después de colocarse de nuevo las gafas sobre su afilada nariz, cogió el dossier con sus huesudas manos, poniéndolo en vertical para alinear los folios con un par de golpes secos sobre la mesa. Sin mencionar más el asunto de la bóveda, entregó a sus alumnos una nueva ficha de registro y les despidió hasta la próxima reunión.

 Al salir del despacho, Alba estaba muy decepcionada, aunque sus compañeros parecían conformes con las instrucciones del catedrático. 

-- Bueno --dijo Darío--, creo que es el momento oportuno para una buena cena en la que contrastemos opiniones del proyecto... Ja, ja, ja...

--Del proyecto a estas horas no creo, pero de cualquier otro tema estaré encantada de charlar --respondió riendo Sofía--. ¿Te apuntas, Alba?

--Uf, estoy bastante cansada y no tengo nada de hambre, así que hoy no contéis conmigo, voy a casa a descansar. Muchas gracias chicos, pasadlo bien. 


Nec quasieris...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora