CAPÍTULO IV

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Ad Inferos.

Casi no sabia cómo había llegado allí. La verdad es que no lo pensó demasiado, fue un impulso dionisíaco, por llamarlo así, un presentimiento que le nacía de las entrañas. Poco a poco fue aminorando el paso, ensimismada con la arquitectura de la bóveda.

Con las palmas apoyadas en la fría piedra, un sentimiento de familiaridad embargó todo su cuerpo. De pronto, se encontraba caminando detrás de una verja oxidada que poco antes le cortaba el paso.

Continuó por aquel corredor, que cada vez era más estrecho y oscuro, hasta que vio de nuevo los rayos de sol a través de lo que parecía ser un respiradero. Con cuidado, apartó una zarza inoportuna, y llegó a aquel lugar, que no resultó ser la salida. "¿Una cúpula...?" Los rayos de sol que lograban colarse a través del ojo superior de un techo redondeado bailaban con las sombras de los árboles; al bajar la vista, observó que dicha cúpula reposaba sobre unas paredes totalmente lisas, negras como el azabache, con tanto tesón pulidas que casi parecían espejos. Admiró un buen rato aquella maravilla, hasta que el zumbido de un insecto le sacó de sus ensoñaciones.

"Qué estancia tan preciosa, me pregunto para qué se utilizó", pensó.

Deslizó sus dedos por la piedra desnuda, imaginando el esfuerzo que debieron realizar para construir la sala, y de repente, encontró una especie de pequeña grieta. "qué pena, parecía que era perfecta". Se puso de puntillas para verla con mas detalle y su sorpresa no pudo ser más grande.

"SALVE. EGO TE SALUTO."

"Vaya, resulta que es un graffiti. Así que no soy la primera en profanar este bonito lugar", murmuró para sí misma.

Siguió contemplando esas palabras, pasando su índice por encima, y notando que la inscripción parecía realizada con exquisito cuidado; todos los bordes de las letras estaban redondeados como si, además, el tiempo hubiese grabado las palabras para hacerlas eternas.

Después de observar un rato aquellas frasecillas, se metió las manos en los bolsillos, pensando en quién las habría escrito, si serían de la época en que se construyó el acueducto o de algún momento posterior. Suspiró y, al mismo tiempo, su mano encontró en el bolsillo la tiza que había utilizado para marcar las peculiaridades del lugar. No lo pudo evitar, en aquel instante esbozó una traviesa sonrisa: tenía que responder. 

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⏰ Última actualización: Feb 07, 2023 ⏰

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