Final Resplandeciente

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Han pasado tres años desde el fin de nuestro mundo, todos conocíamos de este suceso, en algún momento debía pasar. Tomó lugar en el 2 de Enero del 2034, la mayoría de las familias se encontraban celebrando el año nuevo, sin embargo, mis parientes cercanos y yo no formábamos parte de la festividad; trabajábamos arduamente para esas fechas, teníamos una tienda deportiva orientada a las artes marciales, debido a los turistas y demás, la clientela estaba a tope constantemente, en su mayoría fanáticos de las artes marciales o simplemente gente que le interesó las katanas que teníamos como colección, pero en medio de todo esto, en pleno día soleado, todo el cielo se sumió en una profunda oscuridad, alrededor de las 13:00 horas, todas las masas detuvieron sus actividades por este evento, en su mayoría se podían notar personas confusas, otras preocupadas, pero no en su totalidad, algunas siguieron tranquilas e incluso trabajando o festejando, por mi parte, pensaba que me encontraba presenciando algún suceso astral como un eclipse o algo parecido, pero ni siquiera estaba el sol en el cielo, pasamos al menos dos horas bajo esta noche sin luna fuera de horario; durante este período la clientela bajó, ya no llegaba nadie más, ni llegaría alguien más, estaba junto con mi familia como de costumbre, mi madre en la caja registradora.

Mi padre fuera del local y mi persona recorriendo la tienda, era en caso de cualquier consulta que necesitara el cliente; mi padre entró y nos dijo: "parece que hasta aquí nos llegaron las ventas −en tono jocoso seguido de una risa.− no hay estrellas, eso es raro".
Él es un hombre optimista que siempre ha luchado muy duro por el negocio familiar, fue él quién hizo esta tienda.

Madre: Conseguimos bastante, cariño, no tenemos quejas. -contestó mi madre con un sonrisa gratificante.-

Mi madre siempre ha apoyado a mi padre, me siento muy afortunado de tener una familia, aunque imperfecta, bastante buena en todo lo posible.

Aquella conversación fue cortada por el fuerte sonar de unas trompetas, el sonido provenía del cielo umbrío, nos miramos los unos a los otros, con una expresión en la que se podía percibir miedo y desesperación levemente, salimos todos de la tienda, incluso mi hermano pequeño, que normalmente no participa en las actividades de la tienda, debido a que es muy joven, él sí estaba muy confundido pero su inocencia le hacía pensar que todo era parte de las fiestas. En medio de el vacío espacial sobre nosotros, se grabó una palabra, de cuatro caracteres, de un idioma que no conozco, fueron escritos con una luz más fuerte que la del mismo sol, toda la humanidad con la mirada clavada en ello, entendimos que habíamos llegado al fin de los tiempos cuando seguido de la palabra, el cielo se tornó rojo, y empezó a llover fuego, como pequeñas gotas y a la vez como colosales rocas, mi hermano gritando del miedo corrió hacia el local, seguido de todos nosotros, no habían palabras para la situación, una gran muchedumbre entró al igual que nosotros buscando protección,
¿De algo serviría?
Nos abrazamos, mi hermano lloraba a cántaros y mi madre también pero con una sonrisa en su rostro, nos miró a todos y nos dirigió unas palabras:

Madre: Me alegro...de haber pasado mi vida...junto a ustedes. −constantemente paraba para respirar sollozando.−

Mi padre tomó su mano fuertemente durante el abrazo familiar, él no lloraba, solo se le notaba pensativo, por mi parte, veía todas las otras personas alteradas, y pensaba en que el final de la humanidad había llegado. Como la lluvia que avanza al paso de las nubes, el fuego llegó a nosotros, el sonido del rocío ígneo, retumbó envolvente a nosotros, el techo sucumbió fácilmente, fue perforado por las llamas en formas de balas, al igual que la mayoría de las personas ahí. Gritos, lamentos, la agonía en su máxima expresión, era demasiado tarde para lamentos, caímos ante el fuego, acepté mi muerte, con dolor, juntos fuimos derribados. Al caer al suelo, junto con un último suspiro, mi última mirada captó decenas de personas en la tienda muertas, el abrazo no fue disipado a pesar de los bruscos movimientos de la multitud, miré a mi madre; no dejó de sonreír junto a lágrimas que brotaban, solté mi último aliento, no obstante, no llegué a perder la vida, seguía sintiendo el dolor a causa del fuego en mi cuerpo, el dolor en mi alma de ver a mi familia tan bañada en sangre con flamas sobre ellas.

Ya no se escuchaban personas, solo fuego lloviendo. Cerré los ojos...y desperté, estaba en el interior de lo que puedo describir como una burbuja hecha de nubes, no podía ver el exterior; grité fuertemente ya que el dolor seguía pero por alguna extraña razón ya no estaba herido, ¿era eso el cielo? Me preguntaba, llamé fuertemente a mis padres, y a mi hermano por su nombre, Kazuo... pero no había respuesta, realmente ni siquiera habían sonidos, ni movimientos, hasta que aquella esfera en la que me encontraba empezó a tener grietas, y en efecto, era como una burbuja, me liberó en un bosque, y se disipó tan pronto me dejó.

Estaba confundido, sobre todo triste, pero me senté y pensé inmediatamente: ¿estoy vivo? entonces, ¿sigue viva mi familia? tan pronto como termine de preguntarme aquello, una voz femenina se escuchó fuertemente desde el cielo, que estaba una vez más brindando luz con la fuerza del sol, dijo:
♤ : He aquí...la purificación del planeta, para todos nosotros, quienes la merecen. No teman, humanos existen todavía, como recordatorio de un mundo inmoral, sucio y repugnante, pero la Tierra ahora convertida en un paraíso, ya no les pertenece a ellos, si no a ustedes (entendí que no hablaba hacia mí para este punto) todos los hijos de lo abstracto, tengan todo lo que hay en ella a su sujeción.

No dijo nada más, pero tan pronto como dejó de hablar, todo el bosque empezó a cambiar su forma, lo puedo describir como algo con aspecto de aquellas historias de fantasías, las copas de los árboles tomaron colores vivos y pasteles de todos los tonos, la brisa fresca, el día perfectamente hermoso, todo parecía mágico, pero además, frente a mis ojos, como seres invisibles que muestran su forma, aparecían seres, algunos se me hacían conocidos por cuentos familiares, Bakenekos, Õkamis, Tengus, Suikos y una gran variedad más, algunos parecidos a humanos pero muy altos y fuertes, todos, se hicieron visibles frente a mí. Una vez aparecieron en su totalidad, en su mayoría voltearon a verme con gran desprecio y asco, incluso hasta odio, un pequeño Tanuki se acercó a mí, sobre sus dos patas, y me empujó del tocón en el que estaba sentado, tenía una inmensa fuerza, caí al menos cinco metros lejos del tronco, seguido de eso brotó un árbol más, frente a mis ojos creció con un tronco parecido al mármol, (en su mayoría los troncos ya no parecían de madera) una vez pasó eso, sin pensarlo me fui corriendo de aquel lugar; seguí y habían seres no humanos por todo el bosque, no me detuve hasta que llegue a estar en soledad.

Mi nombre es Renkai, creo que tengo alrededor de 22 años actualmente, y esta es la historia de el fin de todo como lo conocíamos, un nuevo mundo en el que estoy atrapado.

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