El fin del mundo llegó, toda la humanidad conocía de este acontecimiento, sin embargo, no teníamos la menor idea de como serían los hechos, nuestro mundo acabó, pero la Tierra permaneció, ahora les pertenece a los seres espirituales, y aquellos que sobrevivimos, habitamos como perros callejeros sin derecho a nada, o como mascotas de los distintos yõkais, u otras muchas entidades, no veíamos necesidad de luchar, no obstante, están llenando nuestra alma de odio, nos fuerzan a blandir nuestras espadas.
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