Mariposas

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Entraron de nuevo,
no solo a mi estómago,
no solo a mi pecho.
Entraron en toda la casa
en cuanto te abrí la puerta.

Y pude sentirlas de nuevo,
estaban ahí,
las mariposas entraron
mientras trataba de recuperar
el sentido de mi vida,
y de todo lo demás.
Porque hasta eso me habían robado.

Y no esperaba verlas de nuevo,
llegaron a invadir mi hogar,
entraron por todas partes,
y día tras día llegaron más.
Y pasaron de estar en mi estómago,
a estar en las almohadas,
y en las esquinas del cuarto.

Llegaron para llenar todo de color,
y para enseñarme que todos podemos cambiar.
Cambiar de aire, cambiar de forma.
Como sea, pero siempre en el atrevimiento
de volverlo todo hermoso.

Y cuando no estás en casa
ellas se quedan en tu lugar,
y quizás ya no me tapan la garganta al hablar,
pero están ahí, en tus tatuajes.

Llegaste con todo y tus mariposas,
y entraste en mi casa sin siquiera pedir permiso.
Y entraste en mi cama,
y al irte las dejaste entre mis sábanas.

Y es tan irónico,
tan irreal,
solía creer que no volvería a sentirlas
con nadie más.

Y contigo están en todas partes.
He vuelto a sentirlas,
y ahora ya no quiero despegarlas de la pared,
ni tampoco seguir viviendo sin recordar que las merezco todas.

Porque aunque estaban dentro de mi pecho,
también son tuyas.
Porque aunque fuiste tú quien les abrió la puerta,
también son mías.

Y aunque todo sea incierto,
las mariposas son tan reales,
que aún si te vas,
he de conservarlas conmigo
para toda una vida.

Te dedico la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora