Aemond caminó a pasos cortos, sin querer irse de verdad. Se puso las telas de la camisa a girones, intentando verse lo más arreglado posible. Se sintió enojado, enojado consigo mismo por estar anhelando el toque de Lucerys, cerró los ojos, con la fragancia apenas presente entre sus dedos y su cuerpo, salió del pasillo cuidando que nadie lo viera y caminó con velocidad hacia sus aposentos.
Quiso dormir para ignorar lo que pasaba en su interior y lo único que logró fue desesperarse aún más. Tomó una ducha fría, arrepintiéndose en el acto pues el aroma de Lucerys lo dejó por completo. Se tomó unos minutos en la tina y respirando lento llevó su mano hasta donde estaba su corazón, tocando con las yemas de sus dedos, el recuerdo de su corazón acelerado lo asustó.
"¿Qué es este sentimiento?" le había preguntado a Lucerys, asustado por el tono de su voz. Demasiado débil y sofocada.
La pregunta volvió a surcar por su mente otras dos veces antes de sentir que el corazón volvía a latirle erráticamente.
Lo disfrutó. El corazón le latía de esa forma cuando entrenaba o cuando peleaba con Criston, pero esto era diferente. La curiosidad creció en su interior y las ganas de hacer algo, lo que fuera, nacieron en su interior.
El simple hecho de que el recuerdo de un jadeante Lucerys le acelerara el corazón debía significar algo.
Quizás estaba enfermo.
Enfermo de deseo, un deseo que llegaba a sofocarlo y que le erizaba la piel. Simplemente enfermo porqué por todos los Dioses, no podía ser posible que Aemond Targaryen estuviera deseando comerle la boca al niño que le había arrancado un ojo.
"Si pudiera regresar el tiempo, evitaría llevar la daga ese día y quizás si te hubiera abrazado y felicitado en lugar de pelear contigo, podría evitar que quisieras matar a mi hermano...y todo esto no estaría pasando".
La frase surcó en la marea de su mente, si las cosas hubieran sido diferentes ¿Qué hubiera pasado?
Quizás si hubieran sido cercanos desde el principio ahora no tuviera los pensamientos febriles que inundan su mente, quizás si él hubiera tomado con gracia la broma del cerdo no hubiera estado tan enojado, quizás si no hubiera escuchado a su madre llamarlos <bastardos> la palabra no se hubiera quedado grabada en su mente...quizás, quizás, quizás.
Su mente se llenó de ideas, una más descabellada que la anterior.
Ideas y posibilidades que no pasarían porque Aemond Targaryen había hecho sus elecciones y Lucerys Velaryon las suyas.
Salió del agua con la desesperación llenándole el pecho, sintió que la respiración le faltaba y las ganas de salir corriendo a dónde fuera lo abarcaron por completo.
Tenía que hacer algo, debía hacerlo porque solo los Dioses sabrían lo que pasaría con él si no volvía a poner las manos sobre el cuerpo de Lucerys.
Se vistió con rapidez y con el corazón amenazando con salirse de su pecho salió para ir a los aposentos de su padre, al menos debía intentarlo. Al entrar vio al rey rodeado de maestres, el fétido olor de hierbas llenaba la habitación, el ácido olor de algún brebaje le ocasionó arcadas, sin embargo, no se fue.
Se quedó callado, esperando a que los maestres terminaran su trabajo de curación y ante la atenta mirada de su abuelo, el rey no se había dado cuenta de su presencia, estaba boca abajo en una camilla improvisada que usaban todas las mañanas. La espera le pareció una eternidad, los maestres dejaron la habitación haciendo su habitual reverencia y los dejaron.
–Príncipe... –habló su abuelo, demasiado curioso por la llegada de su nieto a los aposentos del rey. –¿Necesita algo?
Las ansias por hablar lo carcomían, pero guardaría todas y cada una de sus palabras para su padre, Otto no tenía derecho a saber nada, no aún.

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Desire [LUCEMOND]
Fanfic"Estoy ardiendo de deseo por ti y tú te pones de moralista a pedirme que me case con Rhaena e ignore mis sentimientos...deberías estar contento". "Lucerys..." repitió. "Vete Aemond"