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—Dios mío Han, seguramente lo volviste a dejar en casa de tu abuela como la última vez— suspiró Seungmin cuando otra pila de ropa y edredones cayeron de la cama del contrario—. Ya verás que va a aparecer en nada.

—¡Lo dices como si no fuera la gran cosa!— el estado exaltado de Jisung le confería un aspecto gracioso, con las mejillas esponjadas y ojos abiertos de par en par, su resemblanza con ardillas y otros pequeños roedores y marsupiales era particularmente obvia—. Con mi mala suerte de seguro en estos momentos Seojin y Seokmin lo están leyendo mientras se burlan de mí y pensando en cómo fotocopiar todos mis poemas vergonzosos para pegarlos en los casilleros.

—Jisung, hablas como si Jinnie y su hermano fueran demonios salidos de tus peores pesadillas y no una dupla obsesionada con sacar de sus cabales al maestro Eung— suspiró Seungmin resignado; desde aquella vez en que los gemelos Lee hurtaron el uniforme de deportes de Jisung a modo de broma, este vivía con el miedo de que lo mismo fuera a pasar con aquel dichoso objeto portador de su más grande secreto.

—¿¡Entonces donde más puede estar!?— Jisung parecía demasiado cerca a tener un ataque, si es que su enrojecido rostro y ojos abiertos por completo no delataban su exaltado estado de ánimo—. No está en mi mochila, y sé perfectamente que vacié mi casillero hoy antes de biología segundos antes de...-

En cuestión de segundos el rojo que adornaba su rostro por completo se desvaneció, volviéndose tan blanco como el papel y cortando su explicación a la mitad. Tan drástico resultaba el cambio en tan corto tiempo, que Seungmin no pudo evitar preocuparse, temeroso de que le estuviese por dar un ataque.

—¿Jisung?

—Justo antes de chocar con Minho hyung...

Como un rompecabezas, las piezas caían a la perfección en la mente de los dos, aquel recuerdo vívido y detallado sucedido hace tan solo unas horas.

—¡Yah, Seungmin!— chilló Jisung indignado a la par que sacaba el último libro de su casillero. Biología tocaba a última hora y el castaño, flojo como era, se negaba a pasar por la marea de estudiantes de último año a la salida para sacar todo lo necesario, así que, en su lugar prefería hacerlo una hora antes. Seungmin no sabía si eso lo hacía listo o no—. Solo porque ahora salgas con Jeongin no significa que debas cancelar nuestros sábados de películas.

—Ugh, no seas llorón, Han— replicó el susodicho—. Solo será esta ocasión, te lo voy a compensar, lo prometo.

—Más te vale, desgraciado, porque no compré las entradas para ver Avatar 2 en preventa por- ¡ah!— se quejó el más bajo cuando un cuerpo chocó con él, haciéndolo trastabillar y mandando un par de sus libretas al suelo. El desconocido no la pasó mejor, pues mientras Jisung había corrido con la suerte de seguir sobre sus dos pies, el contrario se hallaba de rodillas, sus propias pertenencias regadas en el cada vez más atestado pasillo escolar.

—¡L-Lo siento mucho!— dijo este alzando la mirada, ajeno a que su presencia había congelado totalmente al contrario: se trataba nada más y nada menos que de Lee Minho, miembro del club de baile y el crush de Jisung desde la secundaria.

—¡No es nada!— aseguró como pudo el menor, a su vez agachándose para recoger sus cosas y de paso ayudar al dueño de sus suspiros de los últimos casi seis años—. Todos tenemos accidentes.

Tan nervioso como estaba, a duras penas le echó un vistazo a los cuadernos que recogía antes de entregarlos a su dueño, más ocupado en memorizar la perfecta curva de sus pómulos, la larga línea de su nariz y la hermosa forma felina de su mirar. Dios, era capaz de perderse eternamente en sus ojos...

—Ah, muchas gracias...— la timidez que brillaba en sus orbes derritió internamente a Jisung. ¿Qué importaba que no supiera su nombre? Al menos era la excusa perfecta para presentarse.

—Han Jisung, y no hay de qué, hyung.

—Me voy a matar.

—No, no lo harás.

—Ahora Minho va a leer todas las cosas que le escribí y va a pensar que soy un obsesivo enfermo— haciendo caso omiso a las palabras de su mejor amigo, Jisung empezó a caminar de un lado al otro en la habitación a un ritmo que más pronto que tarde terminaría por hacer un hueco en el piso. De no ser porque Seungmin lo detendría en segundos, Jisung probablemente ya estaría arrancándose el pelo del estrés. De puro milagro no estaba gritando o convulsionando—. Oh dios, oh dios...

—Jisung...-

—Seguro está leyendo ese poema que hice sobre lo lindo que se ve vestido de amarillo...

—Han, si tan solo me escucharas...-

—O haciendo una mueca de disgusto con ese ensayo de cinco páginas sobre por qué se parece más a un conejito que a un gato.

—¿Ensayo? ¿Qué?— Seungmin agitó la cabeza, lo importante ahora era evitar que su amigo estallara del estrés—. Ji, cálmate. Estoy seguro que Minho hyung ni siquiera se ha dado cuenta que tiene tu libreta.

—¿Cómo quieres que me calme cuando mi crush tiene mi libreta de escritos, Seungmin?— finalmente Jisung rompió en llanto, tan cargado de miedo y desesperación que Seungmin no tenía el corazón de sentirse frustrado ante las tendencias negativas e inseguras de su amigo—. Por años he escrito mis sentimientos por él en muchos cuadernos, pero ninguno es tan obvio y claro como este último. No quiero que su primera impresión de mí sea la de un rarito que siempre lo está viendo.

—Ji, dudo mucho que alguien como Minho hyung opine eso— como pudo, Seungmin maniobró a ambos hasta que acabaron sentados en el borde de la cama, su diestra frotando la espalda ajena en un gesto de consuelo—. Para empezar, ni siquiera tenemos la certeza de que tenga tu libreta.

—No, en definitiva la tiene— interrumpió Jisung, hipando leve—. Recuerdo perfectamente tenerla antes de nuestro encuentro, pero no puedo rememorar tenerla después de eso. Seguro se la di entre sus libros cuando me incliné a ayudarle. Soy tan tonto.

—No es verdad y ambos lo sabemos.

—Como sea.

—Y como te decía— continuó el menor—, incluso si la tiene, ¿qué te hace pensar que la leería? Seguro que en cuanto se dé cuenta que no es suya va a buscar al dueño. Ya verás que tu secreto seguirá a salvo, con o sin Minho hyung teniendo tu libreta.

Un silencio cayó sobre los amigos un rato, Jisung tratando de calmarse, y Seungmin sumido en sus pensamientos.

—¿Tú crees que de verdad no se entere?— preguntó el morocho en voz baja, un deje de esperanza en su tono.

Seungmin sonrió levemente, dándole un apretón en el hombro al otro chico—. No lo creo, lo sé.

serendipia 「hanknow」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora