II

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Mientras tanto, con Minho...

—Si tú lo dices...— replicó Changbin ligeramente confundido. En aquellos momentos se hallaba en casa de Minho, habiéndose reunido con este y Chan en la casa del antes mencionado para terminar el proyecto final de Geografía.

Y es que apenas se habían instalado, con Chan llendo por las bebidas a la cocina mientras Minho sacaba sus apuntes y laptop, que una libreta que Changbin no reconoció resbaló fuera de la mochila de este.

Curioso como era, Changbin no dudó en cogerla e inspeccionarla. De tapas duras azul marino, repleta de stickers de anime y con un elástico verde desgastado por el uso, Changbin sentía que aquella libreta ya la había visto antes. El problema era que no podía recordar de donde.

—¿Cambiaste de libreta, Minho-ssi?— la pregunta de Chan rompió la concentración de Changbin y captó la atención de Minho, quien en respuesta fijó su felina mirada en el objeto.

—¿Huh? Eso no es mío.

Changbin frunció el ceño.

—Pero esto estaba en tu mochila, estaba por preguntarte si era tuya. Mía tampoco es.

Aquello terminó por cerrar toda la atención del trío en el cuaderno. Quitándosela a Changbin, Minho repasó con la mirada ambas tapas antes de decidirse a abrirla, esperanzado de que en su interior se encontrase alguna pista de quien era su dueño.

Sin embargo, apenas Changbin y Chan se acercaron lo suficiente como para echar un vistazo al contenido de esta, Minho la cerró de golpe, un curioso tono de rojo en sus mejillas y orejas.

—E-El lunes me encargaré de devolver esto a su dueño— tosió algo nervioso y guardando esta de nuevo en su mochila.

Ahora fue el turno de Chan de lucir confundido—. ¿Sabes de quien es?

—Tengo una corazonada— replicó antes de abrir la enorme enciclopedia en el tema que les correspondía exponer, cortando el hilo de pensamientos de los otros dos—. Basta de charlas, que si no entregamos avances la siguiente semana la maestra Kim nos mandará tarea extra.

—Está bien— Chan se encogió de hombros, dando por zanjado el asunto.

Esa noche

—Mañana te paso bien el audio ya editado Min— dijo Chan recogiendo sus cosas y levantándose del piso, estirando sus extremidades y bostezando a la par que Changbin terminaba por apagar su laptop y guardarla en su mochila.

—Ahorita que llegue a mi casa buscaré ese libro de montañas que les dije y les paso fotos de lo que necesitamos— completó este, ambos muchachos caminando hacia la puerta del hogar Lee, con el dueño justo detrás.

—Vale, yo le daré los últimos retoques al diseño de Canva, ahí les mando el enlace y me dicen si quieren que haga modificaciones— abriendo la puerta despidió a sus amigos, ambos deseando las buenas noches antes de subir al auto del mayor del trío y perderse en las desoladas calles de Seúl.

Soltando el aliento, Minho suspiró antes de voltear a ver su mochila, el peso de aquella libreta quemando el fondo de su mente y revolviendo sus entrañas. No había dejado de pensar en ella desde que cometió el error de abrirla. Su deseo de abrirla y seguir leyendo era demasiado fuerte, solamente su sentido común y la presencia de sus mejores amigos los únicos impedimentos para evitar sucumbir a la tentación.

Pero ahora, sólo en casa (sus padres estaban visitando a la abuela) encontraba difícil mantenerse con la misma voluntad de acero que las últimas horas. Y es que, si lo poco, poquísimo que logró leer en la primera página era un mero indicativo del contenido de la libreta, entonces Minho no se sentía capaz de ignorar el resto.

Ahí estaba la cosa: Minho no se considera una persona chismosa, mucho menos en asuntos de índole amorosa, ni tampoco es adepto a guardar secretos. Por lo general si pensaba algo lo decía, si tenía problemas con alguien los resolvía, y si tenía dudas, preguntaba. Así de simple.

Excepto cuando se trataba de Han Jisung.

Jisung, el chico más lindo del año, con su cabello castaño siempre desordenado, sus mejillas infladas y ojitos enormes que parecían albergar una galaxia entera. Jisung, con quien jamás había hablado hasta hace unas cuantas horas luego de que tan embarazosamente chocaran en el pasillo. Jisung, que sólo su existencia lo volvía un manojo de nervios y timidez que rara vez salía a flote.

Jisung, de quien accidentalmente tenía una libreta suya, repleta de lo que parecían ser poemas de amor. Poemas que no habrían llamado tanto su atención, si tan solo su nombre no apareciera hasta arriba, en primera plana.

¿Podían culparlo por querer saber que había más allá?

Agitó la cabeza con fuerza para salir de su ensoñación. Dios mío, ¿en qué estaba pensando? Nombre suyo o no, no debía ser de su incumbencia, leer la libreta implicaría invadir la privacidad ajena, y Mìnho podía estar hasta las manos por el contrario, pero eso jamás sería excusa para pasar sus límites.

—Carajo— murmuró para sí subiendo las escaleras hasta su habitación con mochila en mano, abriendo la puerta con más fuerza de la necesaria y tirándose en la cama, rebotando leve ante la fuerza del impacto, dejando caer el bolso en una esquina al azar.

Incluso así, podía sentir la presencia de aquel maldito objeto taladrando su subconsciente, riéndose de él y poniendo a prueba su rectitud.

Resoplando, Minho tomó el morral y sin pensarlo dos veces lo lanzó al armario semi abierto, cerrándolo después para tomar su tomar su toalla y un conjunto de ropa limpio, caminando hasta el baño y empezando a desvestirse; seguramente un baño la iría bien.

El lunes, pensó en un intento de tranquilizarse, le devolveré su libreta el lunes y todo volverá a la normalidad.

Sería un largo fin de semana.

serendipia 「hanknow」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora