Minho
Minho no sabía si ponerse a llorar o sonreír hasta dejar de sentir la cara.
Luego de aquel pequeño encuentro con el menor, quien no dudó en devolverle su- y recalca, SU- cuaderno, dejando a Minho con el corazón desbocado y a la deriva, el chico no sabía cómo reaccionar.
El resto del día pasó en un borrón, apenas siendo consciente del resto de sus clases, de su retroalimentación en clase de Geografía en cuanto a su proyecto y las despedidas de Chan y Changbin, Minho sólo volvió en sí una vez estuvo en su habitación, sentado en medio de su cama y con la dichosa libreta en su regazo.
Una parte de sí estaba ansiosa de abrirla, de ver que había más allá de la primera hoja, ver si quizás su nombre se volvía una recurrencia entre los renglones y la tinta, o si solamente era una mera coincidencia.
La otra parte, más miedosa y sensata, temía hacerle frente a lo que probablemente cambiaría su percepción del menor. Una vaga sospecha afloraba ansiosa en su pecho, justo en medio de sus costillas, pero Minho se negaba a dejarla nacer.
¿Y qué si en realidad no era así? ¿Qué posibilidades había de que su no tan pequeño y "oculto" flechazo por el contrario fuese correspondido?
Minho no quería romperse el corazón por falsas esperanzas. Lamentablemente, era su propio miedo el que estaba haciendo eso por él.
Respirando profundo en un intento de llenarse de valor, Minho cerró los ojos y, antes de poder arrepentirse, tomó una de las tapas y le dio vuelta con brusquedad, abriendo el cuaderno en una página al azar. Contando hasta tres, abrió los ojos, y leyó:
Querido Minho:
Si pudiera, escribiría todas y cada una de las cosas que te conforman que te hacen único y hermoso, pero no me alcanzan las palabras y, las que me pasan por la mente tan rápido como estrellas fugaces, se me atoran en la boca, entintadas de vergüenza ante la súbita vulnerabilidad que confiere su existencia. Así que, solo diré que te amo. Sí, te amo.
Te amo como las estrellas aman al mar y las flores aman al cielo. Te amo como se aman los atardeceres y los secretos compartidos a la media noche. Te amo como las letras y la poesía aman al corazón, porque nunca quieren salir de ahí. Amo tu voz, tu risa, tu sonrisa, tus ojos brillantes y tus manos, que parecen esculpidas en mármol puro. Todo tú existes con una gracia que sólo los más hábiles escultores celestiales son capaces de crear...
Línea a línea, párrafo a párrafo, todas y cada una de las hojas rebosaban en poemas, escritos, notas y comentarios, todas y cada una referentes al azabache que, en algún momento, había terminado llorando, dulzura e incredulidad a partes iguales.
¿Todo eso era sobre él?
Aquellas hojas contenían desde largos poemas sobre cada pequeña cosa de Minho, hasta cortos escritos sobre su día a día. Sus ojos, sus labios, sus manos, su voz. Sus pequeños hábitos y manías, esas pequeñas rutinas que Minho estaba seguro que ni siquiera Chan y Changbin notaban, la manera en que se mordía el labio cuando estudiaba o arrugaba la nariz al reírse.
Cada minúsculo encanto y defecto yacían ahí, plasmadas en una caligrafía un tanto desordenada y tinta negra, en medio de garabatos y algunos rayones.
Más que una libreta, Minho sentía que estaba leyendo el corazón de Jisung, y se preguntó si este podía sentirlo ahí, removiendo entre sus entrañas, palpando y acariciando aquellos frágiles sentimientos.
Tan absorto como estaba leyendo, ni siquiera se percató de que estaba anocheciendo hasta que su estómago rugió con fuerza, logrando que despegara la vista de la última página, donde un número estaba escrito junto con un pequeño mensaje.
No es necesario que corresponda mis sentimientos, pero si quiere que hablemos no dude en hacerlo.
Siempre suyo, Han Jisung
Secándose las lágrimas y echando un vistazo a su teléfono, ignorando deliberadamente los mensajes de sus amigos, Minho tomó una decisión.
Jisung
Cualquier valor que le hubiese hecho dar el primer paso ya no existía, dejando en su lugar una sensación de entumecimiento que recorría cada extremidad suya.
En aquellos momentos, tirado en el suelo de su recámara y la mirada perdida en el techo, Jisung no podía evitar preguntarse que estaría haciendo Minho en aquel momento.
¿Habría leído ya la libreta?
¿Se habría sentido asqueado ante sus sentimientos?
Lo dudaba. No era un secreto que el mayor era abiertamente gay, pero eso no significaba que fuese a corresponderle en primer lugar. En el peor de los casos Minho le ignoraría hasta fin de año cuando sus caminos se separarían al fin. En el mejor, pero no por eso más probable, el mayor aceptaría su confesión (¿era una confesión si ni siquiera fue algo directo?).
Tan absorto estaba que el sonido de una llamada entrar a su celular casi le hace brincar fuera de su piel. Con el corazón en la boca tomó el aparato, un número desconocido llamándole.
¿Podría ser?
Oh, al carajo.
Presionando el botón de aceptar Jisung llevó el teléfono a su oreja, percibiendo una presencia al otro lado de la línea.
-¿Hola?
-¿Jisung?- la ahogada voz de Minho respondió.
Una corriente eléctrica le recorrió de pies a cabeza, un zumbido placentero asentándose en su mente.
-Hyung... llamó...
-¿Esperabas que no lo hiciera?
-No lo sé- suspiró-. No sabía que esperar.
-Yo tampoco- se sinceró el mayor.
-Hyung...
-¿Por qué yo, Jisung? ¿Por qué yo?
Minho no necesitó elaborar para que Jisung entendiera. Como cascada, mil y un razones llenaron su mente, todas y cada una de las pequeñas y grandes cosas que hacían a Minho, Minho.
Tantas y tantas, que Jisung sintió que se ahogaba en el eterno mar de palabras.
-¿Por qué no?- fue lo que terminó por responder.
Un corto silencio inundó la línea, ambos hundiéndose en el compás de la respiración contraria.
-Quiero verte- exhaló el mayor al cabo de unos segundos-. Quiero que hablemos, quiero...
-Yo también- Jisung soltó la respiración que no había notado que estaba reteniendo-. Hyung...
-Te veo en el parque al lado del río Han en quince minutos- y con ello Minho dio por finalizada la llamada.
Jisung se quedó mirado embobado la ahora pantalla apagada de su celular, cuestionándose los sucesos de los últimos cinco minutos. Inconscientemente se pellizcó el dorso de la mano izquierda, dejando salir un quejido por el dolor.
Todo había sido real.
Con ello llegó una nueva ola de nervios, pero también un aleteo cálido que tiñó de rosa sus mejillas, una seguridad que antes faltaba llenaba sus venas y fue lo que le hizo al fin pararse, sacudirse la ropa y salir de casa, llaves, teléfono y billetera a la mano.
Sonriente, Jisung dejó que lo mejor llegara a él mientras se encaminaba al lugar que, para bien o para mal, definiría su destino con Minho.
Algo le decía que todo estaría bien.
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serendipia 「hanknow」 ✓
Fanfiction| serendipia: hallazgo afortunado que se produce mientras se busca otra cosa. perder un cuaderno no es precisamente el fin del mundo... a menos que en este escribas día a día del enorme crush que tienes con tu compañero de sa...