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Jisung

El reloj de su celular marcaba las ocho y media cuando Jisung llegó al lugar, ausente de personas salvo por una pareja que, ajenos al mundo, recorrían el borde del río tomados de las manos y hablando.

Escaneando la zona con la mirada, no tardó en dar con una banca, misma a la que se encaminó para tomar asiento, temblando ligeramente ante el frío de su superficie. Debió haber cogido también una sudadera.

Viendo que el mayor aún no llegaba, abrió su más reciente videojuego y se permitió enfrascarse en ello. Cinco minutos después, unas pisadas que se acercaban a él le hicieron bloquear la pantalla y alzar la vista.

Ahí, alumbrado por las farolas y la luz de la luna se encontraba Minho, tan hermoso como un sueño, mirándole de vuelta.

Antes de poder levantarse el mayor acortó la distancia, tomando asiento a su lado. Incluso con los centímetros que los separaban, Jisung podía percibir la calidez de su cuerpo ahí en su costado, así como su aroma. Una mezcla de colonia, suavizante de telas y algo que él simple y sencillamente definía como Minho.

Yo... leí la libreta— fue lo primero que dijo, sus ojos fijos en sus manos—. No sabía que alguien pudiera sentir tanto por alguien como yo— una risita decadente brotó de sus labios, y Jisung instintivamente quiso argumentar. Porque, ¿cómo podía Minho decir algo así, como si no fuera merecedor de cada palabra bonita para describirle?

—¿Cómo no hacerlo, si usted es lo más hermoso de este mundo?

Incluso en la pobre luz, Jisung fue capaz de advertir un profundo rojo cubrir sus suaves pómulos, haciendo un recorrido hasta aquel largo cuello. Una sonrisita nerviosa se posó en sus labios, y Jisung simplemente no pudo parar.

—No puedo evitar escribir lo que escribo cuando lo veo, hyung. Cuando ríe y sonríe, cuando arruga la nariz como gatito, la manera tan única en que se carcajea, su rostro de felicidad cuando hay pudding en el menú de la cafetería. Podría estar toda la noche hablando y hablando sobre cada cosa que amo y adoro de usted, y es más probable que se acaben las palabras antes de que mis sentimientos por usted se apaguen.

No supo en qué momento cerró los ojos, pero fue un toque tan suave como una pluma en su mejilla lo que le devolvió a la realidad. Ahí, tan cerca que podía sentir su aliento sobre sus labios se encontraba el rostro de su hyung, rojo como una cereza y con las pestañas húmedas por las lágrimas. Parecían diamantes y Jisung quiso perderse eternamente en ellas.

—¿Te han dicho que hablas demasiado, Jisunggie?

Y lo besó.

Minho

Fuegos artificiales.

Así se sentía besar a Jisung.

Cientos, miles de chispas que se arremolinaban en su vientre y subían recorriendo su torrente sanguíneo, silenciado su mente y haciendo estallar su corazón.

Jisung se quedó helado un segundo, pero no duró mucho pues al siguiente se encontraba correspondiendo con intensidad el acto, labios ansiosos y manos curiosas que recorrían sus costados, robándole suspiros que bebían entre sus bocas.

Sus dedos encontraron lugar en la nuca ajena, perdiéndose entre las suaves hebras de cabello castaño y tirando de estas con suavidad, sacándole jadeos a su dueño. Por su parte, Minho tembló al percibir como las manos de Jisung finalmente se asentaban en su cintura, apretando y juntando ambos cuerpos hasta que ni siquiera el aire podía pasar entre ellos.

Jisung se sentía como un fuego forestal, cálido y arrasando todo a su paso, quemando los pulmones de Minho y ahogándole en una bruma de pasión y deseo que lo dejaba desorientado y pidiendo por más.

Poco a poco Minho fue cayendo, su cuerpo inclinándose hacia atrás y llevando consigo al menor hasta que este estuvo prácticamente encima suya, recostados sobre la banca y sólo el sonido de sus agitadas respiraciones lo único audible por encima de sus acelerados latidos.

Jisung fue el primero en separarse, su boca abandonando la ajena, pero sólo para empezar a bajar, dejando un camino de besos a lo largo de la mandíbula y cuello de Minho, quien profirió un ahogado gemido.

—Jisung— suspiró, empujando leve al contrario. Por más que estuviera disfrutando de todo, aquel no era el lugar, ni el momento para ello. Primero tenían que hablar. Por suerte el menor captó su mensaje y se separó, permitiendo que ambos se sentaran nuevamente. Incluso así, sus cabellos despeinados y labios hinchados dejaban ver lo que acababa de ocurrir.

—Me gustas mucho, Minho— la voz de Jisung, rasposa por los besos compartidos, envió un escalofrío al estómago del mayor—. Desde que te presentaste frente a mi clase el primer día de secundaria.

Las cuentas salieron rápido, y Minho abrió la boca en un gesto de sorpresa—. Te he gustado desde hace seis años— más que una respuesta era una confirmación, y ante el asentimiento del castaño Minho amplió la mueca—. Y yo creyendo que mi crush por ti de dos años era demasiado...

—Oh— fue lo que dijo Jisung tras unos segundos de silencio, una enorme sonrisa escalando poco a poco en su enrojecida boca que iluminaba de manera preciosa su cara. Minho quiso besarlo de nuevo.

Casi lo hace.

—Sí, oh.

Una última mirada y ambos terminaron por estallar en risas, la situación tan rara como maravillosa, un sueño tan extraño pero del que no querían despertar.

—¿Podemos solo saltarnos la parte vergonzosa y besarnos hasta el cansancio?— jadeó el menor a la par que sujetaba su estómago, sin aliento luego de aquella sesión de besos y carcajadas. Minho se sintió sonrojar aún más.

—Pídeme ser tu novio y lo consideraré— respondió Minho juguetón. Unos brazos en su cintura que le apresaban con posesividad fueron la respuesta.

—Hyung, ¿le concedería a este pobre tonto enamorado el honor de salir con usted?

Otra risilla, un nuevo beso—. Por supuesto que quiero salir contigo, Jisung. Nada me haría más feliz.

Esta vez la sonrisa que se formó en la boca del castaño era todo menos inocente, pero Minho encontró que se veía igual de guapo que siempre.

—Es bueno saber eso— murmuró el contrario antes de atrapar sus belfos entre los suyos, y Minho en esa ocasión se dejó llevar.

Jisung le gustaba tanto.

serendipia 「hanknow」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora