Capítulo I

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Como cada noche, se levantaba a altas horas por culpa del dolor de la herida en su cara, así como se despertaba tenía que ir corriendo al baño para poder limpiarla por milésima vez.

Apenas había dormido en los últimos días y estaba cada vez más cansado, pero eso no evitaba que siguiera con su trabajo cada mañana, solo desearía que aquel ataque no haya sido tan mortal para cualquiera.

Era un híbrido y podía sobrevivir a un ataque con ese peligro, pero aun así el trayecto a sanarse era más doloroso, ahora mismo se preguntaba porque no había muerto desangrado en el bosque en lugar de estar viviendo con el dolor que no le desearía a nadie.

Tendría que ir a buscar más hierbas en la mañana, ni siquiera sabía qué hora era, pero por el nivel de la oscuridad podía asegurar que era un poco más de medianoche.

Con toda la motivación que deseaba tener en ese momento, volvió a tapar la abertura con un nuevo pedazo de tela y fue a la cocina por un aperitivo nocturno ya que sangrar cada noche era agotador.

—Espero que empieces a cicatrizar pronto pequeña mierda— murmuro para sí mismo mientras encendía una vela y se dirigía a la cocina.

Agradecía haber preparado unos pasteles de frambuesas el día anterior. Su vista no era la mejor debido al sueño y era de esperarse que se chocara con algunos muebles en su camino para llegar a la alacena.

Su humilde posada no era muy grande pero tampoco muy pequeña, se sentía cómodo con eso. Tenía tres pisos y uno de ellos era el ático, en el primer piso se encontraba la cocina, sala y una chimenea. Estaba ligeramente decorada con algunos retratos en las paredes, además de tener una gran alfombra en el centro de la sala, le parecía lindo el intento de recrear un pato en ella, George era consciente de que adoraba a los patos.

En el segundo piso había dos habitaciones, la del pelinegro y la de huéspedes, el baño estaba al lado de una estantería llena de libros y pergaminos, ya había echado un ojo a algunos libros, más que nada sobre medicina.

Aún no había visitado el ático, pero imaginaba que tendría mucho para limpiar allí arriba y prefería hacerlo cuando sus heridas se calmaran, hasta el momento su nuca al menos había dejado de doler al cabo de tres semanas, y en cambio su ala no había mostrado muchas mejoras.

Su cara ya era otra historia, parecía que iba de mal en peor y tenía miedo de como pudiera terminar eso, había pensado en ir a visitar a un médico en el reino de Karmaland, pero no quería asustar a nadie y llamar demasiado la atención.

Suspiro con cansancio antes de agarrar dos pastelitos de frambuesa, comer tampoco era muy cómodo en estos momentos y debido a eso había perdido hierro, odiaba descuidarse de esa forma por culpa del que hizo esa abertura en su cara.

Tomo una jarra con jugo y se sirvió un poco en una copa, despertarse en medio de la noche le secaba la garganta, o así lo pensaba.

—Debería volver a la cama, después tengo que averiguar la forma de ir a un médico sin llamar la atención en el pueblo— tomo todo el jugo y dejo la copa en la mesa, la lavaría en la mañana, y se dirigió nuevamente a su habitación.

—También debería buscar la forma de esconder mis alas, no tengo idea de si han visto un híbrido antes— pensó antes de dirigirse a su cama y acostarse para caer inmediatamente en un sueño.

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Flores azules en guerra !Luckity/VlogckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora