Capítulo II

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Tan pronto como llego a la entrada del bosque abrió el pedazo de pergamino que tenía en manos y se ubicó en él.

Si sus cálculos no le fallaban tardaría entre treinta y cuarenta minutos en llegar a su posada, tardaría menos si se apresuraba en eso.

Salió del pueblo y siguió el camino que creo en el mapa, esta vez tendría cuidado de no perderse o desviarse por lo que sea, sabia donde quedaba el lago con los patos, entonces vendría a verlos otro día, quizás cuando estuviera mejor.

Lo primero que haría cuando llegara a su hogar seria volver a sus prácticas de alquimia, claro que primero haría lo que le encargo Vegetta.

También debería buscar información acerca de su especie de hibrido, sobre los híbridos en especial. Tenía muchas dudas acerca de ellos, y más sabiendo que él era uno, su padre nunca menciono nada sobre su especie, incluso cuando él era uno. Siempre decía que éramos un caso perdido que apareció de la nada.

No se tragaba esa historia, aun así, nunca pregunto eso de nuevo, prefería buscar respuestas por sí mismo, nunca encontró nada en la biblioteca del reino y eso siempre lo decepciono.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos debido al sonido de un llanto, había alguien cerca y por los sollozos asumió que se encontraba herido o intimidado.

Pareció haber acertado en ambas ya que cuando se acercó al origen del llanto vio a un niño en el suelo sobándose la cabeza mientras temblaba, no muy lejos del chico vio a un hombre, no parecía un adulto, pero tampoco un adolescente, debía tener alrededor de diecinueve o veinte.

Se mantuvo oculto detrás de un árbol de tronco grueso para no ser visto, prefirió escuchar lo que sucedía y prepararse para tomar acciones en la situación.

—Mira niño, no quiero hacerte daño ni nada por el estilo, pero te niegas a hablar cuando te pregunte más de diez veces por qué irrumpiste en mi casa— escucho el sonido de una cuerda siendo estirada, asumió lo peor —No me dejas otra opción, has acabado con mi poca paciencia—.

Antes de que la flecha pudiera ser enterrada en la espalda del niño Quackity salió de su escondite y se abalanzo sobre el tipo quitándole la flecha de las manos antes de que pudiera hacer algo. Ambos terminaron en el suelo, solo que Quackity estaba agarrando su cuello con fuerza.

—No deberías tratar de cometer infanticidio en medio del bosque— coloco la flecha en el cuello del hombre frente a él, amenazando con hundirla en su garganta si no hablaba.

—No estaba tratando de cometer infanticidio. . . solo quería que el niñato respondiera una pregunta— miraba con temor la punta afilada del ítem frente a su cuello.

—A mi parecer estabas a punto de perforar su espalda con una flecha, ¿O me equivoco?— hundió lentamente la punta afilada del arma en la garganta del desconocido.

No espero a que el contrario respondiera, solo le quito la vida de la misma forma en la que él estaba por hacerlo con el niño.

Se levanto y estaba por acercarse para ver al pequeño, pero cuando volteo hacia atrás no había nadie, creyó que había escapado por el miedo y estaba en camino a ir con su mama o papa, aun así, estaba intranquilo por haber descuidado al pequeño.

Estaban en medio del bosque y no tardaría en oscurecer, era muy peligroso que ese niño estuviera solo. Por su estado llego a la conclusión de que era huérfano. No le sorprendía la verdad y no le interesaba saber cómo termino así, solo necesitaba ayudar a ese pequeño.

Busco en los alrededores por varios minutos con la poca esperanza de que ese niño aun estuviera cerca, pero si lo encontraba debería llevarlo al pueblo ya que no creía poder hacerse cargo de un chamaco, no estaba en condiciones.

Flores azules en guerra !Luckity/VlogckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora