K!Cuackity

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📌 Advertencias 📌
Mención de sangre.
Muerte de un personaje.

Cuackity respiró profundo, devolviendo a sus pulmones el aire perdido, dejando que la adrenalina deje poco a poco su cuerpo para dar paso al cansancio entre largas bocanadas de aire

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Cuackity respiró profundo, devolviendo a sus pulmones el aire perdido, dejando que la adrenalina deje poco a poco su cuerpo para dar paso al cansancio entre largas bocanadas de aire. Endereza su espalda, dejando que la espada siga clavada sobre el cuerpo de su víctima. Limpia el sudor que resbala por sus sienes con una parte limpia de su ropa, pero no sale ileso tras mancharse aún más de sangre; no se da cuenta de ese detalle, no cuando tiene a su objetivo muerto por debajo suyo, sin señales de vida ni una reencarnación segura sobre este mundo.

— Te lo dije, Luzu. —

Comenta sobre la brisa fría de la noche. Su aliento deja salir vapor caliente entre cada palabra que suelta. Cada fibra de su cuerpo la siente caliente, no sabe si es por la sangre manchando de su ropaje o de sus sentimiento encontrados tras haber hecho de todo para tener al español muerto. La espada se mantiene sobre el pecho de Luzu, justo sobre su corazón, sin ningún apice de vida que demostrar luego de haber preparado toda una estrategia sobre su contra.

— Te dije que te mataría si no dejabas la alcaldía. —

Cuackity voltea, observando los otros dos cuerpos que dejó en el camino. Había amenazado a Luzu con matar a sus hijos, y lo hizo. Fue suficiente distrayente para poder tomar desprevenido al español y poder acabar con él de una vez por todas. De seguro el shock emocional fue bastante para el castaño, porque no había un rastro de su reaparición en alguna parte de este mundo, ni siquiera una tumba a la cual cernirse. El cuerpo de Luzu seguía ahí, intacto, masacrado, frío y pálido.

Cuackity vuelve a limpiar el sudor de su frente. Cierra sus ojos por unos momentos y traga el nudo retenido sobre su garganta. Calla cualquier sollozo sobre el paladar de su boca y traga cualquier sensación de arrepentimiento que esté sintiendo ahora mismo. No, no podía llorar. No iba a llorar por Luzu. Ese cabrón se lo había buscado por su propia mano y él no era alguien que solo soltaba promesas al azar. Vuelve a respirar y traga saliva con pesadez. Las pocas lágrimas se combinan con la sangre de su rostro, aprieta la quijada y rechina los dientes, apenas soltando un suspiro tembloroso. No sabe ahora sí estaba enojado o triste. No sabe nada ahora. No quiere saber realmente algo en ese instante.

— ¿Cuackity? —

Cuackity voltea, parpadeando con cierto dolor en sus ojos ante la luz molesta directamente a la cara. Parpadea varias veces para enfocar su vista, observando a Ilojuan con un rostro totalmente aterrado a la escena frente suyo.

— ¿Pero que hiciste? —

Un *Pib* suena sobre sus bolsillos. Ninguno vio el mensaje que se daba cada vez que algo le ocurría a los habitantes de Karmaland.

*Luzu está sangrando por Cuackity*
*Luzu fue asesinado por Cuackity*
*Luzu no tiene posibilidades de reestablecer*

De un momento a otro Cuackity estaba corriendo sobre los límites de Karmaland. Sus pies se tropiezan varias veces con las piedras en el camino y se obliga a levantarse para seguir directo hacia el mar abierto de aquella isla. En medio de su carrera se quita su corbata, su saco, su gorro y guantes. Todos manchados por la sangre de Luzu. No sabe si estaba llorando o si era culpa nuevamente del sudor. Sus pulmones se llenan de aire frío, su cuerpo duele cada vez que cae, la fatiga ataca con cada paso y se siente desmoronar en medio de sus decisiones.

"Quiero que sepas, Cuackity..."

Siguen andando. Llega por fin al mar. Sobre el agua había un bote de madera que esperaba su llegada.

"Que todo lo que hice..."

Empuja el bote en medio de sus vacilaciones, entrando por fin sobre el agua. Detrás suyo le perseguían varias personas. Le perseguían sus amigos, SapoPeta, algunos secuaces por haber matado al alcalde de Karmaland.

"Lo hice por ti."

Jadea ante la poca fuerza que tiene al tomar la pala, comenzando a remar con toda la velocidad posible que su cansancio le permitía. Las olas se sienten pesadas, ya casi no veía la luz de la isla ni de los karmalienses. La oscuridad lo recibe junto con el sonido del mar chocando contra la madera. Aún así, sigue remando, sin un rumbo fijo, sin ningún otro plan.

Si sintió o no su rostro lleno de lágrimas, no le dió importancia, no ante la fuga que se estaba dando.

"No mentí cuando dije que lo único que quiero es tu felicidad, Cuackity."

No, no era momento para arrepentimientos.

Orbes rojos, alas doradas [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora