Avatar. CSI: Ciudad Republica

8- El topo

   Antes de que saliera el Sol, la Mansión Keum había sido abandonada. El detective Mako había insistido en que debía crearse un perímetro y buscar todo tipo de evidencias de Hasook, pero Saikhan se lo prohibió terminantemente.

   "Sé que lo usarás como excusa para indagar en los secretos de Keum" fue lo que le dijo Saikhan, con Mako, descubierto, no teniendo más que aceptar a regañadientes abandonar el lugar de inmediato. Ahora ya se encontraba en su departamento. Había podido dormir solo de a ratos, tenía mucho en la cabeza.

   Pronto llegaría la hora de ir a trabajar, pero Mako sentía que algo iría mal apenas llegara. Era un instinto que tenía por algo que le había dicho Saikhan... Este dijo "ve y descansa, yo tengo algunas llamadas que hacer". Eso le activó las alarmas. ¿A quién debía llamar? Claramente a personas ligadas al caso, ¿pero para qué? ¿Qué debía decirles y por qué él no podía quedarse a escuchar? ¿Le contaría sobre las llamadas tan pronto llegara a la estación o tendría que rogar por saber? Era su caso, pero no lo parecía para nada.

   Primero había sido el no dejarlo hacer del caso una cuestión pública, para que así la gente común estuviera alerta de que un psicópata andaba suelto. Tras eso, la historia oculta tras la primera víctima, Pong Zhu, y su conexión con Keum. Luego cómo no estaba convencido de ir a hablar con Keum y cómo apenas lo permitió tras el ataque público contra la Torre Keum... En general, no le gustaba nada cómo Saikhan se estaba manejando en el caso y entonces recordaba esa pequeña disputa que tuvieron hace tan solo unos días, respecto al caso de ese par de socios que acabó en estafa económica. Saikhan había intentado que fuera a investigar las vidas privadas de las personas para favorecer a uno que tenía de amigo a un juez. Ya había oído rumores en la fuerza, pero experimentar frente a frente que Saikhan fuera tan corrupto le tiraba muy abajo, más que nada por este ser su Jefe Interino. ¿Qué futuro tendría la ciudad entera si un hombre como ese los dirigía? Si las leyes y la transparencia no fueran la base de todo...

   Eso le hacía pensar en una cosa. Quizá no debería ir a la estación apenas comenzara su horario. Quizá podría desviarse un poco... Sabía que Saikhan no le permitiría ir a cazar a Hasook, pero Mako no veía otra opción. Si alguien podía encontrar a Hasook era él. Debía, de una buena vez por todas, emplear toda la aptitud detectivesca que aprendió al tratar con Varrick hace tantos años y luego con aquella formación posterior que tuvo que hacer. No había otra opción...

   Bueno, sí había una. Callar. Olvidar el caso. Rezar porque Hasook haya acabado tan herido que no tenga ganas nunca más de volver a matar.

   Eso sería apostar a la suerte.

   Mako no quería suerte, quería resultados.

   Y solo podía haber un resultado en esta historia.

. . .

   La plancha de hielo bajo sus pies se deshace tan pronto esta entra en contacto con la arena. Hasook avanza sobre aquel suelo amarillo. Viste un largo abrigo negro y tiene un gran sombrero, el cual oculta su cara casi por completo rostizada. La playa está desierta, salvo por una pequeña gaviota que pareciera haberse quedado atrapada en una red de pescador rota.

   Acercándose, Hasook extiende su única mano hacia el pequeño animal, lamentándose de ver su mano igual de negra y polvorizada como su rostro y todo su cuerpo. La gaviota lo ve y se asusta, pero Hasook le quita todo temor al darle un regalo muy preciado: el fin de su pequeña e insignificante vida.

   Subiendo una pequeña colina donde la arena ya cambia lentamente por césped, Hasook ve un pequeño asentamiento industrial no muy lejos. Aún está en territorios de la República Unida, pero se ha alejado un poco de la ciudad. No es que tema que lo vayan a buscar por cielo y tierra. No lo harán o sino estarían exponiendo que hay un maestro sangre suelto por ahí. Ni la fuerza de policía ni la Presidente aceptarían un escándalo de esas escalas, sumada a la presión de los empresarios del Acuerdo de mantener todo aquello en secreto.