Epílogo:

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ChanYeol abrazaba con firmeza a la madre de su mejor amigo mientras esta lloraba desconsolada contra su pecho.

—Lo siento mucho, señora —pronunció el doctor Kim MinSeok con el semblante ensombrecido—, el tumor estaba en un estado bastante avanzado y cuando intentamos retirarlo, nos encontramos con una severa hemorragia que provocó una convulsión en la mesa de operaciones. Intentamos contener el problema, pero el cerebro de su hijo comenzó a hincharse y no pudimos detenerlo. KyungSoo se encuentra en coma.

La mujer tembló en los brazos de ChanYeol debido al fuerte sollozo que escapó de sus labios, mientras el peligris mordía sus labios en un fallido intento de ocultar su propio llanto.

—Lo mantendremos en observación y le administraremos medicamentos que nos ayuden a bajar la inflamación, pero aún así es probable que no despierte, lo siento —culminó el médico antes de inclinarse ante la mujer y alejarse por el desierto pasillo.

—Pueden pasar a verlo, si lo desean —ofreció una de las Licenciadas señalándoles el camino. ChanYeol asintió, pero no se atrevió a moverse, no hasta que la madre de su mejor amigo se encontrara lista, o hasta que sus propias piernas decidieran volver a funcionar.

—Tenemos que decírselo —pronunció la mayor con voz baja y ronca por el llanto, el más alto se limitó a observarla—. A su enfermero, a JongIn, tenemos que buscarlo y decírselo —explicó temblorosa—. Él tiene que estar presente cuando suceda.

El más alto arrugó el entrecejo y asintió, sabiendo que su mejor amigo no se lo perdonaría nunca si dejaba que el hombre del que se estaba enamorando permaneciera en la ignorancia sobre su situación.

—Vaya con KyungSoo, yo iré a buscar al Licenciado —sugirió, la mujer negó de inmediato.

—No, te acompaño.

ChanYeol asintió y ayudó a la mayor a ponerse de pie antes de acercarse a la enfermera que les había hablado antes para pedir que les indicara dónde podían encontrar a JongIn.

—¿A quién? —Cuestionó la joven mujer con el ceño fruncido.

—Al Licenciado JongIn, Kim JongIn —explicó la madre de KyungSoo.

La mujer negó.

—No conozco a nadie con ese nombre. ¿Cómo es?

Tanto la mayor como ChanYeol intercambiaron miradas sin saber qué decir. Nunca habían visto su apariencia, lo único que sabían de él era lo que KyungSoo mismo les había contado.

—Mmm, quizá pertenece a otro piso —les ofreció la Licenciada encogiéndose de hombros— o quizá sea uno de los nuevos, ¿por qué mejor no se lo preguntan a la jefa?

El más alto agradeció con una leve inclinación y siguió a la madre de su amigo hacia el otro lado del pasadizo.

Preguntaron en la recepción del piso, en la central de enfermería del edificio e incluso en el departamento de Recursos Humanos del hospital y se dieron con la sorpresa de que no había una sola persona en todo el Centro Médico Nacional que respondiera a ese nombre. Ni paciente, ni trabajador, nadie.

JongIn simplemente no existía.

La madre de KyungSoo se acercó al cuerpo de su hijo con una mano cubriendo su boca en un ingenuo intento de cubrir su llanto e hizo lo que sabía él le estaría pidiendo. Respiró. Tomó una profunda bocanada de aire y dejó que su pecho se calmara ligeramente antes de inclinarse hacia él y dejarle un beso sobre la frente.

—Mi precioso bebé —murmuró acariciándole la mejilla—, supongo que tú tampoco sabías que eran alucinaciones; seguro creíste que JongIn era tan real como lo que sentiste por él.

My Happy Ending [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora