Capítulo tres:

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—¿Te han colocado antes un enema? —Pregunta JongIn dejándome atónito.

Siento mi cara quemar de lo rojas que deben estar mis mejillas y no puedo lidiar con la frialdad de su voz o lo indiferente de su mirada. Él no es el hombre dulce con el que he estado lidiando hasta ahora, es un distante extraño a quien no se le ha ocurrido peor momento para hacerme una pregunta tan incómoda.

¡Que la tierra me trague!

¡Que el piso del hospital se parta en dos y me lleve a sus profundidades! ¡Maldición! Deseo tanto desaparecer que estoy a punto de lanzarme por la ventana!

No hay manera de sobrellevar tanta vergüenza junta. ¿Por qué demonios ha sacado el tema tan de repente?

De acuerdo, no tan de repente. Los doctores han ordenado que se me haga una colonoscopía y parte del proceso de limpieza, además de tomar como dos litros de suero mezclado con agua, es que me pongan un enema, pero ¿tenía que ser él quien lo mencionara? ¿No podía ser SeulGi? ¿O Don JunMyeon? ¿Por qué JongIn? ¿Y por qué justo hoy que de por sí estoy sensible debido al aspecto de monstruo del lago Ness que estoy luciendo desde ayer?

¡Me veo horrible!

Llevaba unos días deprimido debido al poco avance sobre mi situación y la indiferencia de JongIn, a quien no había visto acercarse a mi zona desde aquella vez que se enojó sin razón, así que no me había molestado en afeitarme o siquiera peinarme como de costumbre. Ya de por sí me veía desaliñado.

Pero entonces, el contraste que me colocaron durante el último examen causó una reacción alérgica en mi cuerpo, hinchándome y llenándome de sarpullido y granitos que me convirtieron en un maldito monstruo con pelos apuntando en todas las direcciones en un ridículo intento de barba. He regresado a la pubertad y me he convertido en la peor pesadilla de un adolescente.

Pero me dije: no importa, igual el ángel hermoso por el que vives babeando anda ocupado encargándose de otras zonas, no te verá.

Debí saber que ya que la vida disfruta riéndose de mí, esta sería una oportunidad más que perfecta para atacarme.

Una cosa era dejar que JongIn trabaje durante el turno de la tarde, me vea y tenga que colocarme él mismo la clorfenamina para aliviar la alergia. ¡¿Pero preguntarme por el enema?!

No, simplemente no puedo más.

Parca, llévame.

Ok, no. No va en serio, ¡aún tengo mucho por vivir y un JongIn hermoso por comer!

Pero realmente no era necesario que me atacara de esa manera, no hoy.

—No —le respondo con la voz temblorosa y siento que estoy a punto de llorar de rabia.

Él se concentra en colocar mi medicina sin cambiar su semblante serio e indiferente.

—¡KyungSoo! —saluda JongDae, uno de los técnicos con los que me llevo bien.— Vamos a sacudir tu cama —me dice con una denotación pervertida en su voz que normalmente me haría reír, pero que hoy solo logra sacarme media sonrisa.

—Manché la sábana con sangre de nuevo —le informo mostrándole las nuevas salpicaduras que causé en la mañana y que asustaron a la interna que estaba ayudando a la Licenciada YoonAh cuando le indicaron que desconectara mi medicamento.

—¿Manchaste la sábana sin mí? Que travieso... —Juega y esta vez mi sonrisa es más grande.

—JongDae —pronuncia JongIn con dureza—, no le hables así al señor, vas a incomodarlo —pronuncia con una seriedad tan hosca que termina incomodándonos a todos.

My Happy Ending [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora