24 - El Final De Todo

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Eros
Camino de un lado para el otro mientras paso mi mano repetidas veces por mi cabello. Suelto un suspiro frustrado antes de tomar asiento de nuevo sobre mi silla.

De repente, alguien toca la puerta de mi oficina. Alzo mi mirada a esta cuando es abierta, revelando a mi asistente. "La señorita Atlas esta aquí." Dice con algo se confusión. Ruedo los ojos y asiento. La morocha se hace un lado y le el paso a la rubia, cual entra en todo su esplendor.

"Hola mi guapo esposo." Dice con una sonrisa. "Me extrañaste?" Katerina toma asiento sobre la silla al contrario de mi.

Arreglo mi corbata y suspiro. "Tengo acá las acta de divorcio, necesito que firmes."

La sonrisa se borra de su rostro. "Que?"

"Estoy solicitando para el divorcio y necesito que firmes. Seguirás siendo dueña del veinticinco por ciento de Furmoryx, pero no seguiré siendo tu esposo. Ya esa etapa llego a su fin."

Katerina se inmuta, apretando su mandíbula. "Que? Acaso te casaras con la perra esa?!"

Pellizco el puente de mi nariz y suspiro. "Eso no es de tu inconveniencia, firma el maldito papel y sal de mi vida de una vez por todas." Digo después de ponerme de pie. Podia sentir mi sangre empezar a hervir de la rabia.

La rubia se pone de pie por igual, enarcando unas de sus cejas. "Si firmo el papel, que tan segura estoy que no me estas quitando también lo de Fumoryx?"

Suelto una risa sarcástica. "No soy igual que tu Katerina, lee el papel. No hay ningunas letras pequeñas. Y si te quería quitar, lo hubiera hecho desde el momento que dijiste que eras dueña del veinticinco por ciento."

La rubia bufa y rueda los ojos. "Y si no quiero firmar?"

Sonrió ampliamente, mostrando mis dientes. "Te pondré una puta demanda, que quedarás en bancarrota."

Katerina tensa su mandíbula y suspira. "No te atreverías hacer eso."

Suelto una sarcástica risa. "Katerina, firma el maldito papel y quedemos bien. Si?"

"Que? Te piensas casar con la morocha?"

Ruedo los ojos y suspiro en frustración. "Eso no es de tu inconveniencia." Pellizco el puente de mi nariz. "Firma el papel."

Katerina bufa y agarra el lapicero de la mesa. "Los veinticinco por ciento quedan míos?" Asiento. Sus dedos se aprietan alrededor del lapicero, su labios hecho una fina linea y su vista pegada fijamente en la hoja.

"Tus veinticinco quedan tuyos, no perderás ningún centavo y los dos quedamos divorciados. Fin de la historia." Digo con una sonrisa.

La rubia suspira y pega el lapicero contra la hoja, firmando el divorcio legalmente. "Ya." Toma las hojas y lo meto dentro de una carpeta.

"Gracias, ahora estamos oficialmente divorciados. Llevare esto donde mi abogado, todo lo mío quedan mío y todo lo tuyo. Pues, tuyo." Digo con una sonrisa luego de levantarme de mi silla. Katerina rueda los ojos y se levanta de la silla para luego darse vuelta y dirigirse hacia la salida de la oficina. "Que pases buen día, señorita Kohp." Katerina me fulmina con la mirada una ultima vez antes de desaparecer por la puerta.

(...)

Sofia

Muevo mi cintura de lado para el otro mientras canto la canción que sonaba duramente por las bocinas en mi apartamento. Me encontraba en la cocina preparando la cena.

"My diamonds stay with with you..." Digo y doy media vuelta, gritando fuertemente al ver la figura de Eros parado detrás de mi. "Oh por Dios!"

Eros suelta una risa y se cruza de brazos. "Por favor, prosigue bailando."

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Ruedo los ojos y me acerco a el, plantando un pequeño beso sobre sus labios. "Viniste temprano, aun no termino la cena." El se encoge de hombros y empuja con sus manos mi cabello hacia atrás.

"Si quieres puedo irme."

Niego con mi cabeza. "Para nada." Beso otra vez sus labios. "Como te fue en la oficina?"

Eros suspira y alza su vista hacia el techo. "Pues lo de siempre y algo mas."

Mis cejas se unen. "Que cosa?"

"Oficialmente estoy divorciado de Katerina Kohp." Mis cejas se alzan en asombro y una sonrisa amplia se desplaza por mi boca.

"Oh por Dios!" Lanzo mi cuerpo contra el, Eros me toma sin ningún problema y enredo mis piernas alrededor de su cadera. "Agh, te amo."

Eros sonríe. "Si?" Asiento y el me deja sobre la encimera de la cocina. Nuestros rostros estaban a unos cuantos centímetros de distancia. Relamo mis labios y enredo mis dedos en sus rulos. Su rostro se hunde en el hueco de mi cuello y siento sus fríos labios contra mi caliente piel. "Que tanto?" Susurra sobre el lóbulo de mi oreja antes de lamer este y sonreír.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal al sentir su tacto. Con mis manos, acuno su mandíbula y mi pulgar roza contra su labio inferior. Sus pupilas estaban dilatadas, observando cada movimiento que hacia. Paso mi lengua lentamente por mis labios antes de acercarme a los de el. "Demasiado..." Digo antes de atrapar su labio inferior con mis dientes y jalar de este. Eros suelta un leve gemido entre dientes y tensa su mandíbula fuertemente. "Ve a refrescarte mientras termino de hacer la cena." Digo antes de bajarme de la encimera.

(...)

"No, no! Yo tengo la peor!" Exclamo mientras alzo mi copa de vino. Iris y Eros me miran con una sonrisa retadora. "Primer año de secundaria." Las cejas de Iris se alzan y Eros bufa.

"Imposible." Dice el oji-verde.

Asiento con un puchero. "Quien fue?" Esta vez pregunto Iris con curiosidad.

"El primer chico lindo que vi de ultimo año, Christian Torres." Digo, Iris se hecha a reír y Eros por igual.

"Me imagino que te gusto forma de hablar?"

Miro a Eros a los ojos. "No tuvo que hablar, ya con tan solo oler su perfume estaba hecha un lío." Respondo y bebo el ultimo poco de vino en mi copa.

"Tus años de secundaria eran mas locas que las mías." Dice Iris. "Ni Eros era tan problemático."

Eros voltea a ver a su hermana. "Que tan segura estas?"

Iris se levanta de la silla. "Demasiado." Su vista vuelve hacia mi. "Gracias por la cena Sof, ya se esta haciendo tarde y mañana tengo trabajo." Me levanto por igual de la silla y sonrió.

"Fue un placer." Me acerco a ella, enrollando mis brazos alrededor de sus hombros. "Buenas noches."

"Chao Eros." Dice antes de salir de mi departamento. Con un suspiro, empiezo a recoger los platos del comedor. Eros recoge las copa y me ayuda a lavarlos.

"Sof..." Eros susurra casi en silencio. Volteo a verlo, estaba a un metro de distancia de mi, recostado contra la encimera.

"Sucede algo?"

El sacude su cabeza. "Para nada, solo quería decirte algo."

Mi pecho se aprieta ante sus palabras. "S-sobre que?"

Los ojos de Eros bajan al suelo luego me miran a mi fijamente. "Múdate conmigo." Toda la sangre en mi cuerpo se enfrió. Mis manos se sentían sudadas y mis piernas estaban hechas gelatinas. "Quiero que te vengas a vivir conmigo."

"P-pense que ya hacíamos eso." Digo entre risas y un sollozo. Eros sacude su cabeza y se acerca a mi, acunando mis húmedas mejillas.

"Hagámoslo oficialmente, te vienes a vivir conmigo." Dice antes de besar mi frente.

"Okay."

El Cielo Ante Mis PiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora