Segunda Parte

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-¿Dónde pueden estar? -Shang miró a su alrededor, buscando a los tres soldados que necesitaría para la misión.

Mulan sonrió.

-Pueden estar con la casamentera -sugirió con una risa-. Desde que llegaron tienen la esperanza de encontrar a su razón.

-Su chica -completó él, reprimiendo la risa al recordar la canción que cantaban con alegría sus soldados tiempo atrás, aunque estaba empañado con la preocupación por su padre-. Recuerdo que querías una que pensara antes de hablar.

Mulan se sonrojó levemente.

-Ping quería eso, yo no.

Shang iba a contestar cuando escucharon un alboroto frente a ellos. Arqueó la ceja en la dirección de su futura esposa.

Ella asintió.

-Definitivamente están adentro, ¿quién es capaz de armar semejante escándalo?

-Probablemente tú, ¿no recuerdas el primer día en el campamento?

Pero antes de que le contestara los amigos de Mulan aparecieron rodando con unos cuantos moretones, aterrizaron de una forma cómica a sus pies y Shang evitó reír, ¿por qué siempre los encontraba en situaciones vergonzosas? Los imaginó vestidos de mujer y sí, estuvo a punto de carcajearse, pero no era lo correcto.

-Mulaaan, generaaal Shaaang -soltaron los tres al unísono con una sonrisa enorme alargando la "a".

Les sonrió soltando una risa, no pudo evitarlo, no después de demostrar aquel entusiasmo que rayaba en lo infantil.

-Si los tres no están muy ocupados peleando -miró de reojo a Mulan, que se colocó a su lado con una sonrisa suave, agrandó su sonrisa, no podía evitarlo con ella cerca-. Los necesito en una misión.

Los ojos de Ling se iluminaron al escuchar la respuesta de su futura esposa al asegurarle que salvarían China. Yao se enderezó con una sonrisa coqueta.

-Habrá unas cuantas chicas decepcionadas, pero... ¡Ahí estaré!

-¡¿Dónde firmo?! -Ling sonrió más que Yao.

Shang evitó poner los ojos en blanco.

-¿Cuándo nos necesita, señor? -el rostro de Chien-Po reflejaba tranquilidad.

-Esta noche -respondió, poniéndose serio de repente, a pesar de que no era una misión que implicaba batallas sabía que sería de las más importantes, una boda a cambio de una guerra, ¿no era justo?

Miró el rostro de Mulan, obviamente ella no pensaba lo mismo, esperaba que durante el viaje le confesara sus sentimientos, así podría apoyarla y convencerla de que era necesario. Sí, era un gran sacrificio por parte de las princesas, pero no corrían mucho peligro pues sus corazones, por lo que sabía, no le pertenecían a nadie, debido en gran medida a su aislamiento, lo más probable era que se enamorarían de sus futuros esposos. La ventaja de aquel viaje era que su relación con Mulan mejoraría enormemente.

.

La noche era perfecta, las estrellas iluminaban pero también permitían esconderse, el carruaje para llevar a las princesas se encontraba en el centro del jardín, con sus caballos al frente, Shang miró hacia la entrada del recinto con curiosidad al escuchar unos pasos, nunca había visto a las hijas del Emperador y, por lo que siempre escuchaba, eran hermosas, su belleza era comparada incluso con una puesta de sol. Sacudió la cabeza cuando las observó con ojo crítico.

Sí, eran hermosas, pero sus movimientos delicados, en resumen lo que cualquier hombre normal quería, pero claro, él no era como cualquiera, la belleza de Mulan residía en su valentía, su fuerza, su corazón y su dedicación.

A los ojos de Shang 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora