Sophia
Durante mis 24 años de vida he pasado por cosas difíciles, como todos, he tenido más de un millón de momentos en que he deseado que la tierra se abra y me trague entera y otro millón en que me he sentido la mujer más dichosa del planeta. He vivido con intensidad, con pasión, a pesar de todo, siempre he sacado lo mejor de cada ocasión.
Soy el tipo de persona que no se rinde jamás, que si le ponen un muro enfrente lo destroza, lo salta, lo rodea o hace lo que haga falta para salir adelante pero justo en estos momentos tengo un muro enorme de acero puro y duro que no sé cómo librar.
Hago una bola con el estúpido vociferador que el Ministerio de Magia me envió y la tiro directo a las llamas crepitantes de la chimenea. La asquerosa voz chillona de mujer, que salió de ahí para decirme que me habían negado la custodia de mi hermana y que de no contar con alguien más adecuado que se hiciera cargo de ella terminaría a merced de ellos, no dejaba de hacer eco en mi mente.
No recordaba un momento en mi vida en que me sintiera más impotente, más frsutrada, más enojada y más desesperada que ese. No podía permitir que se llevaran a Herms lejos, después de la pérdida de mis padres ella no podría soportar que también la alejaran de todos quienes la amabamos; mucho menos con el-que-no-debe-ser-nombrado suelto y si era para quedar en manos del corrupto Ministerio de Magia responsable por casi asesinar a Harry con Dementores en su propio barrio junto a su primo hace solo unas semanas.
Pero qué podría hacer? Ese no era mi mundo, yo no conocía sus reglas y aprenderlas lo suficiente para rebatir el caso me llevaría meses y Dumbledore, con los nuevos acontecimientos y el odio del Ministro sobre él, no podía ser de gran ayuda. Me llevé las manos a la cabeza con cansancio, llevaba horas y horas pensando y sentía que mi cerebro quería hacer implosión.
—La manzanilla ayuda con el dolor de cabeza, también puedo recomendarte alguna poción, un whiskey de fuego o mis servicios si deseas deshacerte de alguien.
La voz grave y profunda con ese tono tan irónico y áspero que tanto me gustaba era inconfundible, podría distinguirla aún entre un coro de más de mil voces.
—Acepto el Whiskey y más o menos cuánto tardarías en desaparecer al Ministro?
Su aroma tan delicioso invadió todo a mi alrededor cuando se sentó a mi lado.
—Te negaron la custodia?
Mis ojos se llenaron de lágrimas de furia pero su tacto al abrazarme y su preocupación por hacerme sentir mejor lograron transmitirme seguridad y un poco de la paz que tanto necesitaba,
—Fudge es un verdadero idiota, no hay nadie mejor que tú para la tutela de la Señorita Granger. Le escribiré una carta, buscaremos al mejor abogado y vamos a encontrar la manera.
—Gracias Severus, todos estos meses has sido mi más grande apoyo.
Lo escuché suspirar profundamente y un calor enorme me invadió por completo cuando acarició mi rostro con esa delicadeza que solo mostraba cuando estaba a mi lado.
—Y tú el mío.
Me sentí como nunca antes me había sentido, como si estuviera flotando y a la vez tuviera tantas burbujas en el estómago que pronto comenzarían a salir y explotar por mi boca y la única manera de evitar que escapasen era unir mis labios a los suyos. Y lo hicimos, ciertamente, no era mi primer beso, ni el segundo, ni el tercero pero el punto es que sin la menor duda sí que era el mejor. Lo abracé por el cuello y me dejé llevar por el ritmo de nuestros corazones, lo estaba besando frente a la chimenea, a Severus Snape, el profesor más amargado y odioso según Hermione, la persona más estúpidamente arrogante según Sirius, pero el mejor besador y el hombre más interesante y atractivo según yo.
Un carraspeo nos sacó de nuestro trance y, no puedo decirlo con certeza pero, estoy segura que mis mejillas tenían un tono rojo muy vívido.
—Lamento mucho interrumpir pero me enteré que le han notificado la resolución del Ministerio Señorita Granger.
Severus y yo nos separamos con un poco de timidez, se levantó de un movimiento y me ayudó a incorporarme de manera que quedaramos de pie y cerca de Dumbledore.
—Así es Director, me negaron la custodia.
Agaché la vista con tristeza, recordando la encrucijada tan grande en que me encontraba pero sentí de nuevo los brazos de Severus rodeandome y dandome seguridad.
—Hoy mismo contactaré a mi abogado, pelearemos por la custodia, Sophia es la mejor opción y se lo haremos ver al imbécil de Fudge.
Pude percibir el sonido de una ligera risita marca Dumbledore lo que me sorprendió bastante ya que las había escuchado antes pero nunca siendo yo una de quienes la provocaban.
—Pues me alegra que estés tan dispuesto a ayudar Severus porque yo tengo la mejor alternativa, una que no requerirá batallas legales ni nada más que una simple cosa.
—Nada es simple contigo Albus, mejor di de una vez lo que te ronda la cabeza.
—El Ministerio solo quiere un tutor que cumpla con sus arcaicos requisitos, la única cosa por la que le negaron la custodia a la Señorita Granger es por su vista lo que podríamos pelear legalmente y quizás en uno o dos años conseguir ganar pero sería tiempo perdido cuando podemos darles lo que quieren, si Sophia tuviese un esposo todo estaría resuelto.
Un esposo? Si ni a novio llegaba, Dumbledore había enloquecido.
—Pero yo no estoy casada.
—Eso es muy sencillo, Severus y tú deben casarse.
Y así como si nada lo dijo, como si solo se tratara de elegir un par de zapatos. Sentí a Severus tensarse tal y como yo lo hice, nos quedamos totalmente callados por varios minutos. Era obvio que nos gustabamos, que hicimos conexión desde el comienzo y que estábamos comenzando sentir cosas pero de eso a casarnos? Podría con solo unos meses de convivencia y después de tan solo un beso convertirme en la Señora Snape?
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True colors
FanfictionNada es en realidad lo que parece. El amor, lo bueno y lo bello también pueden encontrarse en la oscuridad porque lo realmente importante es invisible a los ojos.