La cena después del funeral fue la más silenciosa que se hubiese presenciado en el 12 de Grimmauld Place, ni siquiera los gemelos Weasley, que sólo se conformaban con comer sin emitir palabra alguna, encontraban la manera de obligarse a romper el hielo con una de sus ocurrencias pues el horror estaba instalado en el corazón de todos y cada uno. Horror por la perdida de dos personas inocentes, horror por el dolor que padecían dos chicas jóvenes que jamás habían dañado a nadie y que ahora se veían forzadas a salir adelante sin las dos personas más importantes de sus vidas y horror porque la muerte de los Granger dejaba una cosa en claro, la guerra estaba ahí, justo frente a ellos, y sería tan mortífera e injusta como todos habían imaginado en sus peores pesadillas, incluso podría ser peor.
Dumbledore, Arthur, Molly, Remus, Nymphadora y Alastor permanecían sumidos en sus pensamientos tratando de encontrar la manera de terminar con el horror de una vez por todas y minimizar las perdidas y el sufrimiento. Ginny miraba constantemente a sus padres sólo para asegurarse de que estaban bien, tenía terror de perderlos de vista un momento y al siguiente darse cuenta que los había perdido para siempre. Ron se encontraba absorto en su comida, tardaba más en tragar que lo que tardaba en llenarse de nuevo la boca, esa era la única forma en que su cerebro dejaba de pensar, era la única forma en que no se sentía invadido por el miedo y la tristeza, comer era la única forma que tenía para escapar de la infeliz realidad. Harry y Hermione se tomaban de la mano bajo la mesa mientras mantenían sus ojos fijos en sus platos a medio terminar y con su mano libre dirigían, esporádicamente, trozos de estofado a su boca. El silencio los acogía a casi todos, se sentían cómodos y felices de no tener que hablar pues ninguno estaba de ánimos para pensar en algo inteligente que decir. Había una sola persona a la que ese prolongado y denso silencio lejos de cobijarla la hacía sentir asfixiada y era atentamente observada por un par de ojos negros y un par de ojos grises.
La incomodidad que Sophia experimentaba iba creciendo bocado tras bocado, ella estaba acostumbrada a las comidas ruidosas, a las personas que no paraban de parlotear día y noche, al sonido reconfortante de los cubiertos cortando carne, sirviendo sopa, untando mantequilla. La falta de voces, el esfuerzo excesivo de no provocar el menor sonido por parte de quienes la rodeaban la enloquecía. Se concentraba en las respiraciones, en los suspiros poco frecuentes, en la escandalosa manera de masticar y tragar de quien sea que estuviera tres espacios a su izquierda, se decía que era natural que nadie quisiera decir una palabra y que ella estaría bien si sólo se concentraba en su propia comida pero no era así.
Tal vez pensaran que para ella era fácil, no veía, no tenía que preocuparse por fingir que prestaba atención a algo a alguien, bastaba con bloquear su mente y perderse en sí misma y con tanto sufrimiento seguro creerían que ese mutismo era una especie de regalo para ella pero nada más lejos de la realidad. En momentos de estrés y sufrimiento, como los que estaba viviendo en ese momento, el ruido era lo que realmente la despertaba, lo que la presionaba a afrontarse a sus problemas, a buscar soluciones y a superar los obstáculos que se le presentaran, el ruido calmaba su alma y despejaba su mente mientras que en el silencio encontraba la fuente de sus miedos y de sus preocupaciones. El silencio tenía un efecto adormecedor en su lógica, el silencio apagaba su instinto de supervivencia, en el silencio se sentía extraviada y desvalida, el silencio la ensordecía.
Sophia comenzó a moverse con algo de inquietud, a hacer un sonido rítmico y constante con sus dedos sobre la mesa sin ser apenas consciente de ello. Las miradas viraron hacia ella, nadie entendía lo que pasaba, nadie excepto el ojigris que no paraba de observarla. Sirius Black hizo un ligero carraspeo y se dirigió a la nerviosa chica, con un tono de voz más alto del necesario, al mismo tiempo que cortaba una gran porción de carne asegurándose de que los cubiertos chocaran entre sí y contra el plato.
-¡Sophia! Es un nombre realmente hermoso, he estado haciendo memoria y no recuerdo haberlo escuchado antes.-
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True colors
FanfictionNada es en realidad lo que parece. El amor, lo bueno y lo bello también pueden encontrarse en la oscuridad porque lo realmente importante es invisible a los ojos.