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Debido a la notoria incomodidad por parte de los híbridos, Sapo Peta se dispuso a sacarlos del hogar ajeno e huir

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Debido a la notoria incomodidad por parte de los híbridos, Sapo Peta se dispuso a sacarlos del hogar ajeno e huir.

Debía admitir que tenía muchas cosas que pensar, pero realmente no eran un problema para él, más bien llámalo...

Entretención.

Los jugueteos de ambos no cesaron hasta tener limpia la gran mesa del inmenso castillo, el de ojos violáceos se dedicaba a abrazar y besar el cuello del castaño con hambre, mientras este se retorcía en su regazo

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Los jugueteos de ambos no cesaron hasta tener limpia la gran mesa del inmenso castillo, el de ojos violáceos se dedicaba a abrazar y besar el cuello del castaño con hambre, mientras este se retorcía en su regazo.

La temperatura de la habitación comenzó a ascender de manera lenta y sensual, las manos del castaño recorrían el cuero cabelludo del menor, en un débil intento por contestar los rebosantes besos otorgados a su cuello.

Sus manos se soltaron del cabello, levantandose del regazo ajeno, para dar inicio a la pequeña intimidad. Desabrochó el nudo de su corbata y la lanzó a cualquier parte de la inmensa habitación, sus falanges desabrocharon los primeros botones de su camisa, comenzando a inquietar al menor con su lentitud.

-No me quejo por apreciar el postre, pero me gustaría más probarlo- Su mano diestra tomó su gran bulto, el cual se encontraba apretado dentro de sus pegados pantalones -Aunque tampoco me molestaría ser probado...- Sonrió el menor, viendo como el mayor se quitaba por fin su camisa.

Quedando el castaño solo en pantalones, se arrodilló frente al moreno, acariciando la erección por encima de la apretada tela. Con sus dientes, bajó lentamente el cierre y con su lengua experimentada, soltó el botón.

Los rojizos labios del mayor se cerraban sobre la larga y gruesa longitud del menor, mientras su cabello era acariciado y atrapado con delicadeza por las manos del moreno

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Los rojizos labios del mayor se cerraban sobre la larga y gruesa longitud del menor, mientras su cabello era acariciado y atrapado con delicadeza por las manos del moreno.

La saliva manchó ligeramente el pantalón del menor, pero a este poco le importó, estaba preocupado por desnudar su parte superior.

Un líquido espeso lleno la boca y garganta del castaño, quien no dudó en tragar profundamente. Al dar por terminada su labor, se levantó del suelo alfombrado para sentarse en el regazo ajeno, ahí comenzó a jugar con los pectorales del de orbes lilas.

Vegetta recorrió el cuerpo ajeno con sensualidad y devoción, acariciando cualquier tramo de piel expuesta por el mayor. Hasta detenerse en sus aún vestidos; glúteos.

-Mmmm... Aún no termino de desenvolver mi postre- Gruñó el joven de cabellos negros, quien no dudó en quitar cualquier prenda que interfiriera en su labor de contentar al mayor.

Dejó las prendas de lado, aunque se encargó de sacarlas con cuidado de no romperlas, puesto que el castaño parecía adorarlas.

Humedecio sus dedos con la cavidad bucal del castaño, para comenzar a dilatar su entrada, mientras mantenía ocupada su boca, besando cada fragmento de piel presente, poniendo especial enfasis en cicatrices.

Mientras los dígitos expandían al mayor, trazó líneas en la piel nivea, formando dibujos invisibles en la piel, el castaño por otro lado, parecía encantado con la delicadeza mostrada.

-Sé siente tan bien... Eres tan bueno, Sam- Besó su rostro y longitud de cuello, anhelando más contacto desesperado.

Embestidas resonaron el la habitación, constantes y lentas, pero que eran capaces de hacer jadear de placer al alcalde del pueblo

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Embestidas resonaron el la habitación, constantes y lentas, pero que eran capaces de hacer jadear de placer al alcalde del pueblo. Movimientos de cadera circulares o apenas regulares en su próstata, provocando más y más la voz ajena.

La voz de Luzu era callada por besos, besos tremendamente pasionales, mientras su vientre era golpeado con violencia, formando un bulto en su apenas notable pancita.

Más caricias se extendieron entre sus cuerpos, las cuales llegaron desde sus tobillos a su cien, los espasmos entre ambos aumentaron, pero no disminuyó el placer.

Se puede decir, que fue su noche de reencuentro. Aunque lo último que recuerda Luzu, es ser limpiado y bañado por el menor, dejando su entrada limpia, al igual que todo su cuerpo.

También la sensación de los pectorales del menor junto a su oreja fue un sentir único que calentó el corazón del alcalde.

Puesto que ya conocía esa sensación.

Corto, ci, pero estoy muy cansada, no sé cuándo actualice, pero prometo un capítulo prontito

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Corto, ci, pero estoy muy cansada, no sé cuándo actualice, pero prometo un capítulo prontito.

Violeta & carmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora