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El castaño se encontraba en la tranquilidad de su oficina, rodeado de documentos firmados y peticiones ideadas por él

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El castaño se encontraba en la tranquilidad de su oficina, rodeado de documentos firmados y peticiones ideadas por él.

Escuchó pasos hasta su pacífico lecho, pero una sonrisa se formó en su pálido rostro, puesto que conocía al usuario de las pisadas ¿No les ha pasado que reconocen a una persona por el sonido de sus pisadas?

Bueno, para Luzu era prácticamente imposible olvidarlas, ya que pertenecían a su amor, que había venido de otra vida a amarle.

Organizó los papeles de su escritorio por segunda vez, para que su amante no los descubra de manera asimétrica. Se dejó caer en su acolchada silla, al mismo tiempo que escuchó la puerta abrirse.

-Buenas noches, señor alcalde- Dijo juguetonamente el menor, con una traviesa sonrisa se dispuso a cerrar con pestillo la puerta.

-Buenas noches, Sam- Sonrió el joven de cabellos castaños, observó cómo el de cabellera negra se acercó lentamente, para levantarlo por la parte posterior de sus muslos, tomar asiento y sentarlo en su regazo- Que osado... Ocupar la silla del alcalde en su presencia- Delineó la mandíbula del menor con sus delgados falanges.

-Puedes ser... Pero es porque soy el favorito del alcalde ¿Te lo había dicho?- Sus manos recorrieron la espalda baja del mayor, pero no exploraron más allá-.

-No dejas de repetirlo- Golpeó suavemente la nariz del contrario con uno de sus dedos, después movió su pulgar hasta el labio inferior del menor, mientras el resto de su mano alzaba su mentón -¿Crees que el alcalde se enoje si nos besamos aquí?- Susurró prácticamente pegado a los labios ajenos.

-No lo creo... De hecho, pienso que le gustaría- Sonrió ladinamente, formando ligeros patrones circulares en la espalda del castaño -Y a mí también me gustaría...-

Sus labios cerraron el espacio que había entre ambos, los brazos del pelinegro cerraron el espacio entre sus cuerpos, generando un roce sensual. El castaño marcaba el beso con experiencia, acariciando el cuello expuesto del menor, al igual que su nuca.

El mayor de ambos se encargó de separar el beso, aunque no cesó las caricias hambrientas en sus extremidades.

-Sam... Te amo tanto, Sam...- Pegó su mejilla al cuello del menor, escondiendo su rostro en la hendidura -Hoy fue un muy buen día... Pero no era lo mismo sin tí-.

-Yo también te amo Luzu, más de lo que imaginas- Acarició la espalda del mayor, desde sus hombros a su cadera -Yo... Sé que estuve muy ausente, pero no pude contener mi emoción y te hice un regalo-.

-Sam, sabes que no es necesario, no soy Rubius- Separó su rostro del cuello ajeno, mirando directamente al menor.

-Sé que no eres Rubius, porque eres mejor- Besó la nariz del mayor, dejando sonar a propósito el sonido del beso, provocando risa en ambos -Pero, te he extrañado desde mi vida anterior, ahora que estoy contigo, no quiero ser cobarde, no de nuevo-.

-No eres cobarde Honey... Eres cauteloso, es lo mínimo que podías ser después de lo de Rubius- Besó la mejilla del menor, con una ligera mueca de preocupación.

-Lo sé, pero nadie me detendrá ahora- Revisó los bolsillos de su abrigo, de dónde sacó una pequeña caja de terciopelo violeta -Te ofrezco todo de mí, y no hablo en sentido material- Guiñó coquetamente uno de sus ojos, para después abrir la cajita.

Dentro de la caja había un particular anillo, el cual iba conectado a un brazalete, ambas joyas tenían piedras violetas y carmín en su perímetro.

-Sé que quizás no sea el anillo de compromiso más clásico, pero pienso que nos identifica a tí y a mí- Tomó los dedos de Luzu entre los suyos, acariciandolos con ternura -¿Te gustaría ser el dueño de este anillo?-

-Samuel... Sabes que sí- Sonrió dulcemente al menor, aceptando estirar sus dedos para que el anillo fuera colocado en sus falanges, pequeñas lágrimas sobresalieron de sus rojizos iris, aunque el menor se encargó de secarlas.

El menor colocó ambos accesorios en la mano del castaño -Se ve hermoso en tí- Besó la mano del mayor con devoción, para después besar sus labios -Te daré uno mejor en nuestra boda-.

-Sabes que no lo necesito- Soltó las manos del pelinegro para comenzar a abrazar el cuello del menor, pegando sus rostros -No me molestan los regalos, pero sabes que no necesito objetos para amarte, te amaré así no tengas ni un centavo- Juntó sus narices en un silencioso beso esquimal.

-Lo sé, pero prometí darte todo lo que no te dí en mi otra vida- Cerró sus ojos ante el sonido de sus tranquilos corazones sincronizados -Y este es solo el inicio- Rápidamente conecto miradas con el mayor, recibiendo una sonrisa juguetona.

-Hay algo que no me gusta aquí...- Miró con detenimiento el anillo, hasta conectar su mirar con el contrario.

-¿El diseño?-

-No, es precioso, y asimétrico- Dijo para satisfacción del menor -Mi problema, es que tú no posees anillo de compromiso... También quiero marcar propiedad- Un ligero puchero se formó en su rostro.

-Lo tengo en mi bolsillo ¿Quieres sacarlo?- El mayor sacó la nueva caja de terciopelo y separó el anillo del mayor, lentamente lo colocó en la mano del pelinegro.

-Mucho mejor, me gusta más de esta manera- Ronroneo el mayor, besó la mano de su opuesto -¿Cenamos en mi casa?-

-Depende... ¿Estás en el menú?-

-Por supuesto- El guiño coqueto del mayor le hizo sonreír

-¿Y qué estamos esperando?-

-¿Y qué estamos esperando?-

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Para que se hagan una idea del diseño, como podrán ver, las joyas no son lo mío

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Para que se hagan una idea del diseño, como podrán ver, las joyas no son lo mío.

Traté de mostrarlos melosos pero maduros, una pareja estable no siempre está teniendo sexo, pueden conversar por horas sobre gustos y opiniones.

Por cierto, creo que la canción de multimedia tiene mucho sentido con este fanfic ¿Qué piensan?

Violeta & carmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora