El chico del perrito

6 1 0
                                    

  El chico del perrito...

  Alex es el nombre del chico que tenía un perrito, un perrito llamado galleta. 

  Alex y yo pasamos dos semanas intercambiando mensajes y haciendo videollamadas. Para ese punto yo estaba alucinada de que Binder (app de citas que fui obligada a usar) de hecho si hubiese funcionado.
 
  Estaba conociendo a un gran chico gracias a ella.

  Te diré como era el Alex que conocí esas dos semanas: carismático y lleno de energía, transmitía una vibra muy bonita y alegre. Físicamente era un encanto, blanquito y con barba en una mandíbula bien marcada. Se veía muy varonil, con una voz gruesa y un porte de muchacho que va seguido al gimnasio. Sin embargo, su actitud era más bien relajada, sin una pizca de masculinidad frágil. 

  Ahora te diré otra cosa, yo había basado mi percepción de él solo por sus fotos y por lo que podía distinguir en las llamadas. ¿Pero sabes una cosa que aprendí? También me gustaría que tú las aprendieras. 

  Las fotos engañan, y engañan mucho. Y si, las videollamadas también. Doy fe de ello.

  Alto ahí, no es como que yo sea el tipo de persona que descartaría a alguien solo porque sus fotos y su yo real no se parecían ni un poquito. Pero vamos, querido lector, la sorpresa que me llevé fue como para haber retratado mi cara, es más, solo para que te hagas una idea te contaré como me fue esa tarde de un domingo lluvioso. 

  Alex de verdad me había caído muy bien, hasta se me hacía agradable platicar con él, fue por ello que acordamos para vernos ese día. Le pedí, como chica que ama ver documentales de asesinos en serie, que nos viéramos en un lugar público. Además de eso, para prevenir el doble o que lo secuestraran a él también, me lleve a Daniel conmigo, después de todo yo estaba metida en eso por su culpa. 

  Todo bien hasta allí, el verdadero problema fue cuando lo vi. Hoy en día ni siquiera puedo comprender como fue que supe que se trataba de él, porque el muchacho allí parado era una versión distorsionada del Alex que yo había conocido. No, no soy una persona superficial, pero tampoco fingiré que no esperaba lo de las fotos, o por lo menos, algo remotamente parecido. 

  Ese Alex me llegaba a la nariz, con un rostro tan aniñado que ni siquiera le di importancia a la altura. Mira, para ser un joven de veinticuatro años justo en ese momento parecía mi hermano menor. A su favor estaba la barba, lo demás fue pura ilusión, ni rastro del porte ejercitado y para cuando me habló, ni huella de la voz varonil. Pero como soy una romántica que se niega a darse por vencida, ignoré las incongruencias de su aspecto y le di la oportunidad que mi Alex se merecía. 

  La bola de nieve solo se hizo más y más grande.

  Como llovía fuertísimo fuimos a un centro comercial a resguardarnos con un Daniel silencioso siguiendo nuestros pasos. Comimos hamburguesas, vimos tiendas de ropa y hablamos muchísimo, todo eso mientras notaba lo siguiente: sus movimientos eran muy afinados, tanto que se me hacia difícil dejar de mirarlos. Lo delicado de sus gestos, la elegancia de cada paso, todo en él era como si estuviera envuelto en una nube de algodón. 

   Una nube de algodón llena de brillos.
 
   Para cuando finalizó la cita descubrí el detalle que me hizo dar marcha atrás: con Alex más que una atracción romántica, física o sexual, me daban unas profundas ganas de arroparlo y protegerlo del mundo porque sentí que en cualquier momento se rompería. ¿Estuvo mal sentir eso? Tal vez, pero preferí ser honesta conmigo para poder ser honesta con él. 

  Esa noche cuando llegué a casa opté por confesarle lo que sentía, siempre con mucho respeto y empatía, cosa que él supo comprender muy bien.

  Lección de vida número uno: las apariencias engañan, la atracción física importa y es importante también siempre ser leales a lo que sentimos.   

~♡

  Pobre Alex y pobre Celeste, ¿Les ha pasado algo así? No sé como será para ustedes, pero en lo personal siento que ser honestos sobre lo que sentimos nos ahorra un montón de problemas. Si, tal vez lastimaremos a la otra persona con esa sinceridad, pero créanme, es mejor así y no crear luego una ilusión más fuerte que cause más dolor.

  Me caigo del sueño, pero prometí dejar lo tonta y actualizar. Los quiero mucho.

  Abrazo para que se sientan bien.

  E. L.
 

¿Y si hacemos Match?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora