Camila estaba cansada, no sabía de qué pero si sabía por qué; era solo su segundo día de trabajo en el club y ya estaba harta de ello. Pero aun así se estaba preparando para la noche que la aguardaba, la joven de quince años seguía luchando con su conjunto de lencería, jamás en su vida había usado uno y mucho menos sabía cómo colocárselo, su padre no fue muy claro al respecto solo le arrojo la ropa en la cara luego de gritarle y hasta golpearla. Se quería asegurar de que todo estuviera en orden, ayer tuvo que aguantarse los gritos de su padre porque al parecer su vestuario estaba "incompleto" y Camila descubrió porque luego de revolver la pequeña bolsa de plástico en la que estaba la ropa interior; en el fondo, en un empaque sin abrir había una vincha, unas pequeñas orejitas de gato que completaban su vestuario. Las reconocía, solía usar deesas todo el tiempo cuando era pequeña hasta que un día Alejandro le dijo que se veía como una estúpida y termino tirándolas al suelo y saltando sobre ellas quebrando el plástico de la banda en dos.
Rompió el plástico del empaque y las sostuvo en su mano un largo rato, observándolas, sintiendo con la yema de sus dedos la textura de la tela de encaje que cubría las triangulares formas que pretendían ser pequeñas orejas. Lo cierto era, que ese pequeño accesorio le había traído muchos recuerdos de la infancia, recuerdos que quería olvidar y que lamentablemente revivieron de repente para atormentarla, más de lo que ya estaba. Camino hasta el espejo que tenía en la pared de su cuarto para poder acomodar el accesorio en su cabello que había terminado de peinar hace unos minutos, la razón por la que Camila decidió cambiarse en su casa y no en el club porque las demás bailarinas no parecían muy contentas de tener a la hija del jefe ahí, y no se sentía cómoda cambiándose en frente de otras personas. Solo había estado cinco minutos dentro del enorme vestuario en el cual todos los bailarines se preparaban y les fueron suficientes para querer dar su cabeza contra una pared, no solo escuchaba, sino que sentía a las personas hablar y reír a sus espaldas, tal vez era por su inexperiencia, o porque solo la querían ver estallar porque pensaban que era "la hija malcriada del jefe" y que solo por eso recibiría un trato especial y diferente al de ellos, cuando en realidad, tras las puertas de su casa lo único que recibía de parte de su padre eran abusos.
Se miró al espejo, y a comparación de ayer en la mañana cuando despertó para ir a la escuela y sonrió para sí misma para convencerse de que el día sería perfecto, Camila no se reconoció a ella misma. No se imaginaba que su vida cambiaria de la noche a la mañana. La suave piel de su abdomen en donde antes no había ni una simple marca ahora estaba cubierta de pequeñas raspaduras y unos moretones que comenzaban a aparecer, lo mismo con sus piernas, y aún podía sentir doler el pequeño corte que Alejandro le había provocado en su mejilla al empujarla contra la pared. Esto sería nada comparado a lo que vendría en los años próximos. La joven suspiró intentando quitar de la mente esos pensamientos para no llorar, sabía que a su padre no le gustaría ver eso cuando la fuera a buscar para ir al club, y justo cuando se estaba por colocar la vincha en el cabello, la puerta de su cuarto se abrió repentinamente. Mala idea, Camila se había vuelto demasiado paranoica.
- ¡Dios! -Soltó el accesorio para el cabello y rápidamente tomo una de las camisetas que estaban tiradas en una esquina del cuarto y se la puso sin siquiera mirar si estaba sucia, o si estaba puesta de la forma correcta. Solo quería cubrirse.
-Kaki... -Su pequeña hermana Sofía, de cinco años, entró al cuarto de la joven con un montón de mantas y sábanas que había robado de los cuartos de la casa en sus pequeños bracitos, bueno, en realidad estaba arrastrando gran parte de las cosas que llevaba.
- ¿Mamá no te enseñó a tocar la puerta antes de entrar? -No estaba intentando ser ruda con ella.
- ¿Puedes ayudarme?-Preguntó ignorando la pregunta de Camila.
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Culpable Tentación (Camren)
FanficIr a lo seguro era su mejor opción. Pero nadie le dijo que irse a lo prohibido podría ser la mejor decisión de su vida. Lauren vivió toda su vida al pie de la letra y sin errores, siendo nada más que un orgullo para sus amorosos padres. Camila vivió...