Acto 1

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A veces las cosas no son malas por causa del factor tragedia, a veces es simple mala suerte, y es que quién habría podido prever lo que podría suceder. 

En la familia Kinomoto esperaban con gran cariño a su miembro más joven, una hermosa niña de ojos esmeraldas que reflejaban la luminosa luz lunar, esa pequeña era bendecida con una bella familia que sabría cuidar de tan hermosa estrella que llegaba a ellos, pues a partir de ahora las cosas serían complicadas. 

Esa bebita que llegaba como un rayo de luz se intensificó con la abrumadora noticia que aquellos hermosos ojos jade jamás serían capaces de ver lo luminoso del cielo nocturno; al principio su madre, una hermosa mujer de cabellos grisáceos, largos hasta las pantorrillas, ojos verdes, intensos como la pequeña, se vio sumida en una inconmensurable tristeza, no podía creer que su pequeñita no viera los hermosos detalles que nos regala la vida, pero su esposo, un hombre alto de cabellos castaños y ojos del mismo color siempre demostró tener una enorme sonrisa ante la situación, debían hacerlo por esa niñita que necesitaba de ellos, su hermanito, cinco años mayor vio en su hermana una inspiración para jamás rendirse a que ella debía ser feliz. 

Pasaron los años y la familia Kinomoto vivía feliz y en paz, la pequeña bebita creció y se convirtió en una hermosa niña de cinco años, muy alegre y con grandes ganas de descubrir el mundo. 

—¡Mamá, mamá! 

—¿Qué sucede Sakura? 

—Es hora, es hora. 

—Tienes razón, vamos por Touya. 

—Mamá, ¿cómo es mi hermano? 

—Bueno ha empezado a cambiar, ya es más alto que el año pasado, tiene ojos color café, cabello castaño muy oscuro, y su piel es morena. 

—¿Y yo mami? 

—Eres preciosa mi niña, simplemente preciosa. 

—Me gustaría tanto verlos mami, pero sabes, no estoy triste, soy muy feliz, porque están conmigo. 

Las palabras de esa pequeña lograron conmover hasta las lágrimas a su joven madre, pues no había otra cosa que ella más deseara. 
—Siempre estaremos contigo mi niña. 

Al llegar a la escuela de su hermano mayor, Touya se sintió bastante vulnerable, pues más allá de creer que tenía vergüenza porque supieran de su pequeña hermana, era que no quería que le hicieran daño algunos comentarios. 

Touya Kinomoto siempre supo que su deber era proteger a su pequeña hermana, esa era su realidad hasta que ella dejara de respirar, no era algo que le pesará, o que fuera por obligación, sin embargo, no estaba tampoco dispuesto a compartir su hermosa sonrisa con alguien más, sabía que ese era el pago más valioso, la absoluta felicidad de su hermana. 

Cuando la pequeña comenzó a correr gritando el nombre de su hermano, aquel pequeño de apenas diez años avanzó evitando así su estrepitosa caída. 

—¡Toto! 

—¿Estás bien? No te lastimaste. 

—Nop. 

—No nos dijiste que tenías una hermana menor, es linda —dijo acercándose uno de sus amigos—. Hola coletitas, me llamo Hanagemaru Kurogane. 

Sakura se jalo el cabello, descubriendo cómo la había peinado su mamá en la mañana, acción que no pasó desapercibida por los niños que estaban junto a Touya, sin saber a qué dirección dirigirse la niña simplemente habló:
—Mi mami me peinó, no me llamo coletitas, soy Sakura, y Toto es mi hermano. 

—¡Qué bien! Tu hermano es mi amigo. 

La pequeña se giro al sonido de su voz, le hizo una reverencia y le dijo:
—Muchas gracias por cuidar de mi hermano y ser su amigo. 

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