Acto 3

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La volvió a abrazar pegando a ella a su pecho, demostrándole en ese abrazo sus sentimientos, mismos que no podía evidenciar con las palabras, pues ni siquiera sabía que debía decir, de menos agradecía infinitamente que ella los aceptará de alguna manera, haciéndolo increíblemente feliz por ello. Al alejarla de él, sostuvo su rostro en sus manos y le dio un dulce beso a su frente provocando sonrojar hasta las orejas a la chica, la tomó de su mano y comenzaron a caminar hasta la casa de esa niña que lo hacía infinitamente feliz, ella le sonrió con dulzura y bastante avergonzada le dijo.

—Ya debo entrar.

—¿Te puedo ver mañana? —dijo con sosobra.

—¿En la arboleda? —preguntó con timidez.

—En la arboleda. —Sonrió.

Ingresó esa niña a su casa, totalmente avergonzada, sintiendo su rostro arder, sabiendo que quien le provocaba todo eso era un chico que recién conocía, fue en ese instante que comenzó a pensar en las cosas que estaba haciendo y los motivos que la impulsaban, deseo más que nunca poder hablar con su novio, pues sabía que siempre le daría una respuesta que le ayudara a comprender de mejor manera la situación.

Sus pensamientos la consumieron por bastante tiempo, dejándola completamente quieta junto a la entrada, siendo fijamente observada por su madre, que creía saber que era lo que le sucedía, pero no quería invadir su privacidad, pues entendía que esa castaña no tenía mucha al estar todos siempre pendientes de ella.

—Hola hija bienvenida.

—Hola mami, disculpa que llegará más tarde.

—¿Qué te sucedió Sakura?, ¿te caíste? —preguntó preocupada—, estás sucia de tu falda.

—No mamá todo está bien, me hinque con Soel y Larg —mintió—, estuvimos en el parque.

Su madre de dio cuenta que no era verdad, pero no quería custionarla, no quería hacerla sentir culpable, Nadeshiko Kinomoto era una mujer muy bondadosa y comprensible, apoyaba todas las decisiones de sus seres importantes, pues quería brindarles confort y seguridad, siendo con su pequeña hija bastante consecuente, pues sabía que ya la vida para ella sería más complicada, dándole demasiada libertad entre muchas comillas, pues realmente nunca podría dejar sola a su pequeña del todo, siendo bastante consciente que ella no se sentía muy feliz con su situación.

Llevó a su pequeña al baño para que se pudiera dar una ducha con tranquilidad, después de eso se dispuso a hacer la cena, cuando Sakura terminó se dirigió a la cocina, y le ayudó a su mamá con algunas cosas, al finalizar se sento a la mesa, y recargo su brazo quedándose pensativa con todo, Nadeshiko la observaba con bastante intriga, esperando que esa pequeña le tuviera confianza para poder desahogarse, aunque fuera un poco.

—Mamá, ¿podemos hablar?

Esa era la señal que Nadeshiko Kinomoto necesitaba, su hija sacaría a relucir sus sentimientos y quería serle de ayuda en lo que más pudiera y necesitará, acercó las tazas de te y algunos dulces, se sentó enfrente de la chica y le dijo con dulzura.

—Te escucho hija.

Sakura comenzó hablando de sus miedos a la situación, sus propias inseguridades y que al final no se sentía con el derecho de poderle pedir a alguien que permaneciera a su lado, provocándole derramar lágrimas, siendo ese siempre su principal temor, creyendo que no podría encontrar a alguien que la pudiera amar, y todo eso se intensificó más con el accidente de ese joven que la hacía sentir segura en ese aspecto; deseando con todas sus fuerzas volver el tiempo atrás, evitando que todo eso sucediera, sin embargo volvió a sentir una leve punzada en su interior que la hacía arrepentirse de lo que pensaba, pero no quiso prestarle demasiada importancia, pues imagino que solo podía ser culpa por ser tan egoísta.

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