Acto 10

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—¿Shaoran?

—Perdóname pequeña, pero —se pone más rojo—, es la primera vez que te veo con un short y pues…

—Ja ja ja, ¿Tan mal me veo? Ja ja ja.

—No, de hecho te ves preciosa.

Sakura se sonrojó, cubrió sus labios con el dorso de su mano sintiendo su cara arder.
—Gracias —dijo en un susurro.

Comenzaba a sonar incesantemente el celular de esa niña, respondía al instante, solo para descubrir el motivo del porqué no había nadie en su casa, suspiró algo aliviada al enterarse y tras colgar la llamada de su madre, tomó las manos de su novio, que siempre estaba al lado de ella.
—Quédate, no quiero estar sola.

—Tranquila pequeña, me iré cuando lleguen tus padres.

—Esa es la cosa, mamá me acaba de llamar, están en Tokio, arreglando un problema con el nuevo libro de papá, llevaron a Larg y Soel al veterinario, mi hermano también está ocupado, está lloviendo a cántaros, no sé cuánto tiempo les tome, quédate.

—Por supuesto preciosa. —Acaricia su mejilla.

Sakura se abalanzó contra Shaoran, sintió su calor, sintió su aroma, esa esencia que la enloquecía, en ese movimiento quedó a horcajadas, Shaoran la tomó de su cintura para evitar que se resbalara, pero lo realmente cierto era que ambos no sabían qué hacer, Sakura mantuvo sus manos en los hombros de Shaoran, él por su parte no podía dejar de verla, los estruendosos latidos de su corazón lo delataban, estaba más que maravillado de que ella estuviera así, cuando Sakura se disponía a moverse, sin querer rozó aquel pequeño lugar que no debió, sintiendo la enorme excitación de ese chico que, se mantenía inerte. Sakura se asustó un poco, se abrazó con fuerza de él, pero también seguía pegando más su cuerpo al de él, Shaoran aguantaba cual jabato, permaneciendo estático, incapaz de hacer nada, solo por el temor de herirla de algún modo. Tanto Sakura como Shaoran no sabían qué hacer, pero algo era seguro en esa niña, no quería soltarlo, suspiró un poco entrecortado, y se acercó a sus labios, le dió un suave beso, uno que era tierno, pero al mismo tiempo intensificaba la tensión en el pantalón de ese chico, Shaoran sostenía con firmeza la pequeña cintura de su novia, incapaz de mover un solo dedo por temor de cometer una locura.

—Puedes hacerlo Shaoran, puedes tocarme —dijo susurrante, con timidez.

—No quisiera presionarte en nada —contestó jadeante.

—No lo haces.

—Sakura.

—Por favor Shaoran, quiero que seas tú.

Shaoran se acercó a sus labios, comenzó a besarla, su beso, qué al inicio fue tierno, se volvía apasionado, algo desenfrenado, haciendo jadear a esa niña en sus brazos, aunque lo cierto era que ese chico de diecinueve años no sé atrevía a más, por el profundo amor y respeto que sentía por su pequeña novia, sin embargo, Sakura pegaba más su delicado cuerpo al de Shaoran, haya sido voluntaria o involuntariamente, eso provocaba en ese castaño un enorme deseo.

—Pequeña, por favor —dijo jadeando en los labios de esa niña—, no soy tan fuerte. Soy demasiado débil, no quiero hacerte daño, no quiero que pienses que es una obligación, Sakura, te adoro —suspiraba con pesadez—, por favor —susurró—, ¿Estás segura? Te juro que sin importar tu respuesta yo la acepto.

Sakura no le dijo nada, se abrazó con fuerza del cuello de ese chico, jadeó un poco, podía percibirse su nerviosismo, Shaoran sentía como el cuerpo de esa niña temblaba, posiblemente de ansiedad, él sonrió, y comenzó a acariciar su espalda con ternura, Sakura suspiraba de manera prolongada, intentando también tranquilizarse, aquellos segundos se sintieron una eternidad, pues ninguno de los dos sabía a ciencia cierta qué hacer o el que decir, no obstante, en ellos no eran necesarias las palabras, pues sus acciones muchas veces hablaban por sí solas.

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