Acto 11

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Los segundos se volvieron minutos, Sakura estaba sentada en la cama de ese hombre de ojos carmín tomada de su mano, Shaoran estaba fuera de la habitación junto con los padres de esa castaña, nadie decía nada, nadie hacía nada, el silencio existente era sólo provisional, pues las voces, los movimientos, el ruido de un hospital hacía que fuera prácticamente imposible un absoluto silencio.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —preguntó dulcemente esa chica.

—No tengo tanta fuerza, necesitaré rehabilitación, pero, el verte aquí, ahora, hace que nada de eso importe, me hace tan feliz que estés aquí, hermosa.

Sakura se mantenía con la cabeza agachada, escuchando atentamente las palabras de Kurogane, pero algo en ella sabía que no estaba bien, sentía que le había fallado, que ella se dedicó a vivir su vida, sin siquiera considerarlo, esos sentimientos la atormentaban, y no eran para menos, pues, esa linda niña de ojos opalinos, había iniciado una nueva relación.

—¿Sucede algo, hermosa?

—¡No! —dijo apresuradamente—, es solo, tan repentino todo…

—Sí —sonríe mientras le habla dulcemente—, me da gusto verte, te ves tan hermosa, tan radiante, tu madre me dijo que venías todos los días sin falta desde que te enteraste. Gracias.

—No me agradezcas Kurogane, era lo menos qué podía hacer por tí.

—¿Ya no soy Kurobrubru? —inquirió juguetonamente.

La chica se sintió peor, bajó más su rostro al suelo, aguantando las incontrolables ganas que tenía por llorar.
—No, no es eso, es qué, dada la seriedad de la situación, yo… Bueno, simplemente no es un juego, pero puedo llamarte Kurobrubru, como siempre.

—Sakura, quiero hacerte una pregunta, y me gustaría mucho escuchar la verdad.

—Di-dime.

—¿Qué sientes ahora qué he despertado?

—¿Cómo qué, qué siento? Kurogane ¿Qué pregunta es esa?

—Noto tu incomodidad, y, no te juzgo, entiendo que te pudiste hacer a la idea de yo jamás despertar, pero, quiero saber, necesito saber. ¿Qué sientes con esto?

—No te miento, estoy abrumada, no quiero sonar grosera, pero, qué despertarás me hace sentir miserable, porque me atreví a imaginar una vida en la cual ya no estabas, y yo —comienza a llorar—, perdóname.

Aquel hombre de ojos carmín, tan comprensivo como siempre, sonrió, acercó sus dedos hasta los de esa niña, y comenzó a acariciarla con suavidad.
—No debes sentirte así, hermosa. Yo estoy aquí, las cosas mejoraran, lo prometo.

Aquella castaña asentía, la culpa no la dejaba hablar, ingresaban a la habitación nuevamente sus padres, Sakura lo vio como la oportunidad perfecta para salir huyendo del lugar; al salir de ahí, y conseguir llegar a la recepción, Shaoran la tomó de los brazos y se aferró a ella, la beso con desespero, con miedo, con respiración entrecortada, con un palpable temblor en sus manos.

—Pequeña, preciosa, yo te amo, te amo tanto…

—Shaoran —se aferró de él—. Él despertó. Él despertó —dijo con voz quebrada—, y yo, no sé qué hacer ¿Qué debo hacer? ¿Qué se supone deba hacer?

—Elígeme… Sakura, te adoro como a ninguna otra, eres todo para mí.

—¿Pero y él?

—Por favor —le dijo suplicante en un susurro.

—Era mi novio, y le fallé, me permití involucrarme con alguien más, sentimental y físicamente, soy la peor… —comienza a llorar—. No puedo fingir que nada pasó, pero, tampoco puedo continuar como sí nada importará, Shaoran, te amo, pero…

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⏰ Última actualización: Jun 26 ⏰

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