Acto 6

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Sintió como el leve viento movía su sedoso cabello y su amplio vestido de una forma tan suavemente que la cubría de una inigualable quietud, la niña cubrió su rostro, las lágrimas la inundaban, sentía un cúmulo de todo, de adrenalina, felicidad, tristeza, tranquilidad, enojo, no podía definir absolutamente nada, aunque en realidad tampoco tenía grandes intenciones de actuar pues los nervios se la comían viva; aquel chico se giró y la vio fijamente, se acercó a ella y le volvió a hablar de manera tan cálida y dulce para la que era su pequeña.

—No tienes que responderme —dijo con templanza—, pero sí te soy sincero, odié la sola idea que pensaras en la propuesta que te dio Fye —añadió con agonía.

—No tienes que preocuparte por Flourite-san —dijo nerviosa pero al mismo tiempo aliviada que sus palabras pudieran fluir con naturalidad de su boca—, él no me interesa.

—Eso me hace sentir mejor. —Sonrío.

—Shaoran —dudó un poco entre sí continuar o no, pero lo cierto era que esa niña anhelaba poderle ser sincera como siempre se lo había pedido a él, tomó el valor necesario y continuó diciéndole—, quiero responderte, pero también quiero pensar tus palabras y mis sentimientos.

—No hace falta mi pequeña —puso un mechón detrás de su ojera para ver mejor sus hermosos ojos que tanto amaba—, no quiero obligarte a nada, no quiero que busques una respuesta favorable por temor a que te deje, no lo haré, no importa nada.

—¡Sí hace falta! —dijo desesperada—, porque yo tampoco quiero que llegue una niña que puedas llegar a amar, y que ella no sea yo. —Se aferró a él de sus brazos.

—Dime lo que sientes —dijo en un susurro.

—Debo pensarlo —contestó de igual manera.

—Solo dilo.

—¡Me gustas! —grito con lloros—. No sólo me gustas, esto ha crecido mucho, y duele, ¡me duele mucho Shaoran!

Aquel castaño la abrazó con gran fuerza mientras acariciaba su largo cabello con gran ternura, ella se acurrucó en su pecho tranquilizandose de esa manera logrando con eso dejar de llorar, sintiéndose a salvo en sus brazos que la cobijaban siempre que tenía miedo, pensaba en lo feliz que él la hacía con todas sus emociones a máximo fulgor, aquella niña se separó un poco de él y le dijo con su muy característica dulzura.
—Tú me debes algo.

—Ya sabes que quieres.

—Uju.

—¿Y qué es mi pequeña?

—Bésame —dijo en un susurro.

—Sakura, ¿es lo qué en verdad quieres?

—Quiero qué lo hagas tú.

Shaoran sonrió por su comentario, subió su mano derecha al rostro de la niña, colocándola justo en su nuca, se acercó con lentitud a su boca, sintiendo el nerviosismo que todo eso le generaba, rozó suavemente sus labios con los suyos y comenzó a besarla con dulzura, saboreando su calor, su aroma, su textura, la cual le recordaba la suavidad de un durazno, poco a poco se dejó llevar por la pasión y el beso se iba intensificando hasta introducir su lengua sintiendo el enorme deseo con ese besar, apresar de la sorpresa que esa niña experimento no quiso alejarse ni un momento de sus labios, ella también saboreó su dulzor proveniente de ese chico que la sonrojaba, anhelando no soltarlo nunca, disfrutando de cada roce proporcionado por sus labios y su lengua, que se volvía una danza de sincronía simplemente alucinante; ninguno cedía, ninguno se detenía, ninguno se separaba, hasta que la chica no pudo más inhalando con fuerza por la falta de aire, sus jadeos fueron tan estruendosos que la avergonzaba, sin embargo, aquel chico aún la sostenía, aún la miraba fijamente, cuando ella recuperó el aliento, él se volvió a acercar a ella para besarla nuevamente con ese mismo deseo, con esa misma premura, mismo besó que fue correspondido por esa dulce niña de ojos esmeraldas, siendo ella la que ató al chico con sus brazos a su cuello provocando que se parara de puntitas.

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