Capítulo 5 - "Lo siento" (Parte 1)

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—¿Qué es eso? —preguntó Hiraeth intrigada—. ¿Y por qué habéis tardado tanto, si se puede saber?

—Ehhh —comenzó Jennifer mientras desviaba la mirada hacia Hades. Este la interrumpió.

—Nos hemos ocupado un poco —comentó el hermanastro con una mirada firme, intimidante—, pero lo importante aquí son estos documentos —dijo con otro par de papeles en sus manos.

—Sí, definitivamente tenéis que ver esto —sentenció Jennifer entregándole los documentos a Hiraeth, ante la atenta mirada de todos los presentes—. Mi padre, que es científico, como supongo que algunos ya sabréis, estaba trabajando en Ottawa, en un proyecto llamado ‹‹Operación V››; al principio sólo experimentaban con animales, pero un día comenzaron a probarlo con humanos, lo que supuso el peor error que podrían haber cometido.
»Semanas más tarde, apareció en las noticias lo de aquel brote en Francia, mi padre ya no contestaba mis llamadas así que me puse en lo peor. Hades y yo decidimos ir a registrar su despacho para ver si encontrábamos algo útil, por eso nos fuimos sin avisar, fallo mío —dijo levantando los brazos—, y, bueno, encontré estos informes en su escritorio… —declaró señalando los papeles que acababa de entregarle a Hiraeth.

Hiraeth examinó y leyó en alto los documentos:


N° de paciente: 4.
Virus: “ZV-22”
Cepa: V-3.
Número de dosis: 2.
Estado: Sano.
Plazo de análisis: 1 mes.
Fecha de inicio: 30 de septiembre de 2022.
Fecha de finalización: ¿30 de octubre de 2022?


—Dios mío… Es lo que nos temíamos, el virus ha sido creado por unos putos científicos en un laboratorio —dijo Hiraeth con asombro—. Sin ofender, Jenni.

—No te preocupes —le respondió su amiga.

—¿Qué más pone? —preguntó Chloe, ansiosa por saber más. Todos continuaban mirando a Hiraeth con los ojos bien abiertos.

La aludida le echó un vistazo a la hoja y siguió leyendo:


DIARIO DÍA 1: Tras inyectarle la primera dosis al paciente ha comenzado a convulsionar, al igual que con las pruebas de las cepas 1 y 2. Lo hemos dejado atado en una camilla para ver cómo evoluciona. Haremos una comprobación de los resultados en 24 horas.

DIARIO DÍA 2: Hoy se ha procedido a inyectarle al paciente la segunda dosis, ha reaccionado algo mejor que con la anterior. Hemos decidido desatarle para analizar su comportamiento en una sala cerrada. Evoluciona correctamente.

DIARIO DÍA 3: El infectado ha comenzado a arrancarse la piel de la cara. No esperábamos este resultado, así que hemos tenido que atarle de nuevo. Le hemos suministrado un sedante. Veremos su evolución en un plazo máximo de una semana.

DIARIO 2º SEMANA, 9 de octubre: En los últimos cuatro días el paciente ha comenzado a mostrar comportamientos cada vez más agresivos, pero aún no ha alcanzado el punto deseado. Ante este decepcionante resultado hemos aumentado la dosis.

DIARIO 3º SEMANA, 16 de octubre: La conversión se ha producido completamente, el virus ha llegado hasta su cerebro y lo ha afectado como esperábamos. Su pelo, piel y uñas han comenzado a deteriorarse progresivamente. Se puede apreciar un alto grado de descomposición en su piel.
El infectado ha alcanzado el nivel de violencia requerido. Prueba satisfactoriamente realizada, resultados positivos. Es hora de mandar la cepa a París; se procederá a iniciar con las pruebas de la cepa 4.

DIARIO 4º SEMANA, 23 de octubre: El infectado ha atacado a uno de los médicos, que se ha acabado convirtiendo en otro sujeto más a investigar; la conversión se ha producido en exactamente 12,57 segundos, unos resultados asombrosos. El virus ya está casi listo. Últimas comprobaciones en marcha.

DIARIO 5° SEMANA, 30 de octubre, CAOS: El laboratorio ha tenido una falla de seguridad y los infectados han escapado, se procederá a poner el centro en cuarentena. Aun así, ya es demasiado tarde; se avecina el apocalipsis.
Dios ten piedad de nosotros.


A todos se les erizó la piel.

Nadie fue capaz de articular palabra, excepto Jennifer.

—Lo siento…

—No tienes que disculparte por algo que no has hecho tú —la consoló Hiraeth, tratando de entender lo que acababa de leer—. ¿Qué es esto? —preguntó señalando un pequeño post-it verde que había entre los documentos.

Jennifer frunció el ceño.

—Ni idea, déjame ver —dijo mirando el post-it con detenimiento—. Son… sólo números. No tengo la menor idea de qué pueden significar. 5-67-22.

—¿Puede ser una especie de código? —intervino Hera.

—Podría ser, es mejor que lo guardemos por si acaso —dijo Hiraeth volviendo a recoger el post-it y colocándolo nuevamente entre los documentos del padre de Jennifer.

—Toma. —Hades le entregó el resto de los ficheros que habían traído.

Todos seguían prestando especial atención a lo que estaba ocurriendo. Era completamente surrealista.

—Veamos… —dijo Hiraeth al tiempo que se aclaraba la voz—. “Borrador para el centro de investigación genética de París”.


»Estimados compañeros,
Tenemos el honor de comunicarles que estamos a punto de comenzar las primeras pruebas sobre humanos con las nuevas cepas que nos han enviado. En cuanto obtengamos los resultados deseados les devolveremos la cepa final del virus “ZV-22” para que puedan comenzar la distribución a lo largo de toda la ciudad de París. Volveremos a ponernos en contacto pronto, es un placer trabajar con ustedes.

A 1 de octubre de 2022, Michael Joy Robinson, corresponsal de departamento científico de Ottawa.

P.D: Les enviaremos también un extracto de la cura contra el virus, en caso de que esto se nos vaya de las manos. La cura original la mantendremos en nuestro laboratorio. Adjunto con este e-mail las instrucciones para el uso correcto de la misma.


—Esto-es-una-puta-locura —intervino Kourtney intercalando pausas con cada palabra que decía—, ¿eso significa que en verdad el virus se creó aquí? ¿En Canadá?

—Anda, qué lista es —le susurró Leila a Olivia, entornando los ojos.

—Cállate —dijo su amiga a regañadientes, dándole un sutíl codazo.

—Supongo que sí… El origen está aquí —contestó Hiraeth, opacando la conversación que estaban manteniendo Leila y Olivia entre susurros; mientras agrupaba todos los documentos—. Tenemos que hacer algo, puede que aún haya forma de frenar esto. ¿No tenéis ningún papel más? Faltan las instrucciones sobre la cura que menciona.

—Qué va, eso es todo lo que tenemos —se lamentó Jennifer cruzándose de brazos—. Mi padre sólo mantenía en casa las copias de algunos documentos importantes, el resto debe de estar en su portátil. Aunque, sí que encontramos una extraña tarjeta que no sé muy bien lo que significa. —Jennifer le entregó a Hiraeth la tarjeta de visita, esta la observó.

—“Corporación Stranger”, ¿qué cojones es esto?

La tarjeta tenía en el centro el dibujo de un triángulo rojo cortado por la mitad.

—Eso es lo que me gustaría saber a mí. No tengo la más remota idea de lo que es esa corporación —admitió Jennifer desilusionada.

—Bueno, ya trataremos de averiguar eso en otro momento…

—Y, ¿dónde dices que está su portátil? Ahí podría estar la clave de todo —intervino Olivia poniéndose de pie—. Hiraeth tiene razón, aún podríamos parar esto, puede que estemos a tiempo.

Los hermanastros se miraron mutuamente. Jennifer suspiró.

—El ordenador está en su laboratorio —sentenció.

—Pues iremos a su laboratorio —declaró Hiraeth con un tono autoritario—. No podemos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que aún hay esperanza. Literalmente podemos salvar el puto mundo y revertir todo este desastre. Podemos ser unos héroes. —Hiraeth se puso en pie, al igual que había hecho Olivia.

—¿Y qué hacemos, vamos a Ottawa? ¿Así sin más? —preguntó Aria descuadrada—. Me parece genial todo eso de intentar salvar el mundo, pero lo veo muy surrealista.

—Claro que es surrealista, pero al igual que todo lo que está pasando con ese maldito virus. ¿Acaso ves otra solución? —cuestionó—. Es eso o esperar la inevitable muerte que nos espera si no hacemos algo, y pronto. ¿Prefieres cazar o ser cazada?

—Tienes razón... —admitió Aria tras una pequeña pausa—, pero ¿cómo vamos a hacer eso? De aquí a Ottawa hay unos… ¿cuatrocientos kilómetros? Más o menos.

—Tenemos vehículos —intervino Hera—; suministros también tenemos, creo que suficientes. Lo único que nos falta son las ganas, ¿alguien más está dispuesto a arriesgarse y salvar el mundo?

Hiraeth sonrió. Chloe se levantó de su silla.

—Estoy con la nueva. Yo también quiero tratar de arreglar todo este desastre.

Magus y Kourtney se miraron entre sí.

—Nosotros también —se aventuró a decir Magus, al tiempo que los dos se levantaban de sus asientos.

—Nena, yo soy demasiado joven para morir. —Jennifer hizo una pequeña pausa y continuó— Vamos a salvar el puto mundo.

Hades miró a su hermanastra con aprobación y asintió. Él también estaba dispuesto a embarcarse en aquella peligrosa misión.

Poco a poco todos se fueron uniendo al plan. Era descabellado, pero suponía la aventura de sus vidas. Sólo quedaba Aria por pronunciarse.

—No voy a ser la única que se quede aquí, así que yo también iré —dijo desganada.

—Pues ya está decidido, tendremos que planear cuándo vamos a salir de aquí, y cómo; somos once personas y tenemos tres coches, ya veremos cómo nos repartimos —planteó Hiraeth—. Habrá que pillar toda la comida, medicamentos, etc… que podamos y cargarlo en los coches. Luego nos pondremos rumbo a Ottawa y… y ya veremos qué hacemos cuando lleguemos al laboratorio.

—Una duda, me parece bien todo eso de ir a Ottawa y tal, pero, ¿sabemos dónde está ese supuesto laboratorio? —intervino Leila.

Hiraeth dirigió su mirada hacia Jennifer.

—Yo sé donde está —declaró su amiga—. A veces mi padre me llevaba a su trabajo, no está muy lejos del centro de la ciudad.

Todos parecían convencidos con el plan, sólo faltaba llevarlo a cabo correctamente. Eso si, era bastante peligroso.

—Entonces todo perfecto.—Hiraeth se paró a revisar su reloj— Ya mañana prepararemos todo y saldremos en dirección a Ottawa. Es muy tarde, deberíamos descansar.

—¡Hoy me toca a mí dormir en el sofá! —exclamó Aria con ímpetu—. Soy la que está en peores condiciones y me merezco descansar dignamente.

Nadie se lo reprochó. Sabían que Aria era la que más se merecía dormir en el sofá aquella noche. El resto, se dispusieron al igual que habían hecho la noche anterior; se distribuyeron el espacio como pudieron y durmieron en el suelo, espaldas con espaldas.

Todos se sumieron en un profundo sueño. Había sido un día muy largo.


Universidad de Toronto, Whitebridge Creek. 10:30 de la mañana del 2 de noviembre.
Chloe dio un pequeño toque al interruptor y automáticamente la luz del techo de la enfermería se fundió.

—¡Ala! Ya te lo has cargado —exclamó Kourtney desde el otro lado del mostrador.

Olivia carraspeó, dándole a entender que se callase.

—Se ha ido la luuuuuz —recriminó Hiraeth desde el almacén contiguo a la enfermería, allí era donde habían depositado todos los recursos que habían recolectado a lo largo de los dos días anteriores.

Kourtney le dirigió una mirada fulminante a Chloe.

—Shut up! —gritó la rubia—. Habrá que ir donde quiera que esté el generador y ver si podemos arreglarlo, creo que se ha ido la luz de todo el edificio. Habrá sufrido un cortocircuito.

—¿Dónde se supone que está eso? —le susurró Olivia a Leila.

—Sinceramente no tengo ni puta idea —farfulló.

—Y eso está en… ¿la sala de generadores? —tanteó Kourtney.

—¡Anda! Cada día tu inteligencia me asombra más, Kourtney —dijo Hiraeth sarcásticamente, entrando en la enfermería. Le parecía que sus amigas no daban un palo al agua—. Hay que salir y bordear la Universidad para llegar a esa sala, se puede acceder fácilmente.

—Pues vamos —dijo Chloe sobre la marcha, dirigiéndose hacia Kourtney—, tú vienes conmigo. Su amiga entornó los ojos.

—Os acompaño —añadió Olivia—, a ver si os vais a perder. Hiraeth no pudo evitar reírse.

—Avisad cuando lo hayáis arreglado, que aún hay mucho trabajo por hacer —dijo al tiempo que agarraba una linterna de la mesa más cercana.

—Está bie… —Chloe no pudo acabar la frase, un grito aterrador la interrumpió, había resonado en toda la Universidad. Las cinco bajaron corriendo las escaleras y salieron al porche, un cuerpo yacía en el suelo. Leila palideció.

THIS IS THE END [EDITANDO PRIMERA PARTE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora