Capítulo 8 - "A buenas horas, mangas verdes. Grupo Beta"

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Universidad de Whitebridge Creek, 11:30 de la mañana del 5 de noviembre.
-Bueno, pues ha cortado -dijo Chloe mientras dejaba el walkie encima de una de las mesas de la enfermería-. ¿Qué tal la pierna?

-Podría estar peor -contestó Kourtney desganada-. Al menos ya no me duele tanto. Creo que por ahora va bien.

Habían conseguido un par de muletas de entre los armarios de la enfermería; no era la mejor solución posible pero al menos, así, su amiga tendría una forma de desplazarse, aunque fuese de forma limitada.

-Leila se tendría que haber quedado aquí y haber ido yo con los demás -intervino Olivia de brazos cruzados-. Ella es la que sabe de medicina. Yo soy un simple intento de abogada, no tengo ni puta idea de estas cosas.

Por una parte, Olivia envidiaba la tarea del resto del grupo: conseguir una cura e intentar revertir el apocalipsis; pero por otra, tenía razón, se habían quedado sin médico.

-Ahí lleva razón -señaló Magus-. Se han llevado a la mejor parte del grupo. En cierta manera es razonable, ellos son los que "van a salvar el mundo", supuestamente -dijo entrecomillando con las manos.

-Como sea, ahora nosotros estamos solos -sentenció Kourtney.

Segundos más tarde, un estruendo resonó en forma de eco a lo largo de todo el edificio. Los cuatro dieron un respingo. Fue tan ensordecedor como el estallido de un trueno, y tan fugaz como un rayo.

-Ya está, de esta sí que no salimos vivos -declaró la pelirroja.

Perspectiva desde el exterior de la Universidad, pocos minutos antes.
-¡Mire, señor! -dijo uno de los soldados, señalando la luz que provenía de uno de los ventanales de la Universidad de Whitebridge Creek-. Parece que hay alguien.

El comandante observó las sombras que se divisaban a través del ventanal; eran figuras humanas que se movían ágilmente, cosa que descartaba la posibilidad de que fuesen simplemente un par de infectados más. Por fin habían encontrado señales de vida.

-¡Echad la puerta abajo! -ordenó firmemente.

-¡Ya lo habéis oído! ¡Echadla abajo! -enfatizó su mano derecha, el subcomandante.

En cuestión de pocos segundos, derrumbaron la puerta principal de la Universidad; tarea que no resultó muy complicada de realizar puesto que la puerta apenas estaba reforzada. Era el ejército.

Registraron el edificio y en poco tiempo encontraron al grupo Beta. Todos se quedaron pasmados.

-A buenas horas, mangas verdes -susurró Olivia en cuanto vio aparecer a los soldados.

-Aún no cantes victoria -contestó Kourtney farfullando. No se fiaba un pelo.

No era un grupo muy numeroso; apenas estaba compuesto por cinco soldados, el capitán y el subcomandante. ¿Qué se suponía que hacían ahí?

-Buenos días, en primer lugar -dijo el capitán aclarándose la voz. Era un hombre muy alto y robusto, con la cabeza prácticamente rapada y una musculatura de campeonato. Imponía bastante-. Soy el capitán Henderson, del ejército de Toronto; y este es el subcomandante García. -El segundo hombre era algo más bajo, con una complexión increíblemente buena y algo más de pelo que el anterior. Tenía una cicatriz bajo el ojo izquierdo-. Tenemos que hablar, tomen asiento si quieren, esto va para largo.

Universidad de Whitebridge Creek, 12:00 del 5 de noviembre.
-¿Y bien? -se aventuró a preguntar Chloe-. ¿Qué está pasando? ¿Quiénes sois?

Se habían reunido en el hall de la Universidad; el grupo Beta se encontraba sentado en el sofá rojo; los soldados, en el exterior de la Universidad vigilando; y Henderson y García, sentados en un par de sillas del hall.

Magus movía la pierna de forma inquieta. No le gustaba nada la situación. Desconfiaba de los recién llegados.

-Veréis, es una larga historia -comenzó el capitán-. Supongo que os habréis dado cuenta más que de sobra de la situación en la que nos encontramos; calles infestadas de infectados caníbales que ruegan por devoraros la carne debido a un puto virus zombie.
»Pues bien, de forma muy resumida, Whitebridge Creek ha servido de conejillo de indias para su expansión a lo largo de toda Canadá. El virus salió de un laboratorio de investigación genética de Ottawa y fue enviado hacia París, donde comenzó el gran brote, como veríais en las noticias aquella trágica noche. Por otra parte, el resto que quedó en Ottawa, fue enviado aquí, a Whitebridge Creek, para crear el primer brote del país -continuó de forma atropellada-. Pero esto no es nada más que el comienzo; van a bombardear el pueblo mañana mismo. La infección se ha extendido demasiado y ya no hay vuelta atrás; la única solución es el exterminio de la población.

Todos continuaban mirando atentos al capitán, con la piel de gallina.

-Y por eso estamos nosotros aquí -intervino el subcomandante García-. Para tratar de salvar lo que quede de vida en Whitebridge. De momento sois las únicas personas vivas que hemos encontrado, tenéis mucha suerte de seguir aquí.

Ninguno de los cuatro daba crédito a lo que estaba sucediendo. ¿Habían sido un mero conejillo de indias para la expansión de ese maldito virus? Tantas vidas arruinadas, ¿para qué?

-¿Y por qué Whitebridge Creek? ¿Qué tiene de especial? Es un simple pueblo en mitad de la nada de Toronto. No entiendo por qué aquí -dijo Chloe sin entender nada.

-Esa es una buena pregunta, pero aún no tenemos las respuestas necesarias -respondió el capitán.

-¿Dónde está el resto del ejército? -interrumpió Magus, ansioso-. ¿Por qué solo habéis venido vosotros? ¿Acaso es que están todos los demás muertos ya? -Magus movía la pierna cada vez con más rapidez. Sus latidos se aceleraban conforme pasaban los segundos.

-Desgraciadamente, sí, sólo quedamos nosotros -se lamentó el subcomandante-. El resto ha muerto en el trayecto. No os imagináis las enormes hordas de zombies que se han expandido a lo largo de todo el camino hacia Toronto. Y ya no quiero ni pensar lo que habrá en la capital. No habéis visto ni una décima parte del apocalipsis.

Entonces, Chloe y Olivia intercambiaron una rápida mirada. Sus amigos iban camino a Ottawa.

-Nuestros amigos están en la capital -intervino la rubia-. Han ido a Ottawa. Al laboratorio de investigación genética.

-¿Cómo? -preguntaron al unísono Henderson y García.

-Han ido a buscar la supuesta cura. El padre de una de nuestras amigas era parte del equipo científico de la investigación del virus, y en sus archivos mencionaba la existencia de una cura -contestó Olivia.

-¿Cómo se llama el padre de vuestra amiga? -interrogó Henderson sin dar crédito a lo que estaba escuchando.

-Mr. Joy; Michael Joy Robinson.

Ambos generales abrieron los ojos como platos. El grupo Beta no se imaginaba lo que estaba por venir.

-Vuestros amigos... están perdidos -dijo lentamente el capitán.

THIS IS THE END [EDITANDO PRIMERA PARTE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora