Capítulo 10 - "Gira, gira, y vuelve a girar" (Parte 2)

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Las puertas de la arena se abrieron y Henderson entró lentamente en ella, sumiéndose en lo que seguramente sería su peor pesadilla, otra vez. Los griteríos aumentaban conforme Henderson se adentraba en la arena, hasta llegar al centro de esta. Un hombre se acercó por su izquierda y le quitó los grilletes de pies y manos, ahora podía mover sus extremidades con total soltura. Mientras el misterioso hombre volvía a desaparecer en la oscuridad, Henderson miró a su alrededor, preguntándose cuál de todas sería la jaula que se abriría y daría paso a cualquier tipo de monstruo imaginable. Mientras tanto, al otro lado de los barrotes de la arena, el resto de sus compañeros de viaje le miraban entre lágrimas, tratando de procesar todo lo que estaba pasando, y preguntándose si serían capaces de salir de esta.

–Bien, bien –dijo la voz radiofónica. ¿Preparados para el siguiente combate? Hagan sus apuestas señoras y señores. En esta ocasión nuestro nuevo invitado luchará contra la jaula número… –hizo una breve pausa y continuó– siete!

Henderson sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Dirigió su mirada directamente a la jaula 7, la cual estaba en el extremo opuesto de la arena. No se veía nada dentro, únicamente oscuridad. El público comenzó a aplaudir ferozmente y la puerta de la celda se abrió lentamente, poniendo aún más nervioso a Henderson. Rebuscó a su alrededor cualquier cosa que pudiera usar como arma, pero no había nada. Solo se tenía a él mismo, pero no creía que fuera suficiente.

Entonces, salieron a la luz. Era una pequeña horda de infectados. “Podría ser peor”, pensó para sí mismo. Un par de infectados no era nada comparado con la cantidad de horribles criaturas que había encerradas en aquel lugar. Henderson respiró lentamente y analizó sus opciones. Escapar resultaba imposible, ya que no había otra salida más que el portón por el que había entrado en un principio; rogar por misericordia tampoco creía que pudiese funcionar, aquellas “personas” no tendrían ninguna piedad con él; y solo quedaba enfrentarse a los infectados, le gustase o no. Se armó de valor y dio un paso al frente.


El laboratorio, 17:00 del 5 de noviembre.
Llevaban ya unos diez minutos andando por los fríos pasillos del complejo, manteniendo un silencio incómodo que ninguna de ellas se atrevía a corromper, hasta que Leila se aventuró.

–¿Y… falta mucho? –preguntó con cautela.

–No debería –contestó Jennifer, con un suave tono de voz–. Si no nos hemos perdido, tendría que estar justo al girar esa esquina.

Y justo como había anunciado, al girar la esquina, se encontraron de frente con una puerta que ponía “Mr. Joy”, plasmado en una placa dorada. Jennifer abrió la puerta cuidadosamente y fue la primera en entrar, seguida por Hiraeth, Leila y Hera. Esta última se encargó de cerrar la puerta tras de sí.

–Y bien… ¿ahora qué? –preguntó Hiraeth.

Seguido de esto, una ensordecedora alarma comenzó a sonar por todo el complejo.

–Puerta bloqueada –anunció una voz–. Sistemas de seguridad activados. Autodestrucción en: dos horas. –La puerta del laboratorio se bloqueó.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2023 ⏰

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