𝟬𝟱. 𝗩𝗶𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝘆 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼𝘀.

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—¿Quién está ahí? —preguntó Saia. No comprendía nada de lo que estaba sucediendo, otra vez se encontraba en aquel vacío que tantas veces había visto en sus sueños—. Solo es un sueño, tengo que despertar.

—Estás justo donde debes estar —habló una voz detrás de ella y la reconoció al instante, no tenía duda, era la voz que continuamente resonaba en sus sueños.

Saia volteó y dió unos pasos hacía atrás. Frente a ella un gran espíritu flotaba iluminando aquel vacío con una tenue luz amarillenta.

—¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí? —preguntó con demanda, ocultando el miedo que sentía. Saia no tenía esperanza de que contestara, más bien esperaba aquel momento en el que el sueño se desvanecía y despertará en su hogar.

—Mi nombre es Shaanti, es bueno verte otra vez, Saia.

—¿Cómo es que sabes mi nombre?

—Te conozco desde hace mucho, incluso antes de que nacieras. No tienes por qué temer, nuestro encuentro estaba destinado a suceder.

Los hombros de la castaña se relajaron, aunque no era capaz de descifrar a lo que Shaanti se refería, un sentimiento dentro de ella le decía que podía confiar en lo que explicaba.

—Sé que te preguntas porque has soñado con esas visiones todo este tiempo, pero eso es algo que se aclarara en un futuro, tu misión ahora es otra.

—¿Misión?, ¿cuál es esa misión?

—Debes encontrar al Avatar...

Los días pasaban con una lentitud agonizante

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Los días pasaban con una lentitud agonizante. Saia no despertaba y eso tenía con el alma en vilo a toda su familia. Durante esos días habian llamado a las mejores curanderas de la tribu, pero ninguna había podido hacer nada por ella. El único deseo de sus padres, era que ella despertara y trajera de vuelta con ella toda la alegría.

Cada respiración mantenía en alto sus esperanzas, ella despertaría, seguro que lo haría. La pregunta era ¿cuándo? Paso una semana hasta que el momento llegó y Saia abrió los ojos. Trato de levantarse, pero moverse le dolía bastante.

—¡Saia! —grito alguien.

Desorientada la niña busco el origen de la voz. La cabeza le daba vueltas, tras mucho esfuerzo, consiguió dar con esa persona. Reconoció sus característicos ojos, era su madre, quien, aunque parecía estar a punto de echarse a llorar en cualquier momento, mantenía también una amplia sonrisa de alivio, la cual le contagio a Saia.

—Hola, mamá —saludó aún algo débil, por alguna extraña razón sentía como si toda su energía hubiera sido sacada de su cuerpo.

Nisa soltó una risa airada y con prisa se levantó para buscar algo de agua y dársela a beber.

—¿Y papá? Dónde... ¿Dónde está el? —preguntó la niña mientras hacia un esfuerzo para sentarse en la cama, cosa que su madre de inmediato le impidió.

𝛴𝑆𝑃𝐼́𝛤𝐼𝑇𝑈𝑆 𝛥𝐹𝐼𝛱𝛴𝑆 ᴀ:ᴛʟᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora