𝟬𝟴. 𝗘𝗹 𝗲𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗼.

436 74 10
                                    

El ocaso se hacía presente y los rayos del sol se asomaban a través del espléndido banco de mullidas nubes que eran surcadas por un gran bisonte volador, el ruido susurrante de la brisa y el paisaje despojaban una placentera tranquilidad, misma que fue hecha pedazos ante el pronto sonido de queja de Sokka.

—¿Cuánto falta para llegar, Aang? ¿Appa no puede ir más rápido?

El bisonte rugió estruendosamente, haciendo al maestro aire negar con la cabeza.

—Está cansado, hemos volado un buen rato. Lo mejor es que hagamos otra parada pronto.

—Sí, nos vendría bien descansar a nosotros también —apoyo Katara uniéndose a la conversación—. Además, debemos recoger más provisiones para el viaje. Después del ataque de Zuko en Kyoshi ya no logramos tomar nada.

—Entonces, está decidido ¡A hacer otra parada! —exclamó Aang con una sonrisa y Sokka rodó los ojos.

  —A este paso llegaremos al polo norte en otros cien años...

Con la guía del pequeño monje, Appa comenzó a descender hasta llegar al suelo rodeado por un circulo de árboles, donde fueron bienvenidos por el aroma a pino que emanaba del bosque. Rápidamente bajaron del bisonte y se dispusieron a montar su campamento, tal como lo hacían usualmente. Al cabo de unos minutos ya estaba todo listo.

—Ya ha quedado. Ahora solo hace falta la fogata y conseguir algo para cenar —hablo Katara.

—Hay que apresurarnos, no tarda en anochecer y será más difícil el poder cazar o encontrar algo.

—¡Ya se! ¿Qué tal si Momo vuela por los árboles y nos trae algo? —sugirió Aang mientras jugueteaba con el lémur.

—La última vez que hicimos eso nos trajo una bolsa llena de orugas-babosa, aun siento el sabor amargo de la baba... —dijo Sokka con un escalofrío.

—Sí, lo mejor será que Momo se quede con Appa y nosotros vayamos por la comida —Katara tomó un saco para las provisiones y Aang suspiro.

—Lo intente, amigo —Momo soltó un chillido—. Ya oíste, tendrás que quedarte aquí ¡Cuiden del campamento mientras no estamos! —se despidió Aang y se adentró en el bosque junto a sus compañeros.

 Ya oíste, tendrás que quedarte aquí ¡Cuiden del campamento mientras no estamos! —se despidió Aang y se adentró en el bosque junto a sus compañeros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Saia llevaba todo el día andando junto a su recién nombrado compañero, el caballo-avestruz Claup. Habían recorrido numerosos senderos desde Kyoshi con la esperanza de llegar cuanto antes a la ciudad de Omashu, pero seguían sin tener un rastro claro del avatar. Con cada paso, Saia se aferraba al mapa y a la apresurada descripción de los caminos que Suki le había dado la noche anterior. Un suspiro de desaliento escapó de sus labios, la situación comenzaba a estresarla.

Y entonces, como si fuera un regalo del cielo, lo vio.

Esa era la primera vez que Saia contemplaba a una criatura tan grande y extraordinaria con sus propios ojos. El bisonte, con su pelaje blanquecino y sus grandes patas, atravesaba el cielo velozmente, dejando un hilo de nubes a su paso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 22, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝛴𝑆𝑃𝐼́𝛤𝐼𝑇𝑈𝑆 𝛥𝐹𝐼𝛱𝛴𝑆 ᴀ:ᴛʟᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora