3. Una torpe caída.

65 24 45
                                    

Trabajar más de la cuenta no era algo que me terminara de agradar del todo, seamos realistas, a nadie le gusta trabajar de más. Sin embargo, aquella noche me sentía muy motivada, las correcciones estaban casi perfectas y estaba disfrutando mucho la lectura.

Fui a la biblioteca en busca de algunos libros que me ayudaran en mi tarea; debía cerciorarme de que todas las citas estuvieran bien realizadas.

Ingresé al gran salón lleno de libros y encendí las luces del lugar; caminé en silencio buscando lo que quería en la sección correspondiente, hasta que lo hallé.

Sin duda, las estanterías en este lugar eran casi del doble de mi tamaño, así que tuve que apoyarme de la escalera de madera corrediza para poder tomar el libro que quería. Subí teniendo mucho cuidado de no caerme y lo tomé entre mis manos con una sonrisa.

¡Bingo!

Justo a la mitad del camino de regreso al suelo el sonido de la puerta cerrándose me tomó desprevenida; mis manos parecieron hacerse mantequilla y soltaron mi agarre con facilidad.

Caí sobre el suelo ruidosamente. Sentía mi pie arder como nunca y solté un quejido audible mientras revisaba mi tobillo; había caído muy mal, dolía demasiado.

—¿Hay alguien aquí? —Escuché una voz varonil a la distancia; no me esforcé mucho por tratar de descifrar quién era, pues ya lo había reconocido. —¿Amelie? ¿Estás bien?

Negué con la cabeza mientras observé cómo Isaac se acercaba rápidamente hacia mí. Odiaba que tuviera que hallarme en aquella situación tan miserable, pero por más que intentaba ponerme de pie, simplemente no podía.

—Vamos. —Se puso de cuclillas y me ayudó a pararme. —Tenemos que ir al hospital.

—Estoy bien; sólo me torcí un poco el tobillo, se me pasará con un poco de hielo.

—Eso se ve muy mal. —Habló de forma seria y preocupada. Me desagradaba tener que admitir que necesitaba su ayuda, pero no había de otra. Una de sus manos sostenía mi cintura mientras conducía mis pisadas. —No creo que un poco de hielo lo solucione.

—Para empezar, fuiste tú quién cerró la puerta de aquella forma. No era necesario tanto escándalo para cerrarla.—Claro, no podía desaprovechar la oportunidad. —Debes tener más cuidado la siguiente vez.

—Perdón, vine a devolver una pila de libros y no pude cerrar la puerta de otra forma.

—Bueno, no lo vuelvas a hacer.

Observé de reojo cómo él asentía con la cabeza mientras observaba de reojo mi tobillo. A la verdad no tenía buena pinta.

Bajamos hasta la planta baja y me dejó un momento en la recepción alegando que lo esperara por unos minutos. Por dentro agradecía que casi todos se haya marchado a casa; nadie podía vernos, salvo el señor de seguridad que, dicho sea de paso, se encontraba en medio de una relajante siesta.

Lo observé ingresar al lugar nuevamente y me ayudó a salir de ahí con mucho cuidado.

Me sorprendí al notar que un hermoso auto negro aguardaba por nosotros en la calle ¿En serio él se había comprado semejante carro? Lo miré de reojo nuevamente mientras me ayudaba a subir al asiento del copiloto. Aguardé en silencio, absorta en mis pensamientos más profundos, hasta que comenzó a conducir en dirección al hospital.

Es buen momento para que agradezcas, Amelie. Dijo la voz de mi consciencia.

Negué. Para empezar, él había sido el causante de mi caída; no tenía que agradecerle ¿O sí?

¡Ahg! Está bien, está bien.

—Hm...Gracias. —le dije después de unos minutos de silencio, mientras jugaba con mis manos un tanto incómoda. El asintió en respuesta; dejando muy en claro que era de pocas palabras, algo que agradecí en mi mente.

En ese momento, observando a los edificios pasar con rapidez, me di cuenta que no había tomado mi bolso, y maldije por lo bajo. Quizás él pareció notar mi preocupación, porque tomó algo de la parte trasera del auto y me lo extendió. Era mi bolso ¿En qué momento lo había traído?

Supuse que había regresado a mi oficina por la escalera del estacionamiento y lo había tomado desde ahí.

—Yo...eh, gracias. —Volví a decir, a lo que nuevamente asintió en silencio.

—Colócate el cinturón. —Me ordenó luego, un tanto más serio.

Noté que no sólo era callado, sino también mandón; pero no tuve de otra más que obedecer.

Llegamos al hospital con tranquilidad; mi tobillo aún dolía, y hasta sentía que palpitaba de vez en cuando. Isaac tenía razón, un poco de hielo no hubiera arreglado nada.

Observé cómo tomaba asiento en las bancas del pasillo mientras unas enfermeras me ayudaban a ingresar a uno de los consultorios para ser revisada.

Un recuerdo de la secundaria se hizo presente en mi mente: A los quince años me había torcido el tobillo mientras jugábamos básquet en la escuela, y fue Isaac quien me había llevado a la enfermería para que me trataran el golpe. Todo parecía tan lejano; de hecho, todo lo sucedido antes del trágico día lo parecía.

Al final había regresado a casa con una gran venda en el pie. Tenía un esguince en el tobillo y debía convivir con ello las semanas que se aproximaban. ¡Genial!

...

El día siguiente resultó ser todo un reto; mis músculos se habían relajado tanto, que al despertar casi podía sentir que picaba y ardía cómo nunca.

Amanda había sido la encargada de ayudarme a ponerme de pie aquella mañana y de cuestionarme, a la vez, sobre la forma tan torpe en la que me había accidentado; cosa que no tuve reparo en contar.

—¡¿Isaac Anthonyson te llevó al hospital?! —Al parecer eso era lo único que había captado su atención. —Es tan lindo y atento.

—Por su culpa me caí, Amanda.

—Pero te esperó toda la noche como un caballero. Eso no lo puedes negar.

Tenía razón, pero aquello no sería algo que admitiría con facilidad.

—No tenía de otra; no iba a dejarme llorando sobre el suelo y abandonarme en el hospital.

—Bah, tú no tienes remedio. —habló, colocando una taza de café en frente mío. —Si yo fuera tú, no tendría reparo en intentar algo con él.

La miré con expresión seria. Obviamente ella no comprendía el porqué de mi actitud hacia él, pero yo tampoco diría nada.

...
IG: ponche_26. 😊

El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora