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La aventura resultó darse por finalizada cuando las criaturas tocaron finalmente la maleta y Newt desapareció junto con Jacob. Obviamente era de esperarse ya que seamos sinceros, Nueva York no es el mejor lugar para una persona tan inocente como él. Por colmo era buscado por la MACUSA así que...¿Cómo podía pensar que se quedaría más tiempo en Nueva York? La simple idea de su estancia prolongada aquí era absurda, irracional, pero por mi desgracia muy cierta.
En los primeros días no fui consciente de ello, vivía en mi estúpida ignorancia en la que todo había vuelto a la normalidad de siempre. Pero tras varios días empecé a cruzarme con Newt más a menudo. Ya no era tan solo en la casa de las Goldstein, si no saliendo del trabajo, e incluso yendo al centro. Era como si cada vez que me lo encontraba el destino me pegara en la cara y me dijera "Mira lo que te perdiste por tonta". Y comenzaba a hartarme. ¿Por qué me estaba haciendo esto el destino? ¿Era para ponerme a prueba? ¿O simplemente Merlín quería burlarse de mí desde el cielo?
No lo sabía, pero ya no importaba. Tenía la cabeza demasiado ocupada en otros problemas como el de donde iba a sacar el dinero suficiente para el alquiler de este mes. Debido al accidente en Cherry Paradise muchos de los locales en los que frecuentaba actuar me negaron la entrada, y con ello comencé a tener mayores pérdidas de las que esperaba. Sin dejar de desmaquillarse seguí pensando en ideas para reunir el dinero, recordé entonces las épocas malas de verdad. Cuando aún no me alcanzaba ni siquiera para comprarme un pan quemado y competía con las palomas neoyorquinas a ver quién agarraba la mayor miga del suelo.
De solo recordarlo me recorrió un fuerte escalofrío por la espalda, me negaba a volver a pasar por eso. Consumida por mis pensamientos alguien me sacó de ellos, habían tocado la puerta. Fui a abrir sin demasiado ánimo, era Percival. Como siempre llegaba en el momento adecuado para terminar de hundirme el día.
-Buenas noches Percival.
-Fue un show espléndido el de hoy.- dijo entrando con una sonrisa halagadora, muy poco común en él.- A decir verdad siempre lo es, pero hoy... lo diste todo.
"¿Qué es lo que quieres ahora?" Pensé, pero sonreí agradecida y no tuve otra que dejarle entrar al vestidor. Por suerte aun estaba con mi bata y no me incomoda la lencería, no quiero estar sola con él así. Se sentó en una de las butacas que había en un rincón observando los diversos trajes que había en los varios percheros.
- Siempre lo doy todo.- termine por decir, ya que no sabía qué decirle.- ¿Pero por qué ha venido hoy? Creía que estarías más ocupado en estas fechas...
O eso había esperado, ya tenía suficiente en mente como para escuchar sus adularias más tiempo. Notaba su mirada punzante en mi, me dio igual. Volví hacia el tocador para continuar desmaquillándome, y con suerte deshaciéndome también de él.
