✦ IV ✦

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Cuando la nave alcanzó una hipervelocidad tan cercana a la de la luz, Jungkook sintió cómo cada célula de su cuerpo se agitaba, reverberando en su interior, a punto de transformarse en fotones que luego se dispersarían por todo el espacio

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Cuando la nave alcanzó una hipervelocidad tan cercana a la de la luz, Jungkook sintió cómo cada célula de su cuerpo se agitaba, reverberando en su interior, a punto de transformarse en fotones que luego se dispersarían por todo el espacio.

Tal vez, después de lo que las personas llamaban muerte, no era más que la transformación de la energía que liberaron en fotones, pensó Jungkook. Posiblemente, él se convertiría en una partícula de luz de alguna estrella, desplazándose por todo el universo.

El astronauta se encontraba viajando a años luz de su hogar con destino a una galaxia que el ser humano solo había detectado a través de los observatorios astrológicos, en busca de Gliese 667 Cc, el planeta que podría convertirse en un refugio para otras generaciones de humanos. La misión por la que Jungkook se estaba alejando, no solo en espacio sino en tiempo, era para llevar esperanza a su planeta.

—Todos en posición, nos preparamos para el descenso —anunció el capitán de la misión.

Dentro de Whalien 52, habían pasado 60 minutos desde que dejaron la Tierra, un viaje relativamente corto. No solo el tiempo había sido alterado, sino también las distancias que se habían contraído, acercándolos al planeta destino.

Jungkook miraba atónito el reloj en la muñeca, incluso cuando su cerebro entendía la teoría de la relatividad del tiempo y la contracción de la longitud; algo dentro de él, aún no comprendía cómo esto era posible. Probablemente, su mente ponía límites a lo que el universo quería enseñarle.

Vio expresiones de júbilo y entusiasmo entre los otros astronautas, pero Jungkook solo podía sentir un agujero negro formándose en el centro de su corazón.

Una vez la nave aterrizó exitosamente, Jungkook soltó un par de lágrimas con la majestuosidad de lo que sus ojos podían captar. Se trataba de una gama de colores entre rojos y naranjas suaves, que parecían una acuarela en el cielo; además de los dos satélites naturales, brillando intensamente, y bajo el cielo, había formaciones rocosas entre planicies recubiertas de arena de un color terroso. La imagen completa era fascinante.

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Jeon Jungkook era considerado como el genio de las matemáticas, el astronauta tenía un cerebro brillante, lleno de números, y si había alguien en la misión Artemis, que podía calcular el número de estrellas que se veían al caer la noche, era él; por lo que pasaba la mayor parte de la misión, al interior de Whalien 52, haciendo diferentes tipos de cálculos matemáticos.

Entre tanto, un grupo de astronautas, entre biólogos y químicos, habían descubierto agua en estado gaseoso, luego de haber realizado exploraciones por las zonas rocosas del planeta, y extraer una muestra para estudiarla en el laboratorio. Un segundo grupo, había hallado que la atmósfera estaba compuesta por oxígeno e hidrógeno, y la temperatura de Gliese 667Cc era óptima para la proliferación de la vida.

No solo eso, las semillas que Artemis llevaba consigo, empezaban a germinar. Los resultados eran los óptimos. Y de acuerdo a las estimaciones realizadas en la planeación de la misión, el planeta resultaría ser habitable para los seres vivos de la Tierra, por lo que la misión finalizaría tras dos semanas habitando el exoplaneta.

Sin embargo, Jungkook se convirtió en el emisor de noticias agridulces.

Luego que el astronauta identificara el grado de inclinación del planeta sobre su eje, y determinara la figura que hacía en cada vuelta a su estrella —siendo esta elíptica, como el de la Tierra—; en los últimos días, se había enfrascado en conocer, a través de estimaciones probabilísticas, los años de vida le quedaban a la estrella, y estos terminaron siendo desafortunados. La estrella de esa galaxia apenas le quedaría un par de cientos de años más, por lo que al regresar a la Tierra, era altamente probable que ya hubiese colapsado y explotado al final.

Gliese 667 Cc estaba destinado a ser destruido por su estrella, y por esa razón no podría ser habitable.

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Poner un pie delante del otro, aún después de 14 días, se sentía tan irreal. Pocas veces en el día Jungkook tenía la posibilidad de explorar el planeta por su cuenta, dar una caminata, e intentar memorizar todo con sus ojos, para luego, en la noche, destinar un par de horas de descanso, para relatárselo a su querido amigo en el diario.

Ese era el último ocaso que Jungkook presenciaría en aquel planeta, el cielo se había teñido de rojo en los últimos minutos, y los montículos de rocas, proveían extrañas sombras alargadas a su alrededor. El paisaje era maravilloso, no podía compararlo con nada en la Tierra.

El astronauta suspiró, mirando la huella que dejó su bota en la arena. Nada era suficiente para su afligido corazón, que sentía la necesidad de regresar a casa, como si una fuerza invisible lo jalara de vuelta. Tomó entre sus manos la foto que cargaba de Seokjin, y la enterró en la arena, dejando un par de rocas encima.

La imagen de su amigo sonriendo, ante el lente de la cámara, permanecería en ese planeta. Un rastro de su existencia fue lo que en secreto dejó allí.

Cuando iniciaron el viaje de regreso a bordo de Whalien 52, Jungkook sonrió con cierta nostalgia.

60 minutos después de haberse desplazado años luz de distancia, estaban ingresando a la atmósfera terrestre. Suspiró aliviado tras el descenso exitoso, pronto lo vería de nuevo.

Para Jungkook, desde que abordó la nave por primera vez, habían transcurrido 15 días y 60 minutos.

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Sin embargo, cuando estuvo de vuelta en la base ubicada en Florida, era innegable el paso de los años entre el resto de trabajadores de la misión, y que Jungkook había conocido.

Una semana fue lo que pasó en una especie de cuarentena, en una pequeña habitación de paredes blancas, sometido a diferentes pruebas físicas y mentales.

Sabía que el regreso de la misión fue un acontecimiento internacional, por lo que el astronauta tenía la fuerte convicción que Seokjin ya se habría enterado, y probablemente estaría sorprendido. Jungkook ansiaba verlo, viajaría a Corea si fuera necesario.

Ya había salido de su enclaustramiento, aunque aún permanecía en la base, cuando una visita tan ansiada apareció frente a él, solo que no había estado preparado para ver el paso del tiempo en su amigo.

Jungkook acortó la distancia que los separaba, fundiéndose en un abrazo que le supo a hogar.

—Jungkook —murmuró Seokjin, sujetándolo suavemente de las mejillas, como si no pudiera creer que en verdad estaba frente a él. No paraba de derramar lágrimas de pura felicidad—. Sigues luciendo igual, tan joven, mi pequeño astronauta.

El menor tampoco dejaba de derramar lágrimas, ya que su amigo había seguido creciendo y sus rasgos faciales habían madurado.

Desde el momento en que viajaba a través del espacio, en la Tierra habían transcurrido 8 años, 15 días y 60 minutos.

Ahora Seokjin tenía 31 años, mientras Jungkook se había mantenido atrapado en la edad de 20.

Sus relojes habían dejado de funcionar al mismo ritmo.

Florida, septiembre 1988.

The Little Astronaut [JJK+KTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora